capítulo 4

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Miedo, Reencuentro y en Familia.

En la mansión Gaunt-Prince una pareja se encontraba discutiendo, uno muy molesto y el otro entre molesto y preocupado.

- ¡¿Dime Por qué?!

- ¡Tenía que estar aquí!- Tom se retiraba a su habitación

- ¡Era Necesario gritar! - le detuvo Severus.

- ¡Era necesario que salga de casa! ¡No, no lo era!

- ¡No le preguntaste por qué lo hizo, solo le gritaste!

En la habitación del azabache, se encontraba el pequeño Harry cubriéndose los oídos, llorando y sintiendose culpable. Los gritos de sus padres continuaron, Harry quería que paren pero sabía que todo había sido su culpa, de un momento a otro la casa comenzó a temblar...

- ¡Harry! - ambos hombres corrieron a la habitación de su hijo, el temblor había sido magia accidental, llegaron pero la puerta estaba cerrada y por más que golpeen está no cedía.

- Bombarda - la puerta de la habitación se hizo pedacitos, dejando a los dos hombres entrar, Harry estaba en su cama llorando, con las rodillas tocando su pecho, los ojos cerrados con fuerza y cubriendose los oidos, muchos objetos se encontraba flotando, entre ellos una pequeña navaja que llamo fuertemente la atención de ambos hombres.

- Harry - llamo Severus - pequeño escúchame - llegaron a la cama donde estaba el niño llorando.

- Harry - Tom lo abrazo, el joven se tenso - tranquilo, está bien.

- Perdón...no quería...molestarte - sollozo el pequeño, siendo abrazado también por Severus - quería...saber si estabas ...bien... - Severus beso su frente - no quiero que peleen por mi culpa.

- No fue tu culpa - susurro el pocionista.

- Si yo no hubiera ido...no se abría molestado...no se abrían gritado...

- Harry perdóname - aferró al joven a su pecho - Estaba molesto, pero no contigo - beso sus cabellos, y le acariciaba la cabeza - Pasaron muchas cosas, no quiero ponerlos en peligro - reconoció viendo también a Severus. - perdón por gritarte. - el azabache se apoyo a su padre y asíntio suavemente, las cosas dejaron de flotar y la curiosa navaja se posó en la mesa de noche.

- Harry - llamo Severus -  pequeño, ¿esa navaja es tuya? - el joven no dijo nada, no sé movio- ¿puedo ver tus brazos? -  Harry se tenso y negó repetidas veces, Severus sabía que su hijo aún no superaba su miedo y dolor, que había encontrado algo que hacer para sobrellevarlo, con cautela y algo de seriedad examinó los brazos de azabache, sus brazos tenían cortes en ambos brazos, algunos sábado otros frescos, los tenía de todo color y tamaño.

- ¿Por qué lo haces? - cuestionó Tom preocupado, sintiendo culpa, pues a veces era muy imprudente, y su mal genio le ganaba, Harry tenía miedo a los gritos y escenarios de molestia o furia, pues no quería ser en quien liberen el enojo.

- Yo...yo... - el joven no podía hablar, tenía un nudo en la garganta, pero el sexto sentido de mamá o de papá en este caso es muy fuerte, Severus lo llevo a su pecho y se recostó en la cama.

- Está bien, no lo digas, ya entendí - Tom miro a Severus desorientado pero se recostó también junto a Harry - Ya no tengas miedo, estás en casa - sonrió con dulzura - ya no lastimes - beso las heridas - Mi pequeño, mi hijo, estarás bien - Harry sollozo aferrándose al pecho de Severus cunado este le dijo Hijo.

- Mi niño - Tom abrazo a Severus y a Harry que estaba al centro de ambos - estamos contigo, ya no estás solo mi pequeño hijo.

- Papá... mamá...- Severus y Tom sonrieron, Harry llamaba asi al pocionista muy seguido, la primera vez que lo hizo sollozo pidiendo perdón, pensó que Severus se molestaría, pero al contrario, el mayor lloro de felicidad y acunó en sus brazos, como lo hacía ahora, el pequeño mago se durmió sintiéndose seguro, protegido y amado.

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