Elizabeth
Terror...
Eso fue lo que sentí cuando abrí los ojos y lo primero que vi fue al hombre que estaba a mi lado, mirándome con esos ojos azules que derretiría un temprano de hielo. Dimitri estaba de lado, con la cabeza apoyada en su mano, mirándome a los ojos con suma atención y con curiosidad.
Un dolor punzante atormentaba mi cabeza. Era horroroso.
A pesar de mi dolor de cabeza, me levanté de la cama de un salto. Dimitri frunció el ceño, mirándome sin entender mi reacción. Había entrado en pánico. El frío atacó a mi cuerpo, haciendo que bajara la mirada a mis piernas. Llevaba uno de los camisones que normalmente usaba para dormir. Mis piernas estaban totalmente descubiertas.
Los recuerdos inmediatamente ocuparon mi mente: la fiesta, yo bailando con Skay, Dimitri en el baño con aquella pelirroja mientras..., yo besando a Skay, Dimitri disparándole al rubio. Nuestra pelea... y después cuando entramos a su cuarto e hizo que tuviera mi primer orgasmo...
Mis mejillas se tiñeron de rojo furiosamente. Cerré los ojos con fuerza, por el dolor de cabeza.
¿Dios, qué hice?
El labio inferior me empezó a temblar... ¿Habíamos tenido sexo? ¿Cómo pude haber dejado que sus manos me tocaran? Él no era Walter, pero nunca antes me había tocado alguien aparte de ese monstruo y sus amigos que iban a mi habitación para drogarme y hacer cosas de las que no recuerdo por los efectos de las drogas.
Sentí algo quebrarse dentro de mí, como si fuera una jarra de cristal cayendo al suelo. Alguien más volvió a usar mi cuerpo...
Esas fueron las únicas cosas que mi mente proyectó en ese momento. No sé si era porque me acababa de levantar y aún no tenía mi mente clara para pensar, sólo podía entender que mi cuerpo había sido tocado nuevamente por alguien. No recordaba qué más sucedió.
Dimitri se levantó de la cama, con cuidado de hacer algún movimiento que me hiciera asustarme y salir corriendo; yo sólo retrocedí, unas lágrimas espesas rodaron por mis mejillas.
—¿Qué pasa? —habló su ronca voz.
—Vete, por favor... —dije con voz débil, casi audible. Respiré hondo, tratando de no perder la poca tranquilidad que tenía mi cuerpo.
—¿Ahora pides que me vaya cuando anoche casi suplicaste que durmiera contigo? —dijo, con el veneno cargado en cada sílaba.
—No... No sabía lo que hacía... No recuerdo casi nada... —susurré— No quería llegar al punto de tener sexo mientras estaba inconsciente... —la voz se me rompió.
¿Cómo había dejado que alguien más me tocara para satisfacer su placer sin pensar en el mío? Lo que había sucedido la noche anterior no lo recordaba bien... Sólo recordaba cuando Dimitri me había traído a la habitación y ya está.
—¿Qué? —murmuró confuso— No tuvimos nada, Elizabeth. —lo miré a los ojos.
—¿No me estas mintiendo? —pregunté, entrecerrando los ojos húmedos.
—Estabas demasiado borracha, casi inconsciente. No iba a propasarme... —dijo esto último como si fuese tabú. Abrí los ojos sorprendida. Su mirada era sincera.
No conocía a Dimitri Olkho con exactitud, pero, muy en el fondo de mi destrozada alma, podía sentir honestidad.
—¿Por qué estas desnudo, entonces? —dije con recelo, a pesar de que casi le creía. Necesitaba estar completamente segura de que entre Dimitri y yo no sucedió nada.
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El Físico Atrae, Pero No Es Por Lo Que Me Quedo©
RomanceÉl, un hombre arrogante, frío, calculador y futuro heredero de Los Vory, la ayuda a ella; una chica con demonios que la atormentan, la marcaron mental y físicamente, rompiendo sus alas y causando de se odiara a sí misma. La mafia rusa es un mundo dó...