Capítulo 13

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Dimitri

"Eres demasiado arte para alguien que carece de sensibilidad."

-Quetzal Noah
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El sabor de su boca fue como una explosión para mis sentidos, creando una enorme nube de confusiones en mi cabeza.

Una vez había oído que cuando dos supernovas chocaban era una explosión magnifica. Pero lo que sentí fue más allá del deseo y la lujuria que tenia por ella.

Sí, la deseaba tanto que simplemente no entiendo en qué momento todo dió un giro tan drástico. Aunque aún seguía odiandola...

El sentimiento que empezaba a fluir cuando besaba a Elizabeth lo cubría con la simple excusa de que sólo era un nuevo capricho mío. Pero no siempre iba a poder tapar el sol con un solo dedo, porque yo ya había tenido simples caprichos intensos y nada de eso se comparaba a lo que estaba experimentando con esa rubia amargada.

Chupar sus labios y saborearlos me erizó la piel, pero cuando metí mi lengua en su boca para profundizar lo que tanto me había estado conteniendo desde que ella me saco de su habitación, la frustración y la rabia que tenía acumulada por cualquier jodido asunto, se esfumó en ese momento.

Sentí sus manos subiendo a mis hombros. Quité una de mis manos de su rostro suave y le rodeé la cintura para acercarla. Nuestras respiraciones estaban agitadas y nuestros pulmones reclamaban oxígeno, pero el deseo, o todo lo que iba más allá, no nos hizo parar.

Podía sentir cómo su pequeño cuerpo me transmitía un calor embriagador y cegador. Escuché cómo un sonidito, un gemido tímido, provino de su garganta; cosa que me hizo calentar la sangre de tal manera que era como si por mis venas corriera lava en lugar de sangre.

Con cuidado de no hacerle daño por su labio que aún lo tenía un poco partido, le mordisqueé su labio inferior suculento. Cuando nos separamos un momento y pegamos nuestras frentes, sentí su mano subir hasta mi nuca y acariciar esa parte de mi piel que nadie sabía que me podía afectar de maneras oscuras.

Cerré los ojos con fuerza, sintiendo como mi erección se empezaba a emocionar y agrandar. Si seguía haciendo eso no iba poder contenerme.

Nunca había sido fácil que una mujer me hiciera tener una erección. No por tener algún problema o algo, es que estaba tan acostumbrado a las mismas cosas con las mujeres que me acostaba y se me hacía difícil disfrutar del sexo de manera intensa. Lo disfrutaba.... pero a veces sentía que todo era tan repetitivo, sea cualquier situación sexual o posición, era vacío y aburrido.

Como si se tratara de una pluma, la alcé por las caderas y la senté horcajadas sobre mí, haciendo que su bata se alzara y dejara ver sus muslos rellenos y tentadores. Pude ver la vergüenza en su rostro cuando se vio en esa posición y sintió mi erección que oculta bajo la tela.

La miré con algo que nunca en mi vida había hecho; veneración.

Besé con paciencia, a la vez con dolor en mi pene por lo duro que estaba, el hombro que le había bajado el tirante. Oí su suspiro tembloroso, cosa que me dio confianza para seguir ascendiendo a su cuello, con besos húmedos y lentos. Al llegar al otro hombro, después de besar y chupar su cuello con disfrute, bajé el otro tirante, dejándolo caer y haciendo que los pechos de Elizabeth quedaran al desnudos delante de mi.

Eran grandes, llenos, con varias estrías en el seno, pero perfectos para ella, con unos pezones rosados y erectos que gritaban con ansia que los chupara.

El Físico Atrae, Pero No Es Por Lo Que Me Quedo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora