Capítulo 20: Adiós...mi amada.

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Lo confirmó aquella misma noche y aún así no la desamparó porque ella le importaba. Desde aquella noche Hange se preocupó más de lo imaginado por Emilce, en su mente  Emilce había sufrido tanto y estaba tan sola que había enloquecido; más sin embargo en el fondo de su corazón Hange sabía que todo lo que pensaba sobre ella justificándola eran excusas, no podía justificar las acciones de Emilce con las palabras de "locura", Emilce podía ser cruel y malvada, ciertamente lo era, puede ser que la convivencia con  Yelena la había vuelto de esa forma o quizás siempre fue así, quién sabe...algo sí era seguro, Hange no quería abandonarla.

La luna de miel se agrió aquella misma noche, volvieron al día siguiente a la casa de Emilce la cual se convertiría en su casa matrimonial.

Emilce actuaba como si nada hubiera pasado, miraba a Hange con ojos locos de amor, se entregaba en cuerpo y alma a ella como si su vida dependiera de sus besos y su mirada. La cruel Emilce dejó en manos de Hange todos los negocios encargándose únicamente del trabajo que más le encantaba: Amar a Hange.
A pesar de que Hange la amaba estaba perturbada, Emilce era peligrosa incluso para ella misma.

La vida seguía para todo el mundo incluso si no era la mejor. La desaparición de Pieck no pasó desapercibida, muy contrario a la de Levi y Petra de la cual jamás se supo nada.

A tan sólo días ya andaban los noticieros, policías y detectives investigando sobre dónde podía estar Pieck. Yelena no salió jamás a dar la cara ni se le mostró en televisión. Ella no era ese tipo de persona. Se comentaba que la misma Yelena podía ser responsable de la desaparición de su esposa como ya habían muerto  misteriosamente sus esposos aunque nadie lo decía directamente porque ella era Yelena, una de las mujeres más influyentes no sólo de la ciudad, del país completo.

Habían pasado semanas de lo acontecido, Hange y Emilce no tocaban el tema, Emilce andaba en una burbuja hasta que un miércoles Hange decidió explotarla.

Eran las 7:21 en horas de la noche. Hange llegó tarde del trabajo y Emilce en la puerta esperaba por ella impacientemente. Tan pronto vio a Hange le abrió la puerta como si fuera su empleada, cerró la puerta después de que entró y se agarró del cuello de la de lentes.

—Llegas tan tarde...Hange mi amor—Le besa el cuello—No sabes cuanto te he extrañado.

—Lo sé y pido perdón—Mira a su alrededor—Parece que no hay nadie en casa.

—Le pedí a las empleadas que se fueran...hoy quiero que estemos las dos—La mira—Solo tú y yo.

Emilce intentó besarla, Hange la evadió. Emilce sintió en su cabeza una música que la ponía en alerta, algo malo estaba pasando.

—¿Por qué no quieres besarme?—Preguntó Emilce seria.

—No es eso—Dice Hange poniendo su maletín en el sillón y sentándose mientras extendía una mano para que su esposa la tomara—Ven aquí.

Emilce la obedeció, se sentó en sus piernas sintiendo las caricias que Hange hacía sobre su cabello.

—Te adoro Emilce, ¿Lo sabes, no?

Emilce la miró a los ojos prestándole atención.

—Eso me dices...también me lo demuestras, también sabes que yo a ti te amo, ¿No?

—Sí, y por eso mismo quiero hacerte una petición.

—....

Emilce no dijo palabra alguna, Hange la miró con dulzura motivando a Emilce a aceptar.

—¿Una petición? Sabes que por ti haría lo que sea.

Hange sonrió besando su frente, después tomándola de la barbilla le dijo muy seriamente:—Emilce...necesito que vayas a terapia.

Sugar Mommy (Yelena x oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora