•Capítulo 19: Heidi

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Cuando abrió los ojos, lo primero que pensó es que había dormido excelentemente y se sentía más descansada que nunca.

Lo segundo que pensó es que estaba realmente loca, no podía creerlo, ni siquiera podía culpar al estúpido rey de la construcción, pues era ella quien estaba aferrada él.

No podía entenderlo, ni siquiera podía entenderse ella, no debería seguir cerca de él, pero la idea de estar sola la hacía sentir aún peor.

Pero tampoco podía quedarse ahí para siempre, Luis era responsable de sus hermanos, trabajaba y vivía por ellos y no podía ser una carga más, él ya había hecho más de lo que nunca nadie había hecho por ella.

Se separó de él con cuidado para no despertarlo, aún no olvidaba la forma en la que se había desplomado en el restaurante, y no estaba segura de sí se había cuidado cómo debía.

Cuando consiguió salir decidió que ese día tenía que presentarse en la oficina, ya no podía seguir de ese modo.

Salió de la habitación con cuidado y se encontró de frente con Anita y Carlos, ambos viéndose culpables y sonrojados.

—Eh… nosotros, nosotros solo íbamos a preparar el desayuno…

— ¡Sí! ni notamos que pasaron la noche juntos —Carlos fulmino con la mirada a su hermana, pues los había delatado.

—Chicos… su hermano y yo…

—¡DESAYUNO! ¡DESAYUNO!

En realidad no sabía sí llorar o reír, decido que lo mejor sería tomarlo con calma y los ayudó a preparar el desayuno. 

— ¡Buenos días familia!

— ¿Te das cuenta de porque despertó tan contento?

—Cállate Carlos, ellos no son nada.

Su pequeño hermano sonrió pícaramente, era obvio que Miranda Fuller no sentía nada por su hermano, y eso le preocupaba, nunca lo había visto así, su rostro se iluminaba cada que la veía, ni siquiera con Heidi se comportaba así.

—…yo iré a la oficina hoy.

—Claro, puedo acompañarte a tu casa.

—Gracias.


(...)


Llegaron a su casa una hora después, cuando ni siquiera había amanecido completamente.

Su casa estaba silenciosa y fría, muy fría.

—Ponte cómodo, no tardaré demasiado.

Se apresuró a bañarse y arreglarse sí lo pensaba demasiado se quedaría atascada de nuevo y no quería que la volvieran a ver de ese modo.

Aunque trató de apresurarse se tardó cerca de 45 minutos.

Luis no pudo evitar atragantarse en cuanto la vio, Miranda hacía que todo dentro de él se revolviera.

Y ese precioso vestido con flores la hacía lucir deslumbrante, era la mujer más hermosa que alguna vez hubiera vistoS, ni siquiera la férula lograba menguar su belleza.

¡Estoy loco!, pensó, pues por más que lo evitaba y se repetía que no podía pensar en ella de ese modo, seguía haciéndolo una y otra vez. 

Su corazón se aceleraba cada que la veía y parecía que no planeaba dejar de hacerlo.

— ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?

—No —le dedicó una sombría mirada.

— ¡Te juro que sí tengo algo Luis, voy a patear tu jodid…

—No tienes nada dulce, deberíamos ir saliendo.

Miranda entrecerró los ojos antes de darse vuelta y salir de su casa, por un segundo la miró tan intensamente que se había sentido cohibida.

No le discutió cuando se subió a su auto, a veces la desconcertada tanto, Luis Saltzman era algo distinto, algo que jamás había experimentado.

— ¡Miranda! —el recibimiento de Mark la desconcertó— ¿Cómo está Joe? 

— ¿Joe?

—Si, Luis dijo que después de patear su trasero fuera de tu casa, te habías ido a pasar unos días con él. 

Su pecho se contrajo, ni siquiera era capaz de mirarlo en ese momento, él  la había entendido, sabía que le rompería que sus amigos notarán la profundidad de sus heridas, pero aquel maravilloso hombre la había protegido.

—Si, él... está bien.

—Me alegro tanto cielo, cuando termines que ponerte en orden vienes a mi oficina, tengo algunas cosas que contarte sobre Kate.

Antes de que ella pudiera responder se vieron interrumpidos por otra mujer.

—Buenos días a los dos hombres más guapos que he conocido jamás. 

Miranda se giró para observar a la mujer que los había interrumpido pero solo se encontró con piernas, piernas y más piernas, ella no era baja, pero la rubia frente a ella, era básicamente un noventa por ciento piernas y no por ello menos bella o con un cuerpo exuberante. 

No pudo evitar mirar a sus dos acompañantes,  el imbécil de Mark, sólo tenía una pequeña sonrisa de bienvenida a diferencia del estúpido jodido imbécil rey de la construcción, que sonreía cómo sí el mismísimo jodido imbécil de santa claus le estuviera entregando las llaves del estúpido y jodido mundo.

—Pensé que no vendrías —soltó una delicada y femenina risa mientras se acercaba más a ellos.

— ¿Creíste que era broma? —le sonrió dulcemente al idiota rubio, ¿Dulce? Las pelotas que no tenía, esa mujer era un alacrán debajo de esa fachada— sabes que es un placer venir aquí. Además… —la recién llegada la miró mientras se apoderaba del brazo de Luis y sonreía— quería conocerte… ¿Así que tu eres mi reemplazo? Vaya no había podido ser mejor…

— ¿Disculpa? Tu reempl… ¿Qué? —sentía la irritación fluir lentamente a través de todo su cuerpo.

—Antes de que llegaras a la empresa yo necesitaba otro ingeniero,  así que subcontrataba a Heidi.

—Creo que deberíamos haberlas presentado —Miranda sintió la irritación aumentar, Luis se había mantenido callado, embobado como estaba con la  mujerzuela— Heidi Novak, te presento a Miranda Fuller.

Su sangre se enfrió de una manera que nada le gustó,  trataba de bloquear los recuerdos de la conversación con Anita, pero eran casi imposibles.

—Un placer, moría de ganas de conocerte, pero bueno chicos los negocios apremian ¿Estas listo? —la forma en la que miró a Luis la desconcertó, era obvio que lo deseaba.

—Claro, nos vemos más tarde.

Miranda no se movió mientras los veía alejarse.

—Ella es hermosa ¿No es cierto? Yo realmente sigo esperando la invitación para la boda de ese par, llevan años uno alrededor del otro.

—Si, bueno ve a contarle la telenovela a quien le importe, yo tengo mucho trabajo atrasado. Además ¿Saltzman dejará el DAAVER?

Mark estaba concentrado en su celular, sin embargo le frunció el ceño.

—Por supuesto que no, por algo es mi trabajador estrella, tanto que aunque Heidi tiene un magnífico equipo a su disposición,  viene por mi constructor.

—Ya hazle un puto altar.

Se alejó cojeando a su oficina, extrañamente furiosa, por algo le gustaban las mujeres, todos los hombres era unos putos imbeciles.

Se pasó la mañana revisando todos sus asuntos pendientes, hasta que una Morena enormemente embarazada interrumpio en su oficina.

— ¿Por que tú, maldita, no me dijiste lo que te sucedió?

— ¿Sabías que te ves jodidamente sensual cuando estás enojada —la confusión se apoderó del rostro de Katrina

— ¡Deja de seducir a mi mujer! —no pudo evitar carcajearse, pues parecía que todos los hombres a su alrededor temían que los dejará sin sus bellas esposas.

—Precisamente por eso no deberías haber sabido nada, no estás en condiciones de preocuparte y yo estoy bien.

Cuando volvió a mirarla noto sus hermosos y bellos ojos llenos de lágrimas.

—¿Segura que estas bien?

—Claro que sí, niña rusa.

Después de dejar que Katrina la abrazara por un largo tiempo pudiera seguir concentrándose.

— ¿Miranda? —despegó la mirada del plano hidráulico para ver a Mark entrar a su oficina— ya voy de salida, pero mañana tenemos una reunión con O'Donell, quiere ver que es lo que nos tiene tan retrasados.

Podía ver la tensión en los hombros de Mark, este proyecto era muy importante para la empresa, pero sí Avery tenía un poco que la chica que había conocido no tendrían problema.

Espero hasta que todos los empleados se fueron para mirar su celular, ni un mensaje, ni una llamada, nada, él no había regresado a la oficina, pero le había prometido que la acompañaría al hospital para que le retiraran la férula.

—Supongo que… —esa noche definitivamente dormiría en su casa— eres una esnob Miranda Fuller.

Recogió sus cosas y salió de ahí,  definitivamente estaba comenzando a perder la cabeza, tal vez ella también tendría que ir con ese guapo doctor imbécil para que le arreglara la cabeza.

No tardó mucho en llegar al hospital, por lo que  no le quedó de otra más que cojear hasta la entrada del hospital.

— ¿Necesitas ayuda? —se encontró con una preciosos ojos verdes y piel Morena que hacían una combinación simplemente deliciosa.

—Yo te conozco, eres uno de los sexys doctores de Kate —no pudo evitar sonreír ante el ligero sonrojo del hombre frente a ella.

—Si soy Louis Hed… —¡Necesitaba una lobotomía urgente! No podría creer que su corazón hubiera trastabillado por la similitud de nombres— …silla de ruedas?

—De ninguna puta manera me subiré a algo así.

—De acuerdo nada de silla para usted, pero te puedo acompañar para que no tengas que cojear tanto.

—Gracias


(...)


— ¿Te ha respondido? —preguntó Carlos por enésima vez.

—No, esto es extraño jamás hace esto.

—Seguramente el teléfono se descargó y ahorita llega con Miranda… ese no es Luis.

La pelirroja siguió la mirada de su hermano menor y se encontró con que Miranda venía cojeando del brazo de otro hombre, muy guapo, pero otro hombre y ella venía sonriendo.

— ¿Carlos? ¿Anita? ¿Qué hacen aquí?

—Nosotros…

— ¿Quién es él?   

—Chicos el es el doctor Louis Hedstrom y trabaja en el hospital, ellos son Carlos y Anita Saltzman, unos amigos.

Después de las presentaciones Louis se excusó y regresó a su trabajo.

— ¿Dónde está mi hermano? —era tan extraño no verlo ahí. 

—No lo sé… en serio Anita, salió en la mañana con Heidi Novak y no regresó. 

Ambos hermanos guardaron silencio por el inusual comportamiento de su hermano mayor. La acompañaron mientras la doctora le retiraba la férula y le hacía un  chequeo.

—Tu pie está en buen estado, sin embargo no te fuerces demasiado, por las noches colócalo un poco  más alto y evita usar tacones por unas dos semanas, estas un poco baja de peso quiero hacerte unos análisis para descartar una anemia.

Los tres esperaron en silencio mientras entraba un enfermero para sacarle la muestra.

— ¿ACASO QUIERES MACHACARLE EL BRAZO? —Ambas mujeres observaron sorprendidas a Carlos— lo siento pero tu brazo ya parece morcilla.

El enfermero se disculpó de inmediato y decidió sacar la muestra del otro brazo.

Veinte minutos después los tres salían del hospital.

—Eh… ¿Quieren que los lleve a casa?

—En realidad… —entonces Miranda notó la enorme bolsa que Anita cargaba con ella.

— ¿Quieres ir a mi casa? La oferta no era broma.

— ¿En serio puedo?

—Claro que sí, te dije que podías ir cada que lo necesites.

Los hermanos sonrieron y siguieron a Miranda hasta su auto. No tardaron mucho en llegar a su hogar.

Carlos no pudo evitar abrir la boca asombrado, no es que fuera una casa lujosa, pero era maravillosa y hermosa.

— ¿Tú diseñaste tu casa? —preguntó el menos, sin poder dejar de ver cada detalle del sofisticado lugar, parecía sacado de una de esas revistas que Luis tenía en su habitación. 

—Así es, esos estúpidos arquitectos no saben nada, nosotros somos mejores.

Anita y Carlos se miraron, la culpa recaía en ellos en momentos como esos, aunque su hermano jamás se había quejado era obvio que había dejado todo para poder criarlos y convertirse en un padre para ellos, tal vez en este momento Luis sería un grandioso ingeniero como lo era Miranda.

Aunque su hermano jamás los culparía, ellos no podían evitar sentir que le habían robado todas y cada una de las oportunidades.

—Bueno yo espero que cocines un put…  maldito manjar porque muero de hambre… ese sería un muy buen pago por mis servicios.

Anita no pudo evitar sonrojarse, la mitad del tiempo no sabía si Miranda coqueteaba con ella o así era todo el tiempo, al notar su incomodidad le sonrió aun más pícaramente.

—Venga te enseñaré la terraza en lo que tu hermana se concentra —Carlos asintió emocionado.

La noche estaba fresca y era realmente hermosa la vista desde la terraza.

—¿Llevas mucho tiempo viviendo sola? ¿Tienes hermanos? ¿Y tus padres? —Miranda no pudo evitar sonreír ante el tono del encantador rubio.

—Si, desde que estaba en la universidad, tengo un hermano menor se llama Joe y pronto va a ser papá, nuestros padres murieron hace mucho tiempo.

Carlos asistió, sabía lo que se sentía él ni siquiera tenía recuerdos de sus padres. A veces creía tener un recuerdo de su madre, pero nunca lograba acceder a él, su primer recuerdo siempre había sido el de su hermano haciéndolo dormir.

Luis siempre sería su padre y la culpa por lo que le había gritado semanas atrás jamás lo dejaría, no había sido justo con él, tal vez sus intenciones habían sido buenas, pero había lastimado a su hermano, al hombre que había dejado todo por ellos, que había aceptado un puesto mediocre para poder alimentar a sus hermanos pequeños.

Pero sobre todo que había aceptado una responsabilidad que muchos otros hubieran rechazado, nadie se lo habría reprochado, pero su hermano había peleado por ellos.

—Debe ser genial cuando por fin consigues tener algo que es solamente tuyo.

Miranda no contestó de inmediato, perdida en el paisaje más allá de su casa, las siluetas de los rascacielos contra las luces que iluminaban tenuemente la ciudad y en algún punto se encontraba él, trató de mantener sus pensamientos alejados, pero ya era imposible.

—Lo es, pero tú y Anita tienen un futuro brillante por delante, estoy segura así que antes de que te des cuenta tendrás todo el mundo a tus pies. Y será el mejor regalo que puedas darle a tu hermano.

El delicioso olor que llegó hasta la terraza los obligó a bajar, jamás había olido algo tan delicioso y estaba demasiado curiosas por saber que era, Anita tenía demasiado talento para que lo desperdiciará en una simple cafetería.

Cuando bajaron a la cocina ya todo estaba listo y servido, se veía maravilloso, digno de un restaurante gourmet y servido de la misma elegante manera.

— ¿Qué es lo que huele tan delicioso? —Anita suspiró, estaba feliz de cómo había resultado su platillo, siempre le había gustado cocinar su hermano lo hacía muy bien y había encontrado cierto placer al ayudarlo.

Luis la ponía sobre un pequeño banco junto a él y había comprado utensilios especiales para ella, siempre imaginaba que se encontraba en uno de esos concurso donde los niños cocinaban y ganaban premios.

Había empezado deshojando lechuga, después pelando las verduras, poco a poco la había dejado ayudar en cosas más complicadas hasta que le quitó las llaves de la cocina y ella se encargó, había logrado quitarle una tarea de encima a su hermano.

Jamás se atrevería a cuestionarle algo a Luis, Carlos era muy pequeño para acordarse, pero ella sí lo hacía.

Su hermano levantándose temprano para preparla y llevarla a la escuela y a Carlos a la guardería, habían crecido en una oficina de MT Corp, cuidados por todos los empleados incluidos el señor Turner y Mark, mientras su hermano trabajaba.

—Entonces… ¿Qué preparaste?

—Es solomillo Wellington con salsa de vino y ensalada de hojas verdes. La salsa está hecha de cebolla, vino de Madeira, mermelada de frutos rojos y mostaza. Es lo que presentaré para la beca, hacerlo es laborioso pues se puede humedecer el hojaldre y la carne tiene que quedar en su terminó.

Ninguno de los dos la interrumpió se veía tan entusiasmada explicando los pasos de la preparación, por lo que la escucharon y después probaron su platillo.

Miranda sentía sus papilas doler, la carne sabía tan rica y estaba en su terminó pues con cada mordida se sentía jugosa, el hojaldre estaba crujiente y con un sabor delicioso.

Carlos parecía fascinado con el platillo y no demoró en llenar de halagos a su hermana mayor.

Y por sí fuera poco los sorprendió con un pastel de chocolate que había preparado esa mañana.

— ¿Por qué están preocupados? —pregunto cuando vio a Carlos mirar por quinta vez su móvil y mirar a su hermana.

—Es por Luis… Heidi me mandó un mensaje que estaban bien, pero...

La sonrisa se apoderó de su rostro antes de contestar.

—Vamos chicos, creo que es obvio porque su hermano no ha llegado ni contesta ¿Acaso no les ha dado la charla de las flores y las abejas?

— ¡Miranda! ¡Mi hermano no es así!

La carcajada de la pelinegra abarcó todo el lugar.

—Claro que sí, es hombre y Heidi es muy guapa, estoy segura que ahorita están muy felices y entretenidos, pero no se preocupen pueden dormir aquí, no me sentiría cómoda dejándolos solos, ¿qué les parece? Puedo llevarlos mañana temprano a casa.

No había mucho que decidir así que les prestó una muda de ropa a cada uno para que durmieran.

Ella por su parte no lo pudo hacer demasiado, no dejaba de darle vueltas a su cama sin poder conciliar el sueño y aún menos cuando su tobillo comenzó a doler.

Le fue imposible conciliar el sueño por lo que decidió concentrarse en el DAAVER, tenía que ultimar unos detalles antes de la junta.

Una hora antes de su hora habitual de despertar se dió una ducha y comenzó a arreglarse esmerandose un poco más esta vez.

Se colocó un ajustado vestido que le llegaba a la rodilla con un estampado a cuadros y unas flats al tono, ya que no podía usar tacones.

Sorpresivamente cuando salió ya Carlos y Anita estaban listos, desayunaron juntos y después salieron rumbo a la casa de los chicos. 

—Te llevaré al trabajo, así que aquí te espero —Anita abrazó a Miranda.

—Vamos esperalo adentro.

Antes de que Carlos lograra insertar la llave, la puerta fue abierta de un tirón, los tres miraron sorprendidos a Luis, pues estaba con la misma ropa de ayer, la camisa completamente arrugada y muy despeinado.

Anita no pudo evitar fijarse en la mancha cerca del cuello de la camisa de su hermano, ¿Acaso era labial?

— ¿Dónde carajos estaban? Llegó a casa preocupado y me encuentro con que ni siquiera durmieron aquí.

—Eh… creo que esperaré en el auto.

— ¿Qué? —ninguno le respondió, ella se dió la vuelta y regreso a su auto mientras los dos hermanos entraban a la casa— ¿A donde creen que van?

Pero de nueva cuenta fue ignorado, Anita se fue directo a la cocina y Carlos a su habitación.

Luis miró frustrado cómo se movían por la casa sin siquiera mirarlo.

—Me voy —su hermanito se despidió de Anita y salió, solo alcanzo a ver cómo subía al auto de Miranda y está arrancaba.

—Veo que te divertiste anoche —la voz de Anita lo obligó a apartar los ojos de la ventana.

— ¿De qué hablas?

—Jamás creí que fueras esa clase de hombre, Miranda tenía razón eres hombre y es una suerte que ese guapo doctor estuviera ahí para ayudar.

Luis no supo qué responder, la preocupación por no ver a sus hermanos había hecho que olvidará disculparse con Miranda.







Hellooooow miwas! Here we go!!!!!

Ya las extrañaba y se que me extrañaban, pero más a este par, bueno tenemos una nueva molestia llamada Heidi Novak, para las que me siguen en instagram ya vieron quien es, para las que no ¿ke ztan zprando? Si quieren verla vayan a mi Instagram mandenme DM y la vuelvo a postear.

Y wueno beautys díganme ¿les gusto? ¿A quien aman? ¿A quien odian? ¿Creen que nuestro Rey sexy de la construcción tenga una excelente excusa y no lo que todas pensamos?

Bueno nos vemos en el próximo capítulo y gracias por esperar.

Bueno nos vemos en el próximo capítulo y gracias por esperar

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Lo Intrincado del Destino [Saga Tough 4°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora