Capítulo 17: Ojo por ojo

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La gran disciplina de Levi Ackerman lo ayudaron a mantener la compostura con aquella mujer. El odio era profundo hacia ella y la misma era consciente de ello. Levi Ackerman confió demasiado, jamás pensó que en la mujer gigante sería más astuta que él.

—Mañana a primera hora ve a buscarla, Petra estará en libertad.

Levi hizo un gesto extraño, golpeó la mesa y acercó su rostro furioso a la mujer.

—¡¿Qué demonios te pasa, perra desgraciada?!

—Vaya modales...

—¿Crees que eso es todo? ¡¿Crees que así solucionas todo?!

Yelena se puso de pie, le dio la espalda y caminando hacia la salida sin voltear le habló:—No exageres, dejémoslo así.

Los eventos después del encuentro entre aquellos dos marcaron misterios. Petra Ral salió en libertad al día siguiente de forma discreta, para Levi el alivio que le producía ver a su chica en libertad era menor que el golpe bajo que le había dado Yelena, él no sabía el plan de esa mujer pero no se iba a quedar quieto.

Días  después Yelena regresaba a su casa después del trabajo. Con el saco en sus manos y un pensamiento de dolor de tan sólo imaginarse a su esposa gritándole o peleando por cualquier estupidez entró a su mansión.

—Yelena-sama—La llamó una empleada.

—¿Qué sucede?

—En el estudio hay una mujer esperándola.

—¿Quién?

—Es Emilce.

Yelena sintió algo vibrar. Se sintió emocionada, le gustó escuchar aquello. Sonrió naturalmente y caminó derecho a su estudio no sin antes voltear a su empleada y preguntarle:—¿Dónde está mi esposa?

—Salió hace un rato, antes de que llegara Emilce.

—Bien.

Yelena caminó hasta su estudio, abrió lentamente la puerta y la cerró tras entrar. Ahí la miró, se veía maravillosa.

—Emilce.

Emilce estaba sentada en su silla de piernas cruzadas con la mirada algo perdida para después dirigirla hacia Yelena.

—Hola Yelena, ¿Cómo estas?

—Mejor...Dime, ¿Viniste a agradecerme?

—¿Por qué haría tal cosa?

—Hice que liberaran a Petra, la chica que injustamente estuvo presa por tu culpa.

—No entiendo las facilidades que tienes de hacer y deshacer con la ley a tu gusto.

—Eso pasa cuando tienes poder, un poder que ni tu queridísimo marido tiene—Responde mientras sirve dos vasos de alcohol.

—Supongo...

Yelena le pasó un vaso y Emilce lo tomó dando un solo trago donde bebió absolutamente todo, Yelena la contempló un poco excitada.

Aquel alcohol acarició su cuello y bajó hasta sus pechos, Yelena no lo resistió. La agarró del cuello y le plantó un beso lleno de desesperación con ganas de comérsela.
Emilce no se resistió, dejó que Yelena la besara y le metiera la lengua hasta la garganta. Desesperada Yelena limpió todo su escritorio para acomodar a Emilce ahí, pero Emilce ya no era su sumisa, ella tenía más control. Se bajó del escritorio y mirando a Yelena con firmeza le ordenó:

—Acuéstate en el piso.

Yelena estaba sorprendida, se mordió los labios bajándose los pantalones y después la obedeció.
Emilce lamió con su lengua su mano derecha para después dirigirla hasta la intimidad de Yelena y con sus dedos penetrarla una y otra vez, profundo y duro.

—¡Ah! ¡Ah!—Gemía Yelena—¡Emilce! Te has vuelto buena en esto ¡Ah!

—¿Te gusta?—La penetra más fuerte—Dime que te gusta.

—¡Ah! ¡Sí!

Antes de hacerla correr Emilce sacó sus dedos de Yelena, le lamió un poco el coño y levantándose el vestido aún con su ropa interior puesta se frotó con el sexo de Yelena.
Yelena estaba debajo de Emilce, mirando con asombro y excitación como aquella pequeña mujer que una vez estuvo a su merced la ponía a ella en la misma posición que antes estaba. No había duda en ese momento, Yelena la deseaba desesperadamente.

Aquel estudio se llenó de ruidos obscenos por ambas mujeres quienes fueron violentamente descubiertas por la esposa de Yelena, Pieck Finger. Pieck entró al estudio totalmente impactada viendo aquella escena, Yelena aún no se percataba de la presencia de su esposa, debajo de Emilce sentía el paraíso mientras tanto Emilce continuaba frotando su sexo con el de Yelena dirigiendo su mirada a Pieck mirándola con triunfo y una sonrisa ladina. Emilce había ganado, no solamente el placer de un orgasmo, sino el placer de haber ocasionado el caos en aquella pareja.
Después de llegar al orgasmo Emilce se puso de pie, se acomodó la ropa, ahí Yelena se percató de la presencia de su esposa. Emilce caminó rumbo a la salida pasando con total calma al lado de Pieck quien estaba estática sin pronunciar ninguna palabra.

Emilce salió de la casa de Yelena, cuando estuvo a punto de subirse a su auto fue llamada por Hange y caminó hasta su casa. Una vez adentro la expresión de seriedad de Hange la asustó un poco.

—¿Por qué tan seria, mi hermosa Hange?—Tan pronto Emilce hizo aquella pregunta recibió una bofetada de la de lentes volteándole su cara. Su mejilla ardía.

—...

—...

—¿Por qué me pegas, Hange?

—¡¿Qué te pasa?! ¡¿Qué demonios crees qué haces?!

—...

—¡Emilce!

Hange la tomó del mentón, la reprendió severamente por su acción.

—¡Ya!

—No Emilce, deja de comportarte tan descaradamente. ¡Tienes un esposo! Y esa mujer es peligrosa. ¿Qué ganas con esto?

—¡Destruirla! ¡Eso gano!

—¿Aún la quieres?

—¡Ash!—Emilce se dio la vuelta sin mirara a Hange—No digas tonterías.

—No son tonterías...es lo que presiento...Emilce—Hange la abraza por la cintura desde atrás, colocó su cabeza en el hombro de Emilce y aún abrazándola le hablaba en su oído:

—No hagas disparates, por favor...

—Perdóname Hange...

Aquella tarde después de una charla con Hange, Emilce volvió a casa para encontrarse con un Erwin serio. Emilce se alarmó. Tuvo el mal presentimiento de que Erwin sabía de su infidelidad.

—Buenas tardes amor...llegaste temprano.

—Emilce...¿Dónde estabas?

—Estaba...en casa de Hange.

—En casa de Hange...entiendo. Emilce—Se acerca a su esposa serio—¿Has hablado con Levi?

—¿Con Levi?...no.

—¿Hace cuanto no sabes de él?

—Pues—Hace memoria—Después de que me comunicó por teléfono lo ocurrido con Petra...creo...

—Algo anda muy mal.

—¿Qué ocurre? Dime.

—Levi y Petra han desaparecido.

Sugar Mommy (Yelena x oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora