Capítulo 12

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Elizabeth

Abrí los ojos lentamente, cerrándolos de nuevo por la luz que entraba en la habitacion. Me adapté a la luz y recorrí el lugar con atención, sintiendo reseca mi garganta, pero también incomoda por el tubo de oxígeno al que estaba conectada. También tenía un dolor de cabeza intenso.

Volví a recorrer la habitación, encontrándome con la estancia sola. Las paredes blancas y el sonido de las maquinas a la que estaba conectada me hicieron recordar las escenas de lo sucedido en la casa de Dimitri; los golpes, Abba ensangrentada, los disparos, los brazos de Dimitri cargándome después de aquél dolor tan insoportable y desgarrador. Luego no recordaba nada.

Me quedé mirando el techo blanco por un segundo.

No sabía cómo sentirme al respecto. Había pasado por situaciones dolorosas por mucho tiempo que ya ni siquiera sabía qué podía hacer con mi jodida vida. He sido abusada desde pequeña. He sido maltratada por tanto tiempo que ya no sé si pasar este nuevo golpe desapercibido o no.

Saber que mi vida aún corría peligro me asfixiaba.

Sólo queria una vida normal, ¿era mucho pedir?

Cerré los ojos de golpe cuando sentí que alguien abrió la puerta. No vi quién entró, pero fingí estar dormida.

Escuché los pasos lentos acercarse a la cama. Hasta que el olor de un perfume muy particular me hizo saber quién era el individuo. Su loción masculina era deliciosa.

Una silla fue arrastrada hasta el lado de la cama y después todo fue silencio. Pero podía sentir esos ojos en mi. Podía sentir el cielo mirarme.

Mi respiración se aceleró un poco por lo nerviosa que me estaba poniendo el silencio, pero su mano me acarició la mejilla, ocasionando que escuchara mis latidos acelerados como si tuviera el corazon en la cabeeza. La máquina a la que estaba conectada fue la que me delató, para mi jodida suerte.

-¿Hace cuánto despertaste? -preguntó lento. Su voz grave y profunda me brindó un alivio inexplicable, pero también me removió un calor sorprendente. Abrí los ojos con lentitud. Encontrándome con sus sorprendentes ojos. Su pelo estaba húmedo y un poco desordenado. Iba vestido con una sudadera azul que le sentaba de maravilla. Su cálida mano aún estaba reposando en mi mejilla. Mi estado en este momento era diferente, pero, aun así, me sentí segura al tenerlo ahí; conmigo. Sonrió leve al darse cuenta de lo que sucedia; no le podía responder.

Presionó uno de los botones que habían en un control al lado de mi cama y las pocos segundos entró un enfermero. Al verme despierta abrió los ojos y volvió a salir. Luego entró un doctor junto al enfermero de antes y prosiguieron a quitarme el tubo de oxigeno con cuidado. ¡Que desagradable!

-¿Puedes respirar bien? ¿No tienes ninguna dificultad? -me pregunto el doctor mientras tenía una tabla y anotaba algo en ella. Respiré poco a poco, sintiendo un leve dolor en mi pecho, pero podía soportarlo.

-Es tolerable... -mi voz sonó ronca. Sentía la garganta seca y me dolía un poco- Quiero agua. -Dimitri me sirvió agua en uno de los vasos que habían en la mesita de al lado y le metió un pitillo. Bebí con un poco de dificultad bajo la mirada de ellos tres, pero el agua la sentí como la gloria cuando la probé. Tenía mucha sed. Sentía la graganta muy seca.

-Señorita, Elizabeth. ¿Cómo te sientes? -me preguntó el doctor mientras miraba aún tablilla que llevaba en la mano. Se veía demasiado joven como para ser un doctor...

-Bien, supongo. Aunque me duele un poco el pecho y la cabeza -avisé, señalando mi pecho. El doctor asintió, examibandome con la mirada.

-Está bien. Hablaré con una de las enfermeras del turno para que te coloquen un calmante. -dijo; asentí- ¿Recuerdas lo que sucedió antes de perder el conocimiento?

El Físico Atrae, Pero No Es Por Lo Que Me Quedo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora