Prólogo

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The world is too ugly to carry on...

Enero de 1999

En las manos de Gerard yacía aquél estúpido periódico, un maldito trozo de papel que conmemoraba el día de su salvación.

Gerard suspiró, releyendo por quinta vez la noticia, que con lujo de detalles explicaba su desapareción y secuestro, y finalmente, su rescate.

15 largas primaveras fueron las que pasó Gerard encerrado en aquella celda. 15 inviernos sin regalos por navidad. 15 otoños sin poder admirar la caída de las ojas de los árboles de cerezo. 15 veranos sin pisar una playa.

Pero para Gerard estaba bien.

En el fondo algo le gritaba:

Te lo merecías, bastardo.

Pero luego otra voz interna más inocente se preguntaba: ¿Que culpa tenía un niño de 7 años?

Finalmente se hizo la idea de que nunca sabría la respuesta.

Unos pasos detrás de la puerta de su habitación le hicieron reaccionar, y abandonar sus pensamientos. Suspiró sabiendo que hoy no sería un día normal. Que ese año era el que Michael le había dado para reintegrarse en la sociedad y aprender a vivir.

Un año que el mayor de los Way no aprovechó más que para pintar escalofriantes cuadros sobre destrucción y muerte.

Se sentó en la cama y miró de nuevo la puerta, donde se encontraba un viejo póster de Star Wars.

"Pasa Mikey..." dijo intentando peinar su negra cabellera sin mucho éxito.

El menor de apenas 20 años entró en la habitación y se apoyó en la puerta, negando ligeramente con la cabeza al ver el aspecto deplorable de su hermano.

"¿Vas a decir algo o te quedarás allí como estúpido?" preguntó Gerard levantándose finalmente de su colchón. Mikey sonrió burlón.

"Te he preparado el desayuno. Más te vale que comas y luego tenemos que hablar. " dijo, y sin añadir nada más, se dió la vuelta y volvió al salón.

"¡Buenos días a ti también eh!" gritó Gerard irónico, sabiendo que su hermano lo escucharía. Abrió el gran armario donde había colgadas un par de camisetas solitarias. Unas, que además, se le estaban quedando extremadamente grandes, a medida que perdía peso. Se vistió con tres sudaderas. La tercera de ellas era la más grande, para disimular las otras dos. Así al menos hacía parecer un peso normal.

Salió no sin antes pararse frente a un gran espejo que ahora había perdido su función, ya que Gerard lo pintó con pintura negra. Más bien parecía un cuadro simulando el Caos que un espejo.

Rió y salió, sentándose en la mesa.

Miró las tortitas que descansaban en su plato e hizo una mueca. Suspiró y pensando en que a la que acabase de comer, iría a vomitar, tragó el primer trozo.

Y así un par más, ahogando el desayuno en zumo de naranja. Pronto no quedaba nada en el plato y viendo que su hermano no estaba cerca, se levantó y a paso de nija se dirigió al baño. Cerró la puerta detrás y se apoyó en ella dando un suspiro de alivio. Atravesó casi corriendo la longitud del baño para evitar verse en el espejo y se arrodilló frente al inodoro, siguiendo su rutina de cada día.

Respiró fuerte mientras dos de sus dedos se dirigían a sus labios. Cuando estos estaban a punto de hacer contacto con el interior de su garganta, una mano se aferró de su pelo negro tirandolo fuera del cuarto.

"¡Ahh!" gritaba Gerard cogiendo la mano que aún sostenía su melena. Su cuerpo fue arrastrado hasta el pasillo donde chocó con la pared y recibió una patada por debajo de las costillas.

"¡Maldita sea Gerard!" chillaba Mikey viendo a su hermano desde arriba. Otro golpe de menos intensidad acabó su trayecto en la mejilla del mayor.

"Te lo he dicho muchas veces, ¡se acabó Gerard!¡No te soporto!" añadió frustrado, mientras algunas lágrimas se asomaban por las comisuras de sus ojos.

"Tienes que aprender a vivir... Se que es un mundo de mierda pero...joder Gee..." Murmuraba ahora sentado al lado de su hermano, quien seguía haciéndose un ovillo en el frío suelo de mármol.

"No quiero Mikey. " dijo mordiendose el labio, para no seguir hablando. Sabía que cualquier cosa que diga será utilizada contra él antes o después.

"Ha pasado un año, es hora de que te levantes y afrontes esto." siguió el menor dejando una mochila frente a Gerard. Éste se incorporó de inmediato, mirando sorprendido al otro.

"¿Que es esto? " preguntó Gerard, mirando ahora lo que había traído su hermano.

" Son tus cosas, te quiero fuera, ya." dijo desviando su mirada.

"Pero...no...no tengo donde ir Mikey." sus ojos, casi idénticos, se cruzaron varios segundos.

"Me da igual, te di un año."
El menor se giró y puso rumbo de vuelta a su habitación. Después de doce meses intentando lo que fuera, el estado de su hermano solo empeoraba.

"¡Mikey! ¡Mikes! " Gerard golpeaba la puerta de la habitación que ahora permanecía cerrada.

"Puedo cambiar, dame otra oportunidad, dejaré de...ya sabes...Mikey...no me dejes..." sollozaba.

Su anatomía se había dejado caer de nuevo al suelo, apoyado en la puerta seguía llamando. Pero solo recibía silencio a cambio.

De un momento a otro habían pasado minutos o hasta horas. Michael no saldría hasta que Gerard saliera de su casa. Para siempre.

El mayor se levantó y secó las lágrimas con la manga de la sudadera. Se dirigió a la puerta de salida y estuvo a punto de cerrar cuando un leve, casi en susurró, inaudible "Lo siento" se escuchó desde dentro.

Cerró finalmente la pesada puerta y dejó el aire escapar de sus pulmones.

"Yo también" musitó antes de empezar a bajar las escaleras, que siempre le parecieron largas, pero esta vez, era como si fueran eternas.

Y aquí es donde todo empezó...

Porque a veces en la vida hay que saber luchar no sólo sin miedo, sino también sin esperanza. - Alessandro Pertini.

I Found Myself In You -frerarđ- (T1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora