𝐒𝐃 || Ellie LeBlanc se muda a la ciudad de All Valley en donde conoce a Eli y Demetri, con el tiempo ella se hace mejor amiga de estos dos. Pero ¿qué pasara cuando se entere que ambos sienten algo por ella?.
"Son mis mejores...
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— ¡¿Ya estás lista?! — preguntó Alexei del otro lado de mi puerta.
— Aún no. — contesté, harta. Era la quinta vez que me lo preguntaba y en esas cinco veces mi respuesta no había cambiado.
— Llevas exactamente dos horas metida en tu habitación, ¿por qué tanto te demoras? — habló ahora Miguel que se encontraba en la sala de mi casa.
— Estoy terminando de arreglarme, no sean impacientes.— rodé los ojos frente al espejo y continué aplicándome un poco de rímel en mis pestañas.
— Hemos sido pacientes por más de una hora, Ellie.— se quejó mi hermano.
Cuando salí de la habitación, ambos chicos me miraron de pies a cabeza y fruncieron el entrecejo.
— ¿Enserio te demoraste tanto para vestirte así? — Alex señaló mi vestimenta. Traía puesto unos jeans cómodos, una remera color negro y unas zapatillas.
— Démonos prisa, llegaremos tarde.— mencioné al ver la hora en mi celular.
— Ahora somos nosotros los que se demoran.— rio Alex con sorna y lo miré mal.
— ¿Ya pensaste en lo de Hawk?— Miguel se acercó y preguntó en voz baja.
— No me gustan los secretos— comentó mi hermano al ver esto.
—Cállate Alex— dije, el susodicho alzó ambas manos y fue a encender el auto.
— ¿Y...? — el trigueño esperaba respuesta.
— No sé Migue, mejor lo hablamos luego, se nos hace tarde— tomé mi bolso y fuimos hasta el auto.
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—¿Sucede algo Migue?— pregunté al verlo muy cabizbajo, llevaba todo el camino así.
—No, es solo, ya sabes...Sam.— contestó casi en un susurro y coloqué mi mano en su muslo.
—Ella te quiere mucho, enserio, es solo que aún está molesta por lo de la fiesta y algunas otras cosas. Déjame hablar con ella, ¿si? — este solo soltó un suspiro.
— Tuve una discusión con ella en el torneo, creo que esta vez si dejará de hablarme por completo. Gracias por querer ayudar.— me dio una sonrisa y le devolví el gesto.
—¡Llegamos!— Alexei estacionó el auto cerca al restaurant en el que nos encontraríamos todos.
—Vamos Migue, distraigámonos un rato, la pasaremos increíble—ambos salimos del auto pero antes de entrar Miguel me tomó del brazo y me giró para darme un fuerte abrazo.
