•Capítulo 18: No esta bien

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—Esto… esto no está funcionando, ella no está bien. 

Suspiró mientras ambos veían a Miranda, su hermana tenía razón llevaba tres días ahí y aunque se alimentaba y se aseaba no había logrado que dijera algo o incluso que cambiará de posición. 

—Creo que está en una especie de episodio catatónico, deberíamos llevarla al hospital. 

—Ya lo intente y fue peor, no dejo que me acercara a ella. 

—Pero no podemos dejarla así, se me parte el corazón, parece una niña…

Entró a su habitación, que por ahora se había vuelto la de ella, y se sentó en la cama despacio tratando de no asustarla. 

— ¿Quieres a tu hermano? ¿A  Joe? —unos cálidos dedos se posaron en sus labios. 

—Shhhh, no hagas ruido, shhhh, él no debe oírte. 

No supo qué contestar, estaba más allá de la razón mirando a la nada. 

—Vamos bebé,  necesitas decirme cómo ayudarte porque no se ya qué hacer.   

Se levantó de golpe logrando que lo mirara. 

— ¡MIRANDA SHANGELA LAQUIFA FULLER O HABLAS DE UNA VEZ O LLAMO A TODOS LOS JODIDOS TURNER Y A KATE!

Tres parpadeos, solo eso fue su respuesta, se dió la vuelta para salir y gritar improperios en otro lado. 

—No me llamo SHANGELA y sinceramente me preocupa que sepas quién es. 

Casi suspiro de alivio, pero se limito a mirarla de nuevo. 

—Hay una reina en esta casa y se ve lo que ella quiere, así sea RPDR, pregúntale a Carlos, te puedo asegurar que sabe el nombre de cada una de las reinas. 

Una pequeña sonrisa, se apodero de sus labios, no necesito nada más. 

—Ahí estás dulce —sintió sus mejillas sonrojarse, sabía que no estaba bien, que la había jodido frente a él y ahora conocía una parte de ella que jamás le había mostrado a nadie. 

Tenía miedo. Miedo de que la juzgara, de que viera lo sucia que estaba y la apartará.

Entonces Luis le acaricio la mejilla y sonrió,  jamás admitiría lo que ese simple gesto significó para ella.

—Venga vamos debemos desayunar…

—No creo que a tus hermanos les guste que…

— ¿Necesito llevarte en brazos, dulce? 

—Ni siquiera te acerques, maldito acosador. 

No pudo evitar sonreír, sabía que aún no estaba recuperada pues su mirada se veía triste y lejana, pero algo era algo. 

—Entonces vamos —no la obligaría, jamás se atrevería, por lo que salió y le dió su espacio sí ella quería ir sería por decisión propia. 

— ¿Está bien? —Anita se acercó en cuanto lo vio salir. 

—No lo creo, pero ahora al menos está hablando, venga vamos a desayunar. 

En la cocina Anita comenzó a juntar las cosas para preparar el desayuno, Luis se sentó en la mesa y la dejó hacer, su pequeña hermana podía volverse un pequeño gremmlin sí pisabas su territorio.   

—Hola… —solo Anita la miró, pues su hermano parecía entretenido con unos documentos, lo agradeció, ella era alguien a quien podía manejar contrario a su hermano mayor. 

Lo Intrincado del Destino [Saga Tough 4°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora