•Capítulo 11: Curiosidad

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Miranda suspiró, no sabía porque seguía ahí, hace unos minutos la pelirroja había sido llevada a la habitación de Luis.

Es por el chico. Se repetía y es que el rubio había estado sollozando.

—Soy una mierda para consolar y probablemente diga una pendejada pero deberías calmarte.

Los intensos ojos azules del chico la miraron recordándole al estúpido.

—Si algo le pasa…

—Él va a estar bien —aseguró Miranda, tenía que estar bien.

—Es que sí algo le pasa lo último que habré dicho fue algo horrible, él es el pilar de nuestra familia ¿Sabes? Ha sacrificado tanto por nosotros y yo fui muy injusto al gritarle aquello. Por nosotros está aquí.

Miranda no supo qué responder, pero supuso que es algo que los padres hacen al menos lo que había visto, Mark había recibido aquellos disparos por su familia y Kate había hecho todo lo posible por Victoria, su madre no había dado ni una mierda por ella y por Joe. Claro que sí fuera la situación ella misma se sacrificaria por su bebé, Joe era lo único que tenía en esa vida.

—Bueno, no tengo mucha experiencia, mi familia es una gran mierda —Carlos la miró con atención y ella se consoló con apartarlo un poco de su tristeza— pero estoy segura de que él los ama, por eso trabaja tan duro. Es lo que uno hace por la familia.

Carlos guardó silencio meditando lo dicho por ella. Después de unos minutos el chico fue llamado para entrar a ver a su padre.

Miranda suspiró, debería haberse ido desde que la esposa de Luis había llegado, pero al parecer se había quedado pegada a la silla.

—¿Miranda? —la pelinegra levantó la vista y se encontró con la pelirroja, estaba segura de haberla visto en algún lado, sus ojos estaban rojos e hinchados, casi que esperaba la típica escena de esposa celosa— él quiere verte.

Su mandíbula casi caía al piso.

¡¿CÓMO?! ¡HABÍA PEDIDO VERLA ESTANDO SU FAMILIA AHÍ!

—Eh… yo no creo que sea prudente…

—Sabe que estás aquí y quiere verte —Miranda no pudo evitar sentir la incomodidad ¡¿Y que sucedía con esa mujer?!

—Yo…

—Por favor

—Hijo de puta —soltó por lo bajo mientras se levantaba y caminaba a la habitación de la cual iba saliendo Carlos mucho más tranquilo.

Recibió una sonrisa del chico mientras se alejaba.

Miranda tuvo que respirar hondo antes de entrar; cuando entro a la habitación lo primero que vio fue el enorme cuerpo de Luis que ocupaba casi toda la camilla.

Tenía los ojos cerrados y estaba conectado a diferentes máquinas, le habían colocado oxígeno, estaban monitoreando su ritmo cardíaco y tenia conectado un suero.

Había recuperado muchísimo más color, sus labios ya no estaban pálidos, habían recuperado ese tono rosado.

Miranda se acercó y lo golpeó con su bolso justo entre el abdomen y sus partes bajas.

Luis soltó un grito y se doblo pero eso no le importó a Miranda.

—¡¿Qué demonios te pasa?! —grito el castaño levantando las manos pues veía a Miranda con toda la intención de volver a golpearlo.

—¡Eres un puto sinico! —ninguno se percató de la presencia de Anita y Carlos que veían la escena atónitos.

—Estoy aquí convaleciente y me golpeas ¡Eres una aprovechada!

Lo Intrincado del Destino [Saga Tough 4°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora