Capítulo 5 - Pizza, película, tu y yo

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La madre de Ken nos pidió que fuéramos al centro comercial a comprarle unas cosas que necesitaba, por suerte ya no llovía aunque el cielo seguía lleno de nubes negras.  Nos quedaban pocas cosas de la lista que nos había dado.

- ¿Donde está la sal? – se pregunta Kentin a sí mismo. – Esta madre mía siempre se olvida de las cosas…

- Tu madre es un encanto, y la sal está en la estantería de al lado.

- Mmmhh… no la había visto.  Bueno esto es lo último, ahora faltan mis galletas.

Fue trotando hasta el pasillo de las galletas, el paraíso oficial de mi Ken… quiero decir, de Kentin.  Pagamos y cargamos las cinco bolsas en total, Kentin lleva tres y yo las otras dos.

- ¿Sigue en pie lo de la película?

- Siempre y cuando tus padres no me echen no hay problema.

- No, ellos suelen venir mas tarde y además hoy tienes turno de noche por lo que no estarán.

- ¿Estarás bien toda la noche sola?

- No es la primera vez que me quedo sola.

Puede que sea algo raro, pero ver los centelleantes ojos de Kentin clavados en los míos me produjo un vuelco al corazón y una idea loca asomo por mi cabeza.

- ¿Te apetecería cenar conmigo?  Pediré unas pizzas y así no me quedo sola y vemos la película.  Si quieres claro…

- Me apunto.

¡No me lo creo!  ¡Ha funcionado!  La película no me importa en absoluto, pero si me quedo a solas con él tal vez logre sacar al verdadero Ken.  En un remoto caso de que no me mande a volar con un puñetazo por cabrearlo.

***

Picaron al timbre y Kentin fue a abrir.  Era el chico trayéndonos las pizzas de queso.  Nos sentamos en el comedor, ya habíamos preparado la mesa y como no nos decidíamos por una película dejamos Wanted, la que daban en la tele que nos gustaba a los dos, en la cual sale Angelina Jolie. 

- ¿Y esto es lo que haces siempre cuando te quedas sola? – dice en los anuncios y pegando un bocado a su penúltimo trozo de pizza.

- Aja. Peli, pizza y trasnochar.

- Es un buen plan.  ¿Cada cuanto pasa esto?

- Dos semanas al mes.

- ¿Eso quiere decir que ya ha pasado desde que he vuelto y no me has dicho nada? – pregunta algo ofendido.

- Eehmm… ¿sí? – digo sonriendo sin saber que mas decir.

- Cabeza hueca.

- Calla y come que ya empieza la peli.

Cuando salen los créditos ya no queda ni rastro de pizza en nuestros platos.  Kentin me ayuda a recoger y volvemos a sentarnos en el comedor con la tele puesta sin prestarle atención.

- Oye… En cuanto a lo de tu cumpleaños me podrías decir que te gustaría, hace tiempo que no nos veíamos y habrás cambiado de gustos.  No quiero comprarte algo que no te guste.

- No quiero nada.

Esta vez me controlare con mis palabras porque si la pifio no puedo esconderme en mi casa ya que me seguiría al estar dentro de ella.

- Algo tienes que querer. – dice clavando sus ojos divertidos en mi.

- No.

- Dime.

- Que no hay nada.

- Venga…

- Nada. – giro la cara para que no ver como sus ojos me atraviesan a la espera de una respuesta que bien sabe pero ignora.

- Ugh… - suspira y noto como se hunde en el sofá. – Vale, tu ganas acepto.

- ¿Eh? – me giro para verlo y esta con la cabeza apoyada atrás y los ojos cerrados. - ¿El qué?

- A eso que detesto.

- No te entiendo. – digo sinceramente.

- ¿Me vas a hacer decirlo? – dice abriendo los ojos para mirarme. – ¡Ken!  ¡Me puedes llamar Ken!

- ¿En serio? – grito emocionada.

- Si… ¡Pero hay condiciones!

- Vale, vale.

He intentado evitar el tema y al final es él quien resulta que lo saca, y no solo eso.  Esto representa que acaba de tirar una de esas poses fingidas, que él, mi Ken, el que está encerrado está empezando a salir tal y como decía Yuna.

- Primero, empezaras a llamarme así a partir de este domingo, no antes.  Segundo, no puedes llamarme así delante de nadie y mucho menos de los gemelos del diablo.  Se aprovecharían para reírse de mí.  Y tercero, porque me llames así no quiere decir que vuelva a ser el que era.

Eso ya lo vernos mi querido Ken, es cuestión de tiempo.  Ahora estoy más cerca de tu verdadero tu.

- Vale, vale.  Me parece todo bien, es genial Ken.  Ken. Ken. Ken. – repito sin parar.

- Es a partir del domingo.

- Oh, sí.  Me callo. – digo tapándome la boca con las dos manos.

Un grito prominente de la tele hace que nos giremos para verla y nos topamos con una horrible bestia arrancándole la cabeza a un chico y mordiéndola como un chicle.  Suelto un chillido y Kentin estalla en una sonora carcajada.

- Oh vamos, no me lo esperaba. – me quejo.

- Tendrías que haberte visto la cara. – dice entre carcajadas.

- ¡Para!  Tus chillidos son peores todavía.

- No lo creo… - dice aun sin parar de reír.

- Eres horrible… - digo haciendo morritos.

- Vamos venga no te enfades. – dice recuperando el aliento de tanto reírse.

Le miro de reojo y al toparse nuestros ojos ambos sonreímos.  Esta clase de clima es el que teníamos antes, la clase de clima en la que te ríes por todo y te es imposible enfadarte.  En el que cualquier cosa que hagas por muy efímera que sea no te das cuenta que han pasado horas y se han hecho las cuatro de la mañana, pero te da igual porque estas tan a gusto que te quedarías así para siempre.

Al menos yo y mi Ken, porque Kentin mira el reloj y se levanta.

- Sera mejor que me vaya.  Es muy tarde.

- Sí, claro…

Lo acompaño a la puerta y la cierro antes de que él cierre la suya.  Realmente quería que se quedara más tiempo conmigo.

La sombra de Ken [CdM FAnfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora