• Capítulo 22: Sospechas

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¡Vaya! No pensé que fuera tanto tiempo sin actualizar, de verdad lo siento pero aquí estamos. 

Estaba demasiado concentrada para notarlo, solo ella podía traer simple ropa deportiva y verse magnífica.

Los leggings abrazaban sus torneadas piernas, le cubrían hasta la cintura y solo traía un top y una pequeña, muy pequeña sudadera así que parte de su abdomen estaba al descubierto.

Su ceño estaba fruncido mientras analizaba los planos frente a ella. Segundo después notó su presencia, su rostro estaba limpio de cualquier maquillaje.

Se observaron unos minutos.

—Así... tú le compraste todo eso a Anita —se autoinvito a su oficina y se sentó frente a ella— ¿Puedo saber por qué?

Ladeó su cabeza observándolo, realmente había estado evitándolo de nuevo, quería hacerlo hasta que comprendiera la maraña de sensaciones que esa noche había causado, pero ahora estaba aquí con un par de jeans y una camisa que lo hacían parecer un estúpido rey sexy.

— ¿Realmente quieres saberlo? —un asentimiento— ¿Qué pasa si digo que ella accedió a un revolcón por todo eso?

—Diría que tú y mi hermana tienen demasiado clase para llegar a eso, se muy bien a quien he criado.

Miranda se echó para atrás en su silla, dándole una mejor vista de su trabajado y plano abdomen.

—Si yo lo hice y lo hice porque puedo y al parecer, si quitamos a Kate, tengo debilidad por las pelirrojas, Anita comentó que lo necesitaba y yo quise hacerle un regalo que de todos modos le habría dado cuando consiguiera la beca. Era un regalo, pero cómo supongo que sabes muy bien a quien criaste ella no lo aceptó, así que básicamente estará cocinándome diario cómo especie de pago, aunque es malditamente innecesario. Y ni siquiera intentes hacer que la niña regrese las cosas no hay devolución.

Permaneció callado unos minutos analizando su respuesta.

— ¿Cómo está tu tobillo? Respecto a eso... realmente siento no haberte acompañado, espero que realmente haya salido todo bien. Respecto a lo que pasó estos últimos días, no pienso disculparme por perder los estribos al ver que mis hermanos no están en su casa por dos días seguidos, creo que entenderás mi reacción.

No le contesto, porque lo hacía y tampoco delataría a los chicos, ellos le habían mentido a ella y eso lo trataría directamente con ellos.

—... No te creo ¿Sabes? Se que tienes un gran corazón, dulce, pero aquí —Luis hizo un gesto señalándolos a ambos— sucede otra cosa.

Estaba a punto de salir de su oficina cuando la verborrea se apoderó de ella.

—Es por él —Luis se detuvo a medio camino, pero no la miró, eso la incomodaría— tú luchaste por ellos, yo nunca pude darle nada a Joe, tus hermanos me lo recuerdan... realmente los aprecio.

—Lo sé, dulce.

—Espero y también sepas que no me voy a alejar de ellos, puedes cerrar la puerta cuando salgas por favor— él le hizo caso— ¡Puto sexy!

Tardó unos minutos más en recuperar su concentración, a veces no lo entendía, era demasiado confuso para ella pensar en Luis Saltzman.

Siguió perdida en sus planos, eso era algo que sí podía controlar, algo que ella podía manejar sin preocupaciones.

Casi a las dos de la tarde su tobillo comenzó a doler, había tenido que ir de nuevo al hospital pues había estado doliendo demasiado, por lo que habían cambiado a medicamentos inyectados.

Lo Intrincado del Destino [Saga Tough 4°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora