Capítulo XVII: Liar

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Some fools think of happiness, blissfulness, togetherness...
Some fools fool themselves, I guess they're not foolin' me...

Gerard se había despertado, pero no fue voluntad propia, un terrible dolor acosaba el lado derecho de su abdomen. Se encogió, haciéndose bolita mientras su mano masajeaba la zona afectada. Apretó fuerte la línea superior de sus dientes contra la inferior, ahogando quejidos de dolor. Gerard sentía una enorme oleada de calor, como si de repente le hubieran metido en un horno a cincuenta grados Celsius. Alzó la vista para encontrarse con Frank dormido, solo su pálida espalda a la vista, todavía sin tatuar, aunque el menor pensaba solucionar eso pronto. El mayor admiró su rostro angelical varios segundos, tratando de olvidar el dolor que crecía con furia. En aquél momento se acordó de aquella dichosa vez a sus 14 años, cuando había sufrido los mismos cólicos y resultaron ser piedras en el riñón. No más que eso, no menos. Su maestro le había operado en aquella ocasión. Gerard hizo un esfuerzo pero no llegó a acordarse de mucho más, ya que había estado inconsciente la mayoría del tiempo.
Se levantó algo aliviado, echó un último vistazo a su novio y salió a toda prisa a la cocina. Abrió uno de los armarios y comenzó a rebuscar entre los paquetes de pastillas desesperado, hasta dar finalmente con el que necesitaba. Ketoprofeno, un potente analgésico, y en aquél momento, la salvación de Gerard, quien no dejaba de retorcerse de dolor. Cogió un vaso de agua y tomó dos de esas pastillas, sintiéndose aliviado casi al momento.
Suspiró fuertemente, guardando todos los paquetes y frascos que había dejado esparcidos en la encimera de granito. Se dirigió al sofá aún con el vaso de agua y se lo terminó de una. No transcurrieron más de quince minutos cuando la quemazón en su interior cesó. Bufó frustrado levantando su camiseta, allí vió la zona derecha enrojecida, tirando levemente al morado. El miedo volvió a él, ya no solo era el hecho de ignorar y obligar el dolor a irse a la fuerza, también había marcas visibles. Gerard bajó la tela, cubriéndose de nuevo y su índice se dirigió a su boca, para roer la uña con nerviosismo. No se libraría, sabía que tenía que ir al médico. En el peor de los casos necesitaría un transplante de riñón, o quizás moriría, ambos casos le preocupaban. Tal vez hace un año le daría igual, pero ahora tenía a Frank, y si haría cualquier cosa por estar bien de salud, no sería más que por él. Quizás Gerard no tuviera felicidad propia, pero le alivaba empaparse de la de Frank algunas veces, le hacía sentirse bien, a pesar de saber que era dependiente de eso.
Si Frank se iba, su felicidad se iría con él.
Pero su amado no se iría, quien se iría sería él, y directamente al barrio de los muertos si no hacía algo pronto. El teléfono móvil, como enviándole una señal, llegó a su campo de visión al otro lado del salón. Gerard se dirigió allí y buscó entre sus contactos el número de su médico privado desde después del secuestro, el mismo que le había tratado; el trauma, la depresión, ansiedad, la anorexia, y para completar el círculo vicioso, la sobredosis de heroína. Náuseas vinieron a Gerard cuando pensó en todo lo que había pasado durante el último año, quería vomitar esos pensamientos, más seguro de que solo le haría sentirse peor.

Debía llamar, y eso haría. Apretó el telefonillo verde de la pantalla táctil que lucía insinuante bajo el nombre de su contacto:

Dr. Wentz.

(...)

"Ey Gerard. En realidad estaba por llamarte." dijo del otro lado, antes de que el pelinaranja pudiera decir nada.

"Supongo que será nuestra conexión médico-paciente..." forzó una risa. Pete había sido más que un médico, mentiría si dijera que no salieron juntos un par de veces después del trabajo a tomar una copa. Wentz era uno de sus olvidados amigos.

"Sí, soy prácticamente como una mamá para ti, se cuando te pones malito, lo intuyo." bromeó un poco el pelinegro. Gerard rodeó los ojos y robandole un cigarrillo a la cajita de Malboro de Frank, salió al jardín. El sol chocó contra su cara, más no le importó, es más, por primera vez en su vida lo agradecía enormemente.

I Found Myself In You -frerarđ- (T1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora