Capítulo XXVI: Sunset

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We used to walk down by the river, he loved to watch the sun go down.
We used to walk along the river, and dream our way out of this town...

Gerard abrió los ojos con fastidio, la luz que entraba a la habitación de hospital era abrumadora. Además, su piso estaba de cara al sol y todas las tardes el azulado cuarto se alumbraba por los intensos rayos, volviendo el pequeño espacio una auténtica sauna. Revolvió su rojizo pelo, éste había perdido su usual brillo debido a las notables semanas sin teñir y adoptaba un color castaño, semejandose a su tono natural. Giró su vista encontrándose con un dormido Frank, sentado sobre el acolchado sillón y con la boca entreabierta. Sonrió al verle, el pobre se había pasado cuatro días allí con él, casi ni había dormido y tanto su ropa como su aspecto en general lucían desaliñados. Unas remarcadas ojeras decoraban el rededor de sus ojos y comenzaba a crecerle barba en abundancia.

"Frankie..." el mayor estiró su brazo hasta llegar a tomar la mano del otro. Éste abrió los ojos casi de inmediato.

"Sí, dime, ¿ocurre algo?" preguntó alterado, acercándose a la cama sin dejar de sostener la mano de Gerard.

"Vete a casa, necesitas descanso." suspiró con una sonrisa. Frank negó varias veces con la cabeza.

"No, estoy bien, sabes que no quiero dejarte aquí solo." murmuró besando la frente de su amado, para luego pasar a acariciar su pelo.

"No soy un niño, estaré bien. Ve a casa, come algo, duchate y mañana vuelves, necesitas dormir decentemente." dijo mirándole con súplica. Frank sabia que Gerard tenía razón. Desde que habían comenzado sus dolores en el abdomen hace algunos días, los médicos le habían obligado a quedarse en el hospital debido a que faltarían pocos días para que el bebé comenzara a revolverse en su interior con ganas de salir y la intervención debía ser rápida.

Un suspiró escapó de los labios del pelinegro.

"Como no te cortes esa barba, no voy a dejar que me beses más..." chantajeó el mayor cruzándose de brazos, aún sabiendo que él mismo empezaba a tener vello en el rostro.

"Eso es cruel." cuestionó Frank, dándose por vencido y recogiendo algunas de las cosas que había traído para sí mismo, como el ipod o la saga de libros de Crónicas Marcianas. Gerard sonrió triunfal.

"Nos veremos mañana, ¿vale?"

"Vale sweetie, tu mandas..." musitó acercándose para besar sus labios con ternura. Sus bocas colisionaron en un intenso beso, produciendo a ambos esa sensación de hormigueo en el estómago. Ahora los dedos de Gerard se aferraron al pelo de su acompañante mientras las lenguas luchaban por territorio en la boca de alguno. Las chispas saltaron poco después, alentando a los dos que si seguían probablemente acabarían haciendo el amor allí en la cama.

Se separaron jadeantes, hacía días no hubo un beso así entre ellos. Las sonrisas no tardaron en mostrar su presencia.

"No te pongas de parto en mi ausencia." murmuró cotra sus labios, sabiendo que era hora de despedirse.

"No lo tengo planeado, y tu no llames a Mikey, me pone nervioso cuando está aquí yendo de un lado a otro, preguntándome como me siento cada tres segundos." rió Gerard tratando de mantener la vista fija en los ojos avellanas.

"No lo haré. Si pasa algo, solo llamame." volvió a besarle, ahora fue un contacto rápido. Gerard cerró los ojos disfrutando del sabor de su pequeño, pero para cuando sus párpados se alzaron, Frank ya había abandonado la habitación.

El desteñido pelirrojo suspiró con fuerza, volviendo su vista hacia la ventana, para contemplar el árbol florido de cerezo en el otro lado, hondoneando sus ramas con suavidad en el aire, como si cada hoja surfeara por sobre las ráfagas del viento primaveral. Mordió su labio con ansia, imaginando todo lo que se estaba perdiendo allá afuera, sintiéndose encerrado otra vez, a pesar de saber que ahora lo estaba haciendo por su hija.
Los ojos esmeraldas pasearon por la habitación hasta toparse con el enorme cojín del sillón. Alcanzó el blando objeto y lo atrajo hacía a si, colocando detrás de su espalda para quedar sentado en posición comoda. Después de un suspiro, producto de un aburrimiento opresor, Gerard observó el sillón intrigado, parece que entre dos cojines se encontraba una especie de libro de pocas páginas. Volvió a hacer el esfuerzo de tomar dicho objeto y lo miró intrigado, claramente se trataba de un cuaderno donde, por la forma de escritura, Gerard entendió que pertenecia a Frank. Volvió a la primera página, después de haber saltado un par de ellas para recorrer el contenido con la mirada.
Y llegando a la conclusión de que Frank tenía una caligrafía terrible, comenzó a leer.

I Found Myself In You -frerarđ- (T1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora