XXXI

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"Mi girasol:

Siento que este es el comienzo, aun cuando te he amado por un millón de años.

Al leer nuestras cartas te darás cuenta de lo mucho que me has inspirado. En cada etapa has significado para mí diferentes ilusiones, diferentes esperanzas, pero lo más importante es que siempre has significado algo.

Recurro a esta carta para escribir lo que jamás he sido capaz de decirte, para decirte todo aquello que he querido decirte desde la primera vez que nos vimos.

Quiero que sepas que te amo. Sí Roggie, te amo.

He estado recordando mucho últimamente, lo nuestro es todo lo que he conocido.

Nos habían enseñado que lo nuestro no era amor, pero me he dado cuenta de que lo era. Lo que tú y yo hemos tenido es el amor más verdadero que he sentido jamás.

Te quiero desde el día que llegaste a mi casa a las tres de la mañana con tus dudas en geometría. Te quiero desde el día que me calentaste las manos con tu aliento porque había perdido mis guantes. Te quiero desde la noche en el autocinema. Te quiero tanto como quiero a nuestras interminables pláticas en medio de la madrugada. Te quiero tanto como quiero a nuestros viajes en la carretera y nuestras carreras bajo la lluvia. Te quiero desde el beso en el establo de los Staffell. Te quiero tanto que la idea de volver a verte fue lo único que me mantuvo con vida en la batalla de Inglaterra.

Te quiero desde que teníamos 18, mucho antes de que pudiéramos comprender qué significaba querer.

Te quiero desde el día en que una estrella fugaz cayó de tu corazón y aterrizó en mis ojos.

Bastaría con mirarme a los ojos para que lo entendieras. Ojalá pudieras. Ojalá pudiéramos.

No harían falta palabras, nos miraríamos y volveríamos a ser los niños en los pasillos del colegio; antes de las bombas, antes de la muerte. Antes de lo viejos en los que nos ha convertido todo este odio.

Éramos muy jóvenes como para saber que lo teníamos todo. Por eso estoy bajo tu ventana esperando verte otra vez, aunque sea un instante. Para que tu sonrisa vuelva a hacerme creer que nuestro amor lo significó todo y arrojó un rayo de luz en este siglo que ha nacido muerto, porque la vida me sonríe cuando te veo sonreír. Te quiero y pase lo que pase estaré contigo, porque sé que el sol estará saliendo de regreso a casa.

Juntos hemos aprendido que a veces la mala racha suele ser solamente el comienzo de algo mejor.

Nunca había estado seguro de algo en mi vida hasta que llegaste tú. Sé que quiero pasar esta y todas mis vidas a tu lado, para bailar bajo la lluvia y escapar a algún lugar sobre el arcoíris. Quiero vivir contigo, incluso cuando seamos fantasmas.

Te amo por encima de todo aquello que no podemos ver, por encima de todo lo que no podremos conocer y por encima de todo lo que podemos llegar a comprender.

Te amo, y nada me hace más feliz que ser consciente de ello.

-Tuyo, Bri".

📜

Cuando Tim terminó de leer la carta, alzó su mirada para encontrarse con los ojos azules cristalizados de su amigo rubio. Con emoción, lo sujetó por la cadera y colocó su brazo por encima de su hombro.

Al correr la cortina, su vista enfocó la silueta de un chico alto bajo la luz de la luna, con sus rizos ondeando con ayuda del viento nocturno.

Tim le ayudó a bajar por las escaleras de su hogar por lo que parecía ser una eternidad.

Al abrir la puerta se encontró con sus ojos hazel y su sonrisa tranquila. Las estrellas de otoño alumbraban dulcemente su rostro, tal como el día en que llamó a su puerta por la madrugada.

Aquella noche las estrellas se pusieron de acuerdo, aflojaron los tornillos que apretaban las sienes del mundo y le dieron unos segundos de ventaja a la felicidad. El mundo parecía haberse puesto en pausa, donde no importaba el sonido escandaloso de su tos, ni los estruendos a la lejanía. Solamente importaba su amor.

Brian se acercó lo suficiente para dejar un beso sobre su frente, "Hola, girasol" llegó hasta sus oídos entremezclándose con los susurros del viento.

Tim pasó su cuerpo hasta el rizado, ayudándole a su débil anatomía incorporarse para hundirse entre su cuello y fundirse en la calidez de su pecho. Por una vez más, el rubio se encontraba en su lugar seguro.

El rizado se las arregló para sujetarlo y rebuscar entre sus bolsillos hasta encontrar una pequeña envoltura dorada.

Lo tomó por el mentón con todo el cuidado posible, sabía que su girasol era ahora una hermosa pieza de porcelana rota.

El rubio sonreía, porque la estrella que iluminaba su galaxia regresó tal como se lo había prometido.

Cuando Brian le pidió que sacara la lengua sintió entre su paladar el sabor dulce de una tablilla de chocolate y almendras.

-¿Sabías que comer chocolate protege el corazón?

Roger abrió la boca para contestar, pero Brian nunca escuchó lo que dijo, porque en aquel momento se oían gritos siendo amortiguados por los sonidos de los aviones sobrevolando en el cielo y el sonido estruendoso de los edificios cayendo. El color violeta de la noche se tornó a rojizo, como el color del fuego abrazando todo a su paso.

Brian no entendía lo que pasaba, pero suponía que tenía que ver con la guerra que decidió abandonar.

Nunca miraron atrás, nunca temieron, nunca lloraron.

La noche quedó a oscuras y por instantes perdió la luz que la luna brindaba. Pese al desorden que se produjo, Brian logró seguir sujetando a Roger contra su pecho. No lo habría soltado por nada del mundo.

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Confía en la magia de los nuevos comienzos.

☀️🌻🌠🌙

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Fin.

H Ė R O E S ✯𝓶𝓪𝔂𝓵𝓸𝓻 ✯ [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora