•Capítulo 14: Lluvia

2.7K 289 116
                                    

—Entonces Amber me tumbo un diente ¿Ves? Pero está bien porque la abuela dice que debo ponerlo bajo la almohada para que el ratón de los dientes me traiga dinero ¿Es eso verdad? Porque la verdad yo no le creo mucho a la abuela. 

Miranda no pudo evitar sonreír encantada, llevaba media hora hablando con el pequeño Johan, que sabía muy bien cómo engatusar a los mayores con esos enormes ojos azules, además de ser un parlanchín total. 

No pudo evitar apretujarlo entre sus brazos. Cuando Bianca regreso a la sala la encontró así. 

— ¿Puedo quedarmelo? —la pelirroja no pudo evitar carcajearse, los dos habían puesto los ojos del gato de Shrek. 

—Lo siento pero su abuela estaría muy triste sí eso sucediera. Pero estoy segura de que se verán muy seguido ¿Por qué no vas con los chicos Johan? Ya deben estar esperándote. 

El pequeño pelinegro asintió y después de besarlas en las mejillas se fue corriendo. 

— ¿Qué tienes? —ambas se sentaron en la isla de la cocina. Bianca era una mujer hermosa, recordaba los tiempos de la universidad donde los chicos no podían evitar mirarla, tan delicada y hermosa. Después se dio cuenta de que eran las morenas quienes la volvían loca. 

—No me pasa nada, solo me dieron ganas de venir a ver tu puta hermosura. 

La risa inundó la habitación,  le hacía feliz saber que su amigo había logrado la felicidad a lado de la mujer que amaba. 

—Aunque me halaga tu comentario, ambas sabemos que mientes y no eres de las que evaden. 

Un suspiro cansado salió de la morena, pensaba que Bianca estaría demasiado ensimismada en su felicidad como para notarlo.     

—Nada, es solo que me gusta pasar tiempo con ustedes —calmaba su soledad— además sabes que Mark va a perder la puta cabeza cuando sepa que estuve aquí teme que mi trasera sea más atractivo para ti que el suyo. 

—Tu trasero es increíble.

—Tienes toda la boca llena de jodida razón. 

Se quedó ahí el resto de la tarde, le ayudó a preparar la cena e incluso se tomaron un  café cuando el día comenzó a caer. Después de un rato más se despidió declinando la invitación de Bianca para que se quedara. 

Se sentía cansada y quería dormir, desde la visita de Joe las pesadillas no la habían abandonado una sola noche, por lo que el cansancio acumulado ya estaba haciendo estragos. 

Al cerrar la puerta de su casa el silencio la envolvió, ya debía estar acostumbrada, mientras vivía en Toronto había estado un más aislada, pero después de pasar la mañana con el estúpido rey sexy de las construcciones  y sus diablillos hermanos, aquello le parecía demasiado pasivo. 

Las luces se encendieron solas conforme iba entrando gracias al sistema automático. Se fue directa a su amada ducha, desistió de darse un baño rápido y activo la función de masaje, definitivamente valía cada uno de los dólares gastados. 

Cerró los ojos disfrutando de la sensación del agua caliente golpear su cuerpo mientras divagaba…

… su cuerpo alto y delgado, ese delicioso aroma masculino ¿Tendría el abdomen marcado? 

—Ahhh, estás enloqueciendo Miranda Fuller. 

Más tarde mientras cenaba no podía dejar de mirar las paredes de su sala, vacías, desnudas, le gustaría tener fotos, llenarlas de recuerdos hermosos con su bebé.

La única luz que persistía era su lámpara de noche, desde las pesadillas no había podido conciliar el sueño sin la luz encendida. Se sentía bastante sola y sin poder evitarlo pensaba en Luis y su familia. 

Lo Intrincado del Destino [Saga Tough 4°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora