•Capítulo 17: Síntomas

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— ¿Podemos llevarnosla? 

Ambas doctoras los miraron, pues ni siquiera ellas estaban seguras. 

—Físicamente está en perfecto estado, tendrá una férula por dos semanas y media. 

—Yo no estoy del todo segura. Contestó bien todas las preguntas y aparenta está bien, no puedo ingresarla pues no tengo un motivo clínico, pero no creo que esté bien, así que les pediré que la mantenga vigilada. 

Mark fue el primero en entrar a la habitación, había pasado toda la noche con ella y no estaba seguro de sí aún lo quería con ella. 

Cuando se decidió, ya Mark cargaba con sus cosas por lo que se apresuró a ayudarla a sentarse en la silla de ruedas. 

—No se para que mierdas quieren que use esto, sí tampoco estoy jodidamente lisiada. 

—No quieren que apoyes el pie, dulce. 

Lo fulminó con la mirada mientras veía a Mark hacerse el loco frente a ellos, el estúpido rubio probablemente estaba haciendo toda clase de especulaciones. 

Había sido su culpa, cuando los policías llegaron a tomar su declaración no había querido que Luis saliera, había estado tan cerca de entrar en pánico que no podía permitir que se alejara. 

Era una suerte que hubiera noqueado al maldito bastardo que la había atacado. Según los detectives había sido un crimen de oportunidad, el hombre tenía historia de agresión, probablemente la había visto entrar sola y creyó era su oportunidad. 

—Nada de esto es necesario ¡Joder! 

Ambos hombres ignoraron su quejas y la llevaron a su apartamento. Aunque lo golpeó bastante y con fuerza Luis jamás la dejó caer mientras la bajaba. 

—Vaya, tu casa es hermosa —exclamó cuando llegaron. 

—Pues claro es mía, estúpido. 

No supo cómo interpretar su comentario, Miranda parecía estar completamente bien, pero él mismo había visto su estado antes de que los paramédicos llegaran. 

 Ahora estaba completamente serena y eso era alarmante. 

—Ya deje tu bolsa en el dormitorio, Luis ¿Podrías ayudarla a instalarse? Debo ir a recoger a Amber. 

—Claro que sí. 

—Claro que no.

—Muy bien, se cuidan 

Miranda estaba muy entretenida maldiciendo a Mark mentalmente que no noto cuando Luis la depósito en la cama hasta que lo vio observándola a unos metros de distancia. 

— ¿Qué? 

— ¿Has dejado de rumiar? Hace mucho que Mark se fue dudo mucho que tus amenazas siquiera lo rocen. 

¿Se estaba burlando de ella? ¿Por qué tenía que ser él maldito rey de la construcción?

—Gracias por traerme, pero ya deberías irte. 

Toda expresión divertida desapareció de su rostro y se acercó a ella, sentándose en la cama. 

— ¿Estarás bien? No estoy seguro de que… 

—Es una bota, no me quedé sin una pierna, necesito descansar. 

Luis rodó los ojos y le acercó todo lo que creyó necesitaría. Ella solo lo miró sintiendo su cuerpo tensarse con cada paso que daba, quería gritar pero su garganta se lo impedía parecía tener un enorme nudo atascado en ella. 

Lo Intrincado del Destino [Saga Tough 4°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora