•Capítulo 1: Fiesta

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—¿Te vas? —Miranda se giró para encontrarse con Katrina, la más joven la había seguido cuando creía que había sido silenciosa. Una enorme sonrisa se instaló en su rostro

—Tengo una cita, además ya tuve demasiada puñetera miel como para seguir aquí

—Así nos amas

—Por supuesto ya te lo dije, sino fueras una perra amante de los hombres ya serías mía Katrina Kozlov —la mayor rió al ver el sonrojo de su acompañante—pero tienes a tu hombre y ahora tendrás un bebé y esas mierdas, estoy feliz por ti

Katrina recibió el abrazo de su mentora y se quedó ahí hasta que subió a su porshe y se fue, era obvio que Miranda no estaba bien, pero la conocía lo suficiente para saber que no había forma de que le contara.

(...)

Su departamento estaba tan silencioso que el sonido de sus tacones era atronador, ni siquiera se molestó en encender las luces conocía ese lugar a la perfección.

Su destino, el sillón la recibió con su suave textura y el frescor típico del cuero.

Llevaba una semana viviendo ahí, le había dolido bastante dejar su antiguo departamento, pero había sido necesario, Bianca tenía razón.

—¿Y Kate sabe que estás viviendo aquí? —había preguntado la pelirroja—No creo que te haga bien...

—No lo sabe, pero este lugar...

—Aun no entiendo porque la dejaste —Miranda sonrió con tristeza, a pesar de los años ella aún se preguntaba lo mismo

—Fue aquí mismo ¿Sabes? Ella llegó justo cuando yo recogía mis cosas... Kate... siempre será la mujer más importante de mi vida, pero yo no lo era de ella fui su escape de la realidad Bianca, no me quejo, pero la amaba lo suficiente para saber que no era bueno que ella necesitaba más por eso me fui, por eso la deje así, para que no se aferrara a mi.

—Aun lo haces ¿Cierto? —Miranda no había dicho ni una solo grosería por lo que la pelirroja supo que hablaba muy enserio—Aun la amas.

—Sería una jodida perra mentirosa sí dijera que no. Pero tienes razón buscaré un lugar nuevo.

Y ahí estaba, después de un par de meses lo había hallado y llevaba una semana ahí.

Su nuevo hogar estaba cerca de MT Corp y en una zona exclusiva, justo como ella, según Parker, el guapo esposo de la aún más exquisita Jenna Turner.

La última luz del atardecer se colaba por esos enormes ventanales que tenía, pronto se quedaría completamente a oscuras. Después de ver la felicidad en la casa de Kate se sentía extrañamente sola.

—¿Pero de que estas hablando? —se regaló a sí misma—Tú no andas llorando por los rincones.

Después de alentarse un poco más se fue directo a la ducha.

Ahhh cómo amba su baño, era una regadera completamente de cristal, el agua era disparada en diferentes zonas logrando un efecto masaje delicioso.

Una vez limpia, caminó desnuda por su habitación, vivía sola así que no le preocupaba mucho pues nadie la veía.

Se decidió por un vestido negro que apenas sí le tapaba el culo, su única decoración era una ave bordada justo en el escote, su cabello lo recogió en un coleta alta y se maquilló.

Una hora después el taxi la esperaba afuera de su casa, esa noche se distrairia y no pensaría en la soledad de su vida, no pensaría en Kate, no pensaría en su estúpido hermano, solamente disfrutaría.

Lo Intrincado del Destino [Saga Tough 4°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora