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Narradora

La vida en secundaria parece ser la mejor y peor época de todas. Muchos la recuerdan como el periodo de tiempo con mayor libertad, otros como su pesadilla mas larga y unos cuantos mas se arrepienten de haber considerado que sus problemas de ese entonces eran serios cuando ahora parecen ser estúpidos frente a la cruel realidad que es la adultez. Pero lo que muchos ignoran... es que es aquella etapa de la adolescencia es en la que definimos muchas cosas sobre nosotros. Es la etapa donde todo permanecerá en nuestra memoria.

Fue la parte de nuestras vidas donde avivaba la curiosidad, nuestros sentidos absorbían todo a nuestro alrededor con ímpetu y nos sentíamos capaces de muchas cosas y pequeños para otras. Es cierto que tenemos el poder de cambiar y transformarnos, pero la mayoría de decisiones que tomamos después, parten de nuestros recuerdos en esta época.

¿Fuimos valorados? ¿cuidados? ¿o mas bien marginados y humillados?

¿Creamos estrechos lazos o por el contrario conocimos la traición?

¿Fuimos protegidos o lastimados?

¿Qué sucedió con aquellas metas que teníamos tan implantadas en nuestros cerebros en aquellos tiempos?

¿A donde se fueron aquellas personas que nos prometieron lealtad y una amistad eterna?

¿Qué ocurrió?

¿De qué sirvió aquellas cosas que hicimos por aceptación?

Probablemente para muchos aquellas memorias solo significan una experiencia graciosa, una anécdota donde solo eramos un poco tontos y debido a nuestra inocencia erramos al hacer unas cuantas cosas. Pero ¿qué sucede con aquellos que obtuvieron lo peor de aquella época? Quienes solo experimentaron dolor, burlar, humillación y desprecio.

Quienes fueron victima de los peores tratos desde pequeños, quienes ya vivían una cruda realidad a tan temprana edad. ¿Qué podía ocurrir con personas como Jimin?

Quienes tienen muy presentes y anclados en el fondo de su pecho aquellos horribles recuerdos.


.  .  .  .  .

Hace 8 años


Una cabellera rubia oculta bajo la capucha de un gran sweater se abría paso por el pasillo abarrotado de alumnos con destino a su salón de clase. Debido a las tiernas e insistentes palabras de animo y consuelo de su madre, el muchacho había obtenido el valor de llevar su cabello como siempre lo había querido: Largo. Su cabello rubio era lacio y brillante, el tipo de caballera que envidiaría toda mujer. Había dejado crecer sus mechones dorados hasta por debajo de su mandíbula desde hace un par de meses y lo amaba, le encantaba su cabello.

Lo que no le gustaba eran las consecuencias de que los demás lo vieran.

Definitivamente no después de lo que él había hecho.

No después de los rumores que se habían regado por toda la escuela acerca de su sexualidad y su historia con él.

Y por sobre todo no después de que aquellas fotos fueran publicadas. 

Jimin quería soportarlo todo, quería hacer enorgullecer a su madre y ser valiente y protegerla, como su progenitor debió haberlo hecho. Quería permanecer mas tiempo en un solo colegio, pues sabia que para su madre significaba un gran gasto cambiarlo constantemente de institución. Pero todo lo que conseguía era hundirse mas y mas en el fondo sin saber por qué. Quizás su existencia no valía para nada mas. Después de todo no era lo suficiente en nada. Ni para nadie.

Kurabu クラブ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora