•Capítulo 9: Ayuda

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Y porque esta pareja es aclamada por el publico, pues aquí esta...




Miranda suspiró, había estado todo el rato concentrada en los planos del suelo del terreno por lo que no se había movido mucho.

Cuando se levantó todo su cuerpo dolió, definitivamente se había entumido. Se quitó las zapatillas que había llevado hasta el momento y caminó descalza hasta uno de los cuartos de archivos que estaban en la zona más alejada.

Necesitaba ver sí es que alguna tubería o ducto importante cruzaba por debajo del terreno.

Tal vez solo tomaría el plano y terminaría por ese día, estaba demasiado cansada como para pensar en algo más que no fuera dormir.

Entró al pequeño cuartito que sí no fuera por la potente luz le daría pánico estar ahí. Solo necesitaba el plano de todas las tuberías del gobierno de esa sección.

Lo encontró bastante rápido, sintió sus músculos tensarse cuando giró el pomo de la puerta y está no se abrió.

Mark sabía del pánico que le daba quedarse encerrada por eso las puertas tenían bloqueadas el seguro, a menos que tuvieras la llave.

La pelinegra forcejeo con la puerta por unos minutos, iba comenzar a gritar cuando las luces se apagaron.

Su corazón se detuvo por unos segundos, había un generador, había un maldito generador que tenía que empezar a funcionar en cualquier momento.

Miranda trato de abrir la puerta pero fue imposible, sentía que en cualquier momento las paredes la aplastaran y moriría, ya las podía sentir a su alrededor, sus manos temblaban y su respiración era demasiado superficial.

Cuando las luces no se encendieron perdió la razón.

Un grito de terror salió de su boca y no pudo hacer nada más que golpear, patear y arañar la puerta con tal de salir.

Entonces vio luz colarse debajo de la puerta, era obvio que alguien estaba ahí afuera

—¿Dónde estás pequeña? —Miranda abrió los ojos y negó, tenía que estar alucinando, sentía que en cualquier momento vomitaria.

Iba a morir, iba a morir ahí en ese pequeño espacio, se dejó caer al suelo y se hizo un ovillo tratando de relajarse pero no lo conseguía seguía viendo los pies bajo la puerta y las lágrimas seguían rodando mientras las paredes se cerraban en torno a ella.

(...)

A Luis se le erizaron los vellos del cuerpo al oír aquel grito y solo podía pertenecer a una persona.

La preocupación se apoderó de su cuerpo y salió corriendo de su oficina botando el celular sus ojos ya se habían adaptado un poco a la oscuridad y las luces de la ciudad proporcionaban cierta ayuda, maldijo al ver que Miranda no estaba en su oficina, pero sí sus zapatillas, la idea de que alguien hubiera entrado y la hubieran tocado estaba haciendo estragos en su mente.

—¡Miranda! ¡Miranda! —grito pero ella no contesto. Tuvo que revisar cada una de las oficinas hasta que un golpe le llamó la atención.

Se acercó a la sala de archivo pero no escucho nada, cuando intento abrir la puerta se dió cuenta de que estaba cerrada con llave, eso lo hizo fruncir el ceño, pues no era normal.

Luis golpeó la puerta mientras la llamaba pero no había respuesta, hasta que otro grito de terror le hizo saber que sí estaba ella ahí dentro.

Lo Intrincado del Destino [Saga Tough 4°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora