•Capítulo 25: Picor

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Llevaban varios minutos observándose, todos en la obra parecían seguir con su trabajo ajenos a ellos, Miranda comenzaba a ponerse nerviosa, la mirada de Luis comenzaba a tornarse pesada. 

Un par de minutos atrás se había acercado a ella, pero lejos de decir algo se había mantenido observándola, lo que la ponía un poco histérica.

— ¿Podemos hablar? —seguramente el constante golpeteo en sus oídos era por el mar y no por la seriedad con la que le hablo. 

—Estoy ocupada por sí no lo has notado —fue débil y retiró primero su mirada, no se sentía capaz de enfrentar a Luis Saltzman en todo su esplendor.  

Por qué sí, esa seriedad y ceño fruncido hacían que se viera aún más estúpidamente sexy. 

—Esperaré, pero tú y yo hablaremos. 

No la dejó decir nada más, simplemente se alejó y se mantuvo de su lado de la construcción, ahora entendía por qué  Mark lo amaba, era realmente bueno en su trabajo, los cimientos de la casa estaban prácticamente listos. 

Horas más tarde Miranda estaba recargada en su auto esperando a Luis, no tenía caso posponer aquella plática, la acorralaria de una forma u otra así que mejor terminar de una vez. 

Lo vio salir de la construcción cambiado con la ropa que llegó y acercándose a ella. 

—Te llevó.

El castaño no dijo nada, se limitó a subirse del lado del copiloto, ella tampoco estaba dispuesta a hablar por lo que se mantuvo en silencio. 

—Se te hace un hoyuelo en la barbilla cada vez que te contienes de decir algo. 

Lo miró un segundo antes de regresar la vista a la carretera. ¿Cómo es que soportaba a ese hombre? A veces solo mirarlo la sacaba de ¡Quicio! 

—Estás mintiendo. —Una sonrisa traviesa se formó en su rostro, eso la hizo fruncir aún más el ceño, ¿Qué pretendía?— Dime ya de lo que quieres hablar.  

—Lo siento —dejo de mirar la carretera unos segundos para mirarlo, definitivamente no esperaba esas palabras— yo estuve fuera de lugar, jamás debí juzgarte, insinuar que tú… 

—Joe… Joe es un adicto, aunque ha estado limpio los últimos años, ojalá… ojalá y yo hubiera creado la infancia perfecta para mi bebé, pero no lo logré, no te juzgo Luis, los proteges y eso está bien, hay mucha mierda en el mundo. 

—No todos los males del mundo están sobre tus hombros, eras una niña y n…

—No, no trates de disculparme, porque nada de lo que digas me hará sentir mejor, así que, déjate de mierdas sentimentales y te disculpo solo porque la comida de tu hermana es jodidamente magnífica, un orgasmo al paladar y ¿Carlos? Es encantador, tal vez deberías aprender algo de tu pequeño hermano. 

— ¡Oye! Yo soy encantador.

—Tan encantador cómo mi trasero. —Cuando no contestó Miranda se giró para mirarlo, pero Luis la miraba con una enorme sonrisa y sus cejas subían y bajaban de manera sugerente.— Eres un imbécil. 

No volvieron a platicar el resto del viaje y no tardaron en llegar a la casa de los Saltzman, Miranda se estacionó afuera del lugar y esperó a que él terminará de bajar sus cosas.  

— ¿No quieres entrar? Seguro que mi hermana tiene comida  más que celestial, lo siento pero la palabra  "orgasmo" y "hermana" no es algo que quiera escuchar… A los chicos les gustará verte. 

Su ceño se frunció, no estaba segura, todo se había torcido muy rápido, Luis la había detestado y ahora parecía ser el mismo estúpido rey sexy de la construcción. 

Lo Intrincado del Destino [Saga Tough 4°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora