Capítulo 8: Arresto

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Emilce empacó, dolida amargada y jodida.

Mientras hacía sus cosas Yelena la miraba desde la puerta de la habitación sin expresión alguna, Emilce no le prestó atención hasta que simplemente Yelena se marchó de la puerta.

Cuando estaba a punto de salir, Yelena se encontraba en la puerta esperándola.

—Te he llamado un taxi, te espera afuera.

Emilce le pasó de lado, la ignoró y se marchó.
¿Podía de verdad vivir lejos de Yelena? ¿Acaso no dependía emocionalmente de ella? ¿Yelena se buscaría a otra y la dejaría?

Emilce se fue a un motel. Ese mismo día llamó a Hange y le explicó su situación, Hange le tendió la mano y fue de inmediato al lugar.

—¡Que tonta eres (...)! ¡Pudiste simplemente irte directamente para mi casa!

—Lo sé pero no estaba pensando bien...estoy dolida Hange.

—Es lo normal.

Emilce y Hange estaban sentadas en la cama, con lágrimas de tristeza Emilce puso su cabeza en las piernas de Hange y esta acarició sus cabellos animándola un poco.

—Puedes venir a mi casa un tiempo, te puedo ayudar a conseguir empleo y empezar de nuevo, ¿Qué te parece?

—No me gustaría volver a verle la cara a esa maldita gigante...ese desgraciada...¡La odio y amo tanto!

—No tienes que verla si no quieres, ven...acompáñame.

Emilce no lo pensó,  se fue con Hange con la esperanza de olvidar a Yelena, la idea era algo absurda teniendo en cuenta que vivirían al lado de la otra. Fue un día terriblemente caótico, desde una discusión con Yelena hasta irse de la casa a vivir con Hange.

Esa noche mientras se sentaba en la cama de la habitación en que Hange la había acomodado pensó en que Yelena y el desgraciado de Zeke deberían de estar hablando de los preparativos de la boda. Con furia y ganas de quitarse el coraje fue de inmediato a la habitación de Hange.

—¿Qué ocurre? ¿No puedes dormir o...quieres dormir conmigo?

—Ambas.

Emilce se subió a la cama de Hange, estando encima de ella comenzó a besarla con inquietud. Hange desde abajo acariciaba sus pechos y de una forma brusca se detuvo.

—¿Qué sucede?

—No Emilce...así no. No quiero ser...ya sabes, no por despecho.

—Lo siento.

Emilce se detuvo y se echó a un lado sintiéndose terrible. Hange era perfecta, incluso demasiado para ella y cualquier ser humano en este mundo, ojalá ella llegara a amarla y desearla más que a Yelena.

Los días que pasaron fueron demasiados lentos y estresantes, un mes que parecía un año. Emilce con la ayuda de Hange consiguió un empleo, no volvió a contactar con Yelena y Yelena tampoco contactaba con ella, no la veía cuando llegaba o se iba pero era consciente de que se avecinaba su boda.

Lo peor de todo para Emilce fue que empezó a enfocarse en Hange y tratarla como se merecía para darse cuenta que ya era tarde porque Hange estaba enamorándose de alguien más.  Se lo dijo un jueves a las 6:34 Pm mientras tomaban té.
Emilce sintió que no tenía derecho a reclamarle incluso si compartían la misma cama y los mismos placeres durante la noche.

—¡Oh! ...Me alegro por ti...te lo mereces.

—¿De verdad te alegras por mí?

—Honestamente estoy un poco triste, siento que ya nada será igual ¿Soy una egoísta verdad?

—Jajaja un poco...todos lo somos.

—Hange...jamás creí decir esto en mi vida porque sé que soy egoísta, si  tú eres feliz con alguien mas,  yo sonreiré desde los celos de mi infierno por ti.

—Eres jodidamente adorable.

—¿Y bien? ¿Cómo se llama mi rival?

—Su nombre es...

El timbre de la puerta interrumpió la conversación en el mejor momento. Hange se puso de pie y Emilce le siguió. Eran policías.

—¿Qué se les ofrece?

—Estamos buscando a la joven Emilce. ¿Se encuentra aquí?

— Sí, soy yo, ¿Qué sucede?

—Tendrá que acompañarnos señorita Emilce.

—¿Acompañarlos? ¿A dónde? ¿Por qué, qué sucede?

—Está usted acusada del asesinato de Dot Pixis, exigimos que venga con nosotros.

Sugar Mommy (Yelena x oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora