Capítulo 5

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Elizabeth

Cuando me levanté a la mañana siguiente apenas el sol empezaba a salir por el Este, iluminando la habitación a través de la pared de cristal con vistas al hermoso mar azul...

El panorama era digno de admirar. Me levanté y, acercándome al cristal, sonreí inconsciente al ver semejante belleza de la madre naturaleza. Nunca había presenciado algo parecido.

También me di cuenta que, en el transcurso de la madrugada no me había levantado por las pesadillas que normalmente me acechaban. Fruncí el ceño sorprendida... Había soñado con varias cosas desagradables, pero pasaron rápido. Eso en gran parte me relajó...

Entré al baño y me senté en el váter para hacer del número uno, pero..., abrí los ojos descomunalmente cuando ví mis bragas manchadas de sangre...

No... ¡No!

Me había bajado la regla y, aunque estaba agradecida porque no tuviera aún el dolor de vientre, me sentí horrores al darme cuenta que no tenía compresas...

¡¡Joder!!

Después de orinar y ducharme, empecé a ingeniármelas para conseguir las compresas sin decirle a Dimitri de mi estado... ¡Qué vergüenza! No me imagino la cara de Dimitri al enterarse de que tiene que comprar compresas en alguna tienda...

Ese tema era tan desagradable para mí, que me avergonzaba mucho

Al salir del baño empecé a deambular por la habitación envuelta en una simple toalla azul celeste: buscando compresas. Sabía que debía de perecer un fantasma en pena, porque justo así era que mi aspecto se veía siempre que bajaba mi período.

Di un sobresalto al escuchar cómo tocaban la puerta con golpes secos y duros. Corrí rápidamente y abrí, escondiendo el cuerpo detrás de la puerta.

Observé a Dimitri, vestía unos jeans negros rasgados ceñido a sus piernas, una remera negra con una calavera en el pecho y unas botas de cuero. Su cabello estaba húmedo y desordenado, dándole un aire fresco. Y su rostro... su mandíbula cuadrada lo hacía ver tan viril, sus labios finos estaban humedos, el azul grisáceo de sus ojos grandes eran fríos y profundos. Tan enigmáticos..

¿Será el diablo?....

Aún estaba un poco enfadada por las palabras que cruzamos en la madrugada, pero no quería andar amargada tan temprano y tampoco quería comenzar una discusión.

-Dentro de cuarenta minutos te quiero abajo, en la entrada -dijo en tono gélido. Asentí, intentando que su frialdad no me jodiera la mañana- ¿Qué te sucede? -me observó seriamente, pero también con un deje de preocupación. Pero sólo una pizca... O creo que es mi imaginación.

-Nada... -respondí rápido, volviendo a sonrojarme.

Tenía que decirle sobre las compresas ¿no?

Cuando ví que volvió a poner su cara de culo por lo que respondí, antes de que se diera vuelta para irse, lo tomé del brazo, salí de mi escondite. Me miró por un momento, detenidamente. Me aferré más al nudo de la toalla, pero lo solté al sentir un cosquilleo en mis dedos cuando miré directamente a sus fríos ojos azules.

¿Por qué me pasaba esto a mí?

-Dimitri... -murmuré en voz casi baja. Dimitri me miró con atención y a la vez fastidio- Necesito... Necesito un favor tuyo... -mi cara la sentía arder. Nunca antes me había sucedido nada parecido como aquello. Estaba muy avergonzada. ¿Por qué?

-Eso depende. -su tono de voz lo sentí pecaminoso.

Justo cuando iba a mencionar el delicado tema, sentí algo descender por los músculos internos.

El Físico Atrae, Pero No Es Por Lo Que Me Quedo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora