Love Alarm; Johnny Orlando.

°Capítulo 15°

"Mírame a la cara, por favor, no seas cobarde".

Johnny se sentó en el suelo de su habitación mientras me señalaba que me sentará en el borde de su cama.

Y así lo hice, ambos estábamos llorando.

—¿Podemos calmarnos antes de hablar?— Pregunté con la voz entrecortada.

—¿De qué estabas hablando?, ¿qué es eso del escudo?— Preguntó ignorando mi pregunta.

Bajé la mirada y seguí llorando, no sabía que más decir.

—Lara.— Me llamó de nuevo esperando una explicación.— ¿El escudo hacía que mi Love Alarm no sonará por ti?

—El escudo...— Comencé a hablar sin mirarlo.— Ese escudo lo active para que fueras feliz con Adelaide.

—¿De qué estás hablando?— Me miró.

—El día que subiste esa foto linda a Instagram con ella...— Hice una pausa para que recordará.— Ese día active mi alarma, después Nadia me llamó y me dijo que tú relación era falsa, pero, ya era tarde, ya lo había activado.

—Y al día siguiente no la hiciste sonar.— Johnny habló.— Ese día te pregunté que había pasado para que me dejarás de querer, pudiste haberme dicho esto.

—Nos habíamos hecho mucho daño y ni siquiera éramos novios formales, imagínate que hubiera pasado si lo fuéramos.— Me quejé.

—Pero, ¿por qué no me dijiste nada? Yo... Yo tenía derecho a saberlo.

—Por lealtad a Joshua.— Solté.— Él se portó como nadie conmigo, me ayudó a todo esto y...

—¿Estás enamorada de él?— Me miró.

—Yo, no sé.— Suspiré.— Mientras no te veo, él es lo único en lo que me enfocó pero, llegas tú y no puedo saber que siento.

—Lara, mírame.— Johnny habló y me negué.

—No, me duele verte así por mi culpa.

—Mírame a la cara, por favor, no seas cobarde.— Habló mientras se acercó a mí y tomo mis mejillas entre sus manos.

—Me siento muy culpable, no puedo verte.— Cerré los ojos.

—Lara.— Suplicó, asentí y lo miré a los ojos.— No nos hicimos daño, nos hicimos a un lado para que fuéramos felices... Tú creías que yo quería a Adelaide y pusiste ese escudo para dejarme ser feliz y yo estaba con ella porque creí que querías estar con Noak.

—Sigo diciendo, una estupidez de tu parte, Noak era el novio de mi hermana.— Bufé y él rió.

—Probablemente no soy la persona más inteligente, ni la más atenta en una relación.— Comenzó a hablar aún sujetando mis mejillas.— Pero, te quería y te quiero, Lara.

—El amor no siempre es suficiente para una relación.— Solté.

—Pero, ¿estar con alguien a quién no quieres por lealtad o lo que sea, si es suficiente?— Preguntó.

—Yo...— Suspiré, lo miré y tomé valor para hablar.— Yo no sé si estoy enamorada de él.

—¿Y cómo piensas saberlo?— Me miró.

—No sé, supongo que el tiempo lo dirá.— Lo miré también.

—Tal vez un beso te ayude a saberlo.

Comenzó a acercarse, pero, no me moví... Está vez no fue como en el callejón, no di acceso, solamente moví mi cabeza hacia el lado contrario para indicar que no quería besarlo.

—Acabo de acercarme a ti.— Suspiró cerca de mis labios.— ¿no puedes intentar hacerlo?

Me soltó las mejillas y su gesto de tristeza volvió mientras se alejaba de mí.

—Ten encendida tu Love Alarm, quiero que veas el día en que dejé de sonar por mí.— Habló.— Y no sería venganza, sería dejarte ir.

Me levanté del borde de su cama y caminé a la puerta.

—Lo siento por el escudo, por todo lo que sufriste y lo siento por no poder corresponderte como antes.— Abrí la puerta y salí de la habitación.

Iba a ir a la habitación de Lauren, pero, no podía, no aún.

—Hola.— La voz de una chica me sobresaltó.— Tú debes ser Lara, soy Maddie, la hermana mayor de Lauren y Johnny.— Una chica rubia me saludo.

—Hola, soy Lara.— La saludé también y me pase la manga del suéter por mis mejillas, después de todo lo que había llorado, ya nada me importaba.

—No sé que pasó ahí adentro, pero, Lauren me dijo que estabas aquí, espero que no te moleste que sepa lo que pasó.— Me miró.

—No, creo que toda tu familia sabe que rompí el corazón de tu hermano, lo siento.— Me disculpe.

—Necesitas aire, ven.— Me tomó de la mano y comenzó a caminar, por lo que la seguí.— He pasado por situaciones en las que siento que no puedo más, creo que es tu caso.

—Lo es.— Hablé mientras llegábamos al jardín.— Es decir, no sé que siento y estoy cansada.

—Mi abuela me enseñó en mi primer ruptura a escribir cartas, expresando lo que sentía.— Nos sentamos en el frío césped.— Podía entregarlas, guardarlas o quemarlas.

—¿Debería hacerlo?— La miré.

—Podrías.— Suspiró.— Iré adentro a buscarte algunas hojas y algo para escribir, por ahora, piensa en lo que quieras hacer, decir o escribir.

Asentí mientras ella se levantaba y corría adentro en busca de lo que me dijo.

Me dejé caer en el césped y comencé a pensar en todas las cosas que quería decir, hacer o escribir... Todo lo que pasaba por mi mente y todas las cosas que sentía por alguno de los dos.