Era la comida mas incomoda que haya tenido en toda mi vida. Lo bueno que tenía era que por fin veía a Ken, estaba sentado a mi lado, pero no nos habíamos dirigido una palabra todavía. Su padre por lo visto había llegado poco antes que yo, después de que lo saludara nos pusimos a comer y fue cuando el silencio sepulcral invadió todo.
- ¿Cómo ha ido hoy Akane? – rompió por fin Yuna el silencio.
- Bien, como siempre. ¿Crees que podrás venir mañana ya? – pregunté dirigiéndome hacia Ken, sin disimular mis ganas de molestarlo.
- Quien sabe. – se limitó a decir de forma seca e indiferente.
- Este hijo mío es demasiado débil, a veces pienso que no aprovecho del todo los años en la academia. – dice su padre con su ronca voz.
- ¿Usted también estuvo allí Coronel? –pregunté dispuesta a sacar más información como fuese.
- Iba de vez en cuando a dar clases de estrategia. Eran todos demasiado débiles.
- ¿Y Kentin? ¿Cómo era Kentin?
- El más pequeño sin duda. – dice soltando una risotada pillándonos a todos, o por lo menos a mí, desprevenida. – Era torpe en todo y no destacaba en absolutamente en nada. No sé cómo piensa seguir la línea familiar de este modo.
Y en ese momento noté como tres corazón se encogían de dolor, Yuna y yo nos quedamos con el tenedor en el aire, Ken por otro lado lo dejo con delicadeza en el plato.
- No me encuentro bien, me voy a la cama. – se excusó antes de desaparecer por el pasillo.
Genial, lo había fastidiado yo todo con el torpe intento de sacar información.
- Voy a… - digo intentando buscar una excusa coherente para seguir a Ken a su habitación. - A darle los deberes a Kentin. Nos han puesto bastantes hoy.
Me levanté de la mesa dejando el plato sin terminar, a Yuna desolada y al Coronel con el ceño fruncido.
- Ken… - digo picando a la puerta pero sin hacer el intento de entrar. – Perdón por haber sacado el tema.
- No ha sido tu culpa.
- Quiero decirte algo, seré breve. Solo tienes que escucharme, no hace falta que hables.
- Vale.
- Aceptaré la decisión que tomes sea la que sea, no me importa, pero quiero que seas realmente consciente de lo que decides y mires por tu felicidad de una vez por todas. No pienses en nadie más que en ti para decidirte, te mereces ser feliz pero no lo lograras si sigues anteponiendo al resto antes que a ti mismo. Tampoco tienes que pensar en esa promesa que hicimos de pequeños, al fin y al cabo, solo éramos niños y no pensábamos mucho lo que decíamos.
Dejé golpear mi cabeza contra la puerta, la voz se me estaba empezando a quebrar, pero solo había dicho la parte realista, ahora debía decir la parte que yo realmente sentía.
- Ahora te voy a decir todo lo contrario, porque tengo que pensar en mi misma también, y si no lo te lo digo de una vez por todas explotaré de la peor forma posible. Además quiero que lo sepas, por si decides irte, no puedes irte sin que antes te lo haya dicho.
Me callé completamente, no podía hablar, el nudo en la garganta me oprimía cada vez más y las palabras se amontonaban temblorosas sin lograr pronunciarse.
- Dime, te estoy escuchando. – dice al otro lado, incitándome a seguir hablando.
- No quiero que te vayas, no quiero perderte otra vez. Te necesito a mi lado, aunque siga siendo de este modo, como dos buenos amigos, no me importa que sea así. Me conformo con que sigamos siendo sólo amigos. Solo eso mientras que te quedes, porque no quiero volver a sentir el vacio de perderte. Me quedé totalmente sola, al menos hasta que me cambié de instituto. Ahora no sería igual y lo sé perfectamente, porque sé que si te volvieras a ir te olvidaría del todo. Acabaría por no necesitarte en mi vida y te convertirías en alguien del pasado. – una lágrima cayó hacia el suelo. – No quiero que pase eso, no quiero olvidarte ni dejar de quererte del modo en que lo hago.
La puerta se intento abrir pero de un rápido movimiento la paré.
- Por favor, no la abras, no seré capaz de decirlo si te veo. – rogué sin fuerzas, pero él dejo de hacer fuerza. – Me gusta lo que sea que hay entre nosotros, llevo queriendo más desde que volviste prácticamente, nunca dejé de sentirlo realmente, solo se quedo pausado esperando que volvieras. Pero ahora que pasa esto, hasta me conformo con lo que teníamos y que tanto me esforzaba por cambiar. Así que quiero que sepas que siempre te he querido, y que cada día que pasa me asusto al ver que lo que siento por ti crece. Te querré siempre, de un modo u otro, has sido una persona muy importante en mi vida durante mucho tiempo y eso no cambiara pase lo que pase.
Me despegué de la puerta dispuesta a salir de allí, pero me detuve y dije más de lo que ya había dicho.
- Te quiero, tanto a Ken, como a Kentin, como al chico militar que tal vez se convierta en Coronel. Te quiero y quiero que lo sepas, desde hace mucho tiempo que te quiero pero nunca me atreví a decirtelo. No volveré a cometer el error de callarme lo que siento. Te quiero Ken, adiós.
Dicho esto salí corriendo, no quería saber que tenía que responder él, no al menos hasta que tomara una decisión respecto a la academia. Oí como la puerta de su habitación se abría de un golpe.
- ¡Akane! – me gritó saliendo en mi búsqueda.
Por suerte yo le llevaba algo de ventaja y le cerré la puerta del pasillo, no tarde en llegar a la puerta de la su casa, pasando delante de sus padres que se callaron sorprendidos por la estampida que estábamos realizando los dos. Justo en el momento que cerraba la puerta de mi piso él llegaba, dejando que sus puños desesperados impactaran con la puerta reiteradas veces sin descanso. Yo me dejé caer al suelo contra la puerta abrazándome contra mis piernas, sintiendo la puerta temblar con los golpes de Ken.
- ¡Akane ábreme ahora mismo! ¡No te atrevas a dejarme así después de lo que me has dicho!
- ¿Qué está pasando aquí? – dice la voz del Coronel. – Estas montando un espectáculo Kentin, entra ahora mismo en casa.
- ¡Me importa una mierda! – le gritó a su padre y luego volvió a dirigirse hacia mí. - ¡Abre la puta puerta Akane!
- ¡Kentin! – gritó de nuevo Coronel más enfadado.
- Kentin por favor, - suplicó su madre apareciendo en escena, – entra en casa, cuando estés más relajado vuelve a intentarlo. Por favor.
Supuse que lo convenció porque dejo de aporrear la puerta y segundos después se escuchó como cerraban su puerta.
Tal vez me hubiese quedado allí, tirada en suelo como estaba más tiempo, pero tras quince minutos escuchando los chillidos prominentes de la cocina pegada a la mía, me cansé. Ken y su padre discutían a todo pulmón sin llegar a nada en concreto.
Me tiré en mi cama con los cascos al máximo hasta caer dormida, sucumbiendo al cansancio acumulado de todos estos días atrás sin haber podido dormir bien.
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La sombra de Ken [CdM FAnfic]
FanfictionAkane está a punto de cumplir los dieciocho años y su único deseo es que el Ken de él que ella se enamoro vuelva de detrás de la fachada de chico duro que ha adoptado como Kentin. Pero la semana de antes las cosas se empiezan a torcer de manera ine...