1

23K 1.1K 301
                                    



Pov JungKook

Me encuentro mirando hacia fuera por la ventana en medio de una clase en la que no me siento para nada interesad. Estoy sumergido en un ambiente de incertidumbre acerca de qué hacer y cuál será mi siguiente paso a dar. 

Durante toda mi vida he estado rodeado de personas que me han dicho que hacer con mi tiempo y mi atención, siendo constantemente influenciado por las decisiones e intenciones que me imponen. Qué me debe gustar, qué debo hacer, cómo debo comportarme, hasta qué debo sentir y hacia quien.

Estas personas probablemente han cometido mi misma cantidad de errores o incluso más; sin embargo al llevar unos años más sobreviviendo en esta deteriorada sociedad, creen tener un criterio superior al mío, creen saber que es correcto y que no, creen conocer que me conviene y que no, cuando no se enteran siquiera de lo que pienso y quiero.

Creo firmemente que todos somos producto en gran medida de lo que la sociedad ha querido que seamos, no somos auténticos con nosotros mismos, porque si lo fuéramos no viviríamos con este nudo en la garganta y estas ganas de ser escuchados por alguien que en realidad le importe. No viviríamos con temor a decir justamente lo que pensamos en el momento en que el viene a nuestra mente. No viviríamos comportándonos según lo que la gente espera y quiere de nosotros.

Si realmente hiciera lo que mi cuerpo y mente me incitan a hacer, no estaría en medio de una clase rodeado de gente a la que no le importo, fingiendo prestar atención y entender porque el docente en frente nos muestra unas formulas matemáticas extrañas en el tablero, que se que jamas en lo que queda de mi controlada existencia utilizaré. 

No estaría ignorando el hecho de que no estoy de acuerdo con mi familia en su forma de pensar, y como consecuencia no estaría soportando ciertos tratos y comentarios como lo hago. No estaría fingiendo que el día de hoy amanecí de buen humor, como tampoco estaría aguantando las ganas de golpear a quien está detrás de mi asiento pateando mi silla.

—Disculpa, ¿puedes parar de mover tu pie? es que me desconcentro un poco— digo girándome hacia mi compañero, ocultando mis ganas de insultarlo.

—Oh, lo siento Jeon, esta clase es en serio aburrida y estaba en otro planeta— contesta mi compañero, el cual no recuerdo su nombre mientras ríe.

—Tranquilo, no importa — respondo con una sonrisa amable, fingiendo que no me molesta que invadan mi espacio.

Término por voltearme y enfocar de nuevo mi vista al tablero, viendo como se acaba de agregar otra fórmula que entiendo menos que la anterior. 

Lo siguiente que hago es sacar de mi mochila mi nueva libreta para dibujar, siendo esta quizás la número 12 desde que entré a la universidad. Una de las pocas cosas en este universo que logran tranquilizarme y brindarle una pizca de libertad a mi mente es mi mano y un lápiz en ella mientras trazo en hojas vacías lo que mis ojos ven o mi mente quisiera ver. 

He pasado una significativa parte de mi vida perdido en hojas blancas que me exigen llenarlas y expulsar mis sentimientos en ellas. Dibujando olvido mis problemas, dibujando olvido quién soy y qué debería estar haciendo o pensando. Y es por esa razón que mis libretas son intocables, son las únicas que me conocen totalmente.

Cuando estoy jodidamente aburrido y estoy cerca de algunas personas procuro dibujar cosas no tan comprometedoras, ni que posean la capacidad de delatarme. Quienes me han visto dibujar ciertas cosas que me permito mostrar solo en algunas situaciones, me han halagado, preguntándome por qué no estudie algo relacionado al dibujo o las artes, cosa que yo también me pregunto, puesto que era lo que realmente quería estudiar.

Kurabu クラブ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora