capítulo 18

56 8 7
                                    

Derek:
Estoy en un lugar grande, oscuro  y un poco peculiar debido a la gran cantidad de personas que hay para estar aislado.  Lentamente miro a mí alrededor, hay hombres armados a cada lado de las cuatro paredes de la habitación,  de hecho,  unos de los  hombres se encuentra en otra esquina vigilando a unas chicas jóvenes  semidesnudas  que parecen que son menores de edad. 
Este ambiente me da asco con solo ver a esas niñas hace que me hierva la sangre , estoy preocupado por ellas y al observar las a sus ojos llegó adivinar a través de su forma de mirar como sin luceros tienen un tono claro  y sus rostros están llenos de tristeza.
Siento mucha rabia de que existan esos asquerosos proxenetas.
Maldigo por no poder ayudarlas y  mi odio  aumenta cada vez más al verme incapaz de no poder hacer algo. 
  Sin embargo, estoy  aquí para encontrar al maldito del Piola para ajustar cuentas con él y así poder proteger a mi hermosura.
Camino hasta llegar a un cuarto, veo a un niño rubio, mulato de unos diez años  sentado en una esquina del cuarto. El niño al verme se asusta,  intento calmarlo, comenzando a hablar muy despacio.

— No te asustes no tengo  intención de hacerte daño. Simplemente dime qué es lo que te ocurre. 
— Intento acercarme al niño el cual sigue temblando sollozando escondido su rostro en sus rodillas.

— Quiero ir con mi mamá

— ¿Dónde está tu mamá?

— Unos hombres se la llevaron y yo me escondo para que no me hagan daño quiero ir con ella.

— Sabes. Te voy ayudar. Pero antes debes darme alguna pista de cómo es tu madre para llevarte hasta ella.

— Ella es morena, ojos marrones, piel canela delgada. Mira aquí tengo una foto. — El niño me muestra una pequeña foto de su madre, la observo con detenimiento pensando en que quizás su madre haya sido secuestrada por el Piola para hacerle cualquier barbaridad.

— De acuerdo, te prometo que te llevaré hasta ella, pero antes prométeme que no te moverás de aquí. Yo mismo vendré a buscarte. Por cierto, soy Derek.
¿Y tú cómo te llamas?

— Me llamo Jorge,  gracias héroe. — El niño me abraza con fuerza rodeándome por mi cuello. Su dolor lo puedo percibir, es demasiado por todo lo que deben de pasar estos niños a su temprana edad. Le hago entrega de comida y tras pasar un rato con él, recibo la señal de Almudena. Al parecer a podido localizar al Piola.

—Jorge ,si viene alguien escóndete muy bien para que no te vean,  ¿vale?
  –me mira fijamente y asiente con la cabeza  después lo abrazo.

—De acuerdo héroe – hay algo dentro  de mi que me dice que no lo deje solo.  por dios mío, ¿qué hago  en ese instante? Él me observa detalladamente como si me leyera la mente  me hace entrega de un collar,  al verlo me quedo asombrado ante su gesto.

—¿Porqué me das el collar? –simplemente trae buena suerte me dice con esos  enormes ojos.

—Porque mi madre  me dijo que este collar me protege de lo malo por eso te lo doy para que te protejas pero ya tienes alguien que te protege desde el cielo –Me pongo el collar  y decido marcharme dejándole solo.

En el pasillo me encuentro con Almudena, enseguida nos ponemos en marcha hasta llegar a un lugar apartado de todo.

En ese instante me encuentro al piola sentado con unas mujeres, le señalo a Almudena para que mire hacia algún punto donde podamos escondernos y así facilitarnos para poder llegar al maldito del piola.
Caminamos en sigilo casi arrastrándonos por el suelo para no ser vistos.
Nuestra mala suerte nos persigue y justamente cuando intentamos de llegar a él nos sorprenden unos  matones.   Mascullo blasfemias e intentamos huir en vano,  uno de ellos pone el arma en la cabeza de Almudena haciendo que  de repente ella se quede quieta y yo también por miedo a que le puedan hacer algo.
Me lanzo a ese matón con el propósito de proteger a Almudena, comienzo a golpearlo, seguido  intercambiamos unos golpes hasta que nos separan, herido veo como se  llevan a Almudena, pero ella valiente comienza a defenderse golpeándolos, desafortunadamente, llegan varios hombres más y a pesar de intentar sacar fuerzas para defendernos, somos arrestados por el grupo numeroso de matones llevándonos medio heridos hasta una habitación medio oscura y sucia.
Nos atan a una silla y para colmo nos golpean, Almudena se la llevan, temo de que lleguen hacerle cualquier atrocidad.
Ese pensamiento provoca más irá dentro de mí, aún así poco puedo hacer salvo esperar y escuchar ruidos y voces de mujeres gritando.
Dejo caer abatido mi cabeza, no soy un héroe, simplemente soy un hombre que está en un lugar lejos de mi hogar protegiendo a la mujer que amo rezando por mi vida y por la de ella.
Solo pido a Dios que no me deje solo, que me dé las fuerzas necesarias para combatir y poder abrazar nuevamente a Diana.

DESEO ALCANZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora