Capítulo 12: Un paso hacia la locura

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Emilce era mucho más pequeña pero también demostró más violencia. Su objetivo era dañar a Yelena quien a pesar de golpearla también intentaba sujetarla de las manos sin ningún logro pues Emilce la hizo enojar y ella arremetió con más furia contra la chica.

Aquel momento fue interrumpido cuando Zeke hizo acto de presencia en la habitación separando a ambas mujeres.

—¡Basta! ¡Basta ya!

Tuvo que tirar a Emilce al piso para someter a Yelena agarrándola de la mano y girándose hacia ella:

—¿Qué te pasa, Yelena? ¡Cálmate ya! ¡Tú no eres así!

Pero Yelena respiraba entre cortadas y justo antes de Zeke darse la vuelta Emilce lo golpeó en la cabeza con una decoración de la habitación. Zeke cayó al piso y de inmediato empezó a desangrarse.

—¡¿Qué hiciste, Emilce?! ¡¿Qué demonios hiciste?!

—Yo...

Emilce retrocedió unos pasos, estaba completamente incapacitada. Temblaba y miraba hacia ningún lugar.
Yelena llamó a emergencias y en aquella mansión volvió a reinar el caos.

Emilce se quedó quieta en su habitación, no se movía más que para temblar. El miedo a convertirse en una asesina la arropó de forma inquietante y Yelena estaba demasiado concentrada en el estado de salud de su esposo.

Cuando la policía empezó con el interrogatorio Yelena no quiso involucrar a Emilce. Se encargó de todo diciendo que "Había sido un accidente", pero lamentablemente cuando Zeke llegó al hospital ya estaba muerto.

Emilce se mantuvo aquel día después del suceso encerrada y traumada en su habitación. Yelena llegó muy de noche a la casa después de acompañar a Zeke en la ambulancia al hospital y cuando llegó entró al cuarto de Emilce.

Emilce estaba sentada en la cama cabizbaja.

—Emilce...¿Te das cuenta de lo que has hecho?

—-...

—Mataste a Zeke, a mi esposo.

—...

—Y ahora...la policía viene por ti.

Emilce se puso de pie mirándola sumida en completo terror mientras que de fondo las sirenas de la policía ya se escuchaban.

Emilce perdió toda la fe, el brillo de sus ojos se apagó y dejándose caer en el abismo salió a entregarse a la policía.
Inesperadamente la policía ignoró la presencia de Emilce y en su lugar se llevaron a una empleada de la mansión esposada.

La mujer de baja estatura llamada Petra gritaba en horror que era inocente y Yelena hablaba con el detective asignado en el caso.

—Ella es...no puedo creer que desde que mi esposo se mudó a la casa mantenía un romance secreto con ella. Es algo muy cliché que este tipo de mujeres quieran atentar contra la vida de un hombre cuando quieran dejarlas.

—Lamento mucho su perdida señora Yelena, la mantendremos atenta al caso, Paz al alma de su esposo.

—Gracias, detective.

Las demás empleadas tenían estrictamente prohibido comentar cualquier cosa de lo ocurrido o Yelena las haría pagar muy caro. Emilce empezó a perder la cordura aquel día.

—¿Por qué? ¡Incriminaste a una inocente!

—Será mejor que cierres la maldita boca, Emilce. No hablarás de esto con nadie. ¿Lo entiendes, no?

Yelena llamó envuelta en un llanto que no era fingido a Eren el cual se presentó de inmediato.

Desde aquel día Yelena encerró a Emilce sin permitirle tan siquiera asistir al funeral de Zeke puesto que la joven se había vuelto algo inestable, incluso muchas noches gritaba que lo veía y parecía volverse loca.

Yelena era una mujer con un actuar extraño. En el fondo le dolió la muerte de Zeke pero tampoco tuvo remordimientos en incriminar a su empleada para salvar a Emilce. Por otro lado Eren Jaeger no era tan imbécil, sospechaba cosas turbias y en más de una ocasión le hizo frente a Yelena.

Durante 2 meses después de la muerte de Zeke Yelena retomó su vida normal, se refugió en el trabajo y en las noches en la cama de Emilce quien solía hablar muchas incoherencias y por supuesto, para rematar, Emilce estaba embarazada.

Yelena aquella noche de fuego juntaba su sexo con el de Emilce quien mantenía la mirada en algún lugar extraño. Hundida en su propio placer Yelena se cabreó cuando en la puerta una de las empleadas la llamaba con urgencia.

—¡¿Qué rayos quieres?! ¡Estoy ocupada!

—Pero señora...es Hange-Zoë, exige ver a Emilce.

—Dígale que está indispuesta, ahora ¡Largo! ¡Ahh!

Yelena abrazó a Emilce dándole besos en la cabeza.

—Y-Yelena...

—¿Qué sucede, mi Emilce?

—S-Soy...¿Una asesina?

—¡Shh!—Dice besando su cabeza—Eres mía, Emilce. Yo cuidaré de ti.

—Yelena...

Parecía gustarle tenerla tan sumisa y a su merced, dispuesta a todas las suciedades que ella quería hacerle.

—Emilce, mañana iremos a un doctor.

—¿Doctor?

—Sí mi pequeña, así es. Te vas a poner bien.

Yelena durmió con Emilce tranquila y a la mañana siguiente volvió al trabajo dejando a Emilce encerrada con llave bajo la supervisión de una empleada de mucha confianza.

Cuando regresó Emilce estaba vestida y con la mirada perdida. La tomó de la mano y la condujo hacia su auto. Antes de entrar al auto se encontró con nada más ni menos que con Hange.

—Emilce.

—¿Qué quieres, Hange-san?

Emilce estaba en silencio, aún su mirada se mostraba perdida mirando a ningún lugar. Yelena la metió en el auto y se dirigió a Hange quien la cuestionó con rabia.

—¡¿Qué le has hecho a Emilce?!

—No le he hecho nada, aléjate de ella, Hange. Involúcrate más en tus asuntos.

—¡No me jodas! ¡¿Qué significa esto Yelena?!

Pero el enfrentamiento no pasó a mayores, la novia de Hange hizo acto de presencia y se la llevó evitando problemas. Aquella tarde Yelena condujo con Emilce hacia una clínica para realizarle un aborto.

Sugar Mommy (Yelena x oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora