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Blue. 

Fin de semana ¡Deliciosos fin de semana! toda la semana de clase parecía una verdadera tortura por completo ¡A caso los profesores no saben que tenemos una vida fuera de la escuela! no había dormido del todo en la semana ya que tenia muchas tareas y yo odiaba hacer tareas, claro  que algunas de las tareas era mi materia favorita y en eso si que no me importaba el no dormir por completo. 

Así que al ser fin de semana solo estaba en mi habitación mirando al techo como si fuera a decirme algo que fuera algo interesante y que me quitara el aburrimiento, pero nada, mis manos estaban entrelazadas sobre mi abdomen y seguía pensando y pensando ¿Qué sería de mi en cinco años? muchas veces he pensado en eso ¿Qué estaría haciendo en cinco años? tal vez este trabajando en la policía como detective o oficial de policía, porque si, quería ser policía como mi padre, pero mi mayor sueño era ser psicóloga forense ¡Todo puede pasar en cinco años! podría yo trabajar en grandes casos importante, claro que mi madre no estaba del todo de acuerdo en que me dedicara a eso, ella dice que prefiere que estudie medicina y me dedique a la cirugía, cosa que a mi la verdad no me interesaba por completo, la medicina era algo que me gustaba pero no era para ser cirujana eso jamás iba a tocar, odiaba los quirófanos.  Así lo único que me quedaba por completo era solo esperar para saber que era lo iba a ser de mi en ese tiempo. 

Mi teléfono comenzó a sonar indicando que un mensaje había llegado, mire a la mesa de noche donde estaba mi teléfono y lo tome con toda la flojera que tenia, al tenerlo en mis manos vi que era un mensaje de Mikaela: 

"Ve por tu traje de baño! Mamá hará hamburguesas!" 

Eso no sonaba para nada mal e incluso eso si que me interesaba.

Conteste su mensaje lo más rápido posible para así salir corriendo de mi cama para tomar mi traje de baño de dos piezas y tome algunas cosas importantes como mi bolsa con ropa interior y ropa seca, acomode mi sudadera que era dos tallas más grande que yo y que me quedaba a la perfección como un vestido, me puse un short y mis tenis convers clásicos y deje mi cabello suelto. Salí de mi habitación para así llegar al despacho de papá ya que mi mamá había tenido una cirugía así que había salido desde la mañana dejándome con mi papá. 

Asome la cabeza por la puerta para asegurarme de que mi padre no estuviera leyendo documentos o algo importantes ya que odiaba que lo interrumpieran, pero por suerte solo estaba fumando un cigarrillo mirando a la ventana, toque la puerta con mis nudillos y mi padre se giro a mirar a la puerta y al verme me regalo una sonrisa. 

-Hola azulita ¿Qué pasa?-. Puso su cigarrillo en el cenicero y yo me acerque a él. 

-Papá, iré a casa de Mikaela me invito a pasar la tarde con ella-. Sonreí de forma inocente y tierna. 

Papá se quedo callado unos segundo mirándome, siempre hacía eso cada que pedía un permiso. Desde el incidente que tuvo en su trabajo papá muchas veces entra en pánico cuando le pido permiso para salir con mis amigos e incluso para salir sola, dice que no quiere que nada me pase y que me hagan algo y a tomado sus medidas un poco estrictas, mamá le ha dicho que no tiene que ponerse así cuando se lo que debo hacer en caso de que algo me pasara, ya que ambos me mandaron a clases de defensa personal y han ayudado muchas veces, por ejemplo un chico me toco el trasero en el cine y reaccione de forma maravillosa para mi padre. 

-Bien te llevare, ¿Llevas el gas pimienta?-. Pregunto. 

Si, mi padre me obligaba a usar gas pimienta, no podía salir de casa sin el, dice que como cargo el celular y el maquillaje en la bolsa debo cargar un arma como el gas para protegerme. 

Sonreí ante su pregunta y de mi bolso saque mi gas para mostrárselo, él sonrio al ver que seguía las medidas de forma correcta. 

-Bien pequeña, vamos te llevo-. 

Al decir eso me acerque a darle un beso a mi padre en la mejilla y sin más se puso en pie de su lugar e irnos al garaje. 

Al llegar a la casa de Mikaela papá me dijo que vendría por mi en la noche para que no volviera sola a casa, me despedí de él y salí corriendo a la puerta de la casa de mi amiga, toque el timbre y no tuve que esperar mucho para que esta se abriera dejándome a la vista a mi amiga que tenia una sonrisa que le llegaba hasta las orejas, me tomo de mis manos para adentrarme a su casa y rápidamente cerrar la puerta. 

-¡Adivina!-. Casi grito de la emoción, estaba completamente eufórica. 

-Estas embrazada, ya decía yo que tarde o temprano harías una idiotez-. 

Su sonrisa se borro por un momento para que su boca se volviera una O y llevo una mano a su pecho. 

-¡Oye! no sabes que no me gustan los niño ¿Por que me iba a embarazar?-. Reí un poco ante su contestación-. Como sea, no era eso, la persona que se mudo a la casa de la loca de los gatos esta aquí-. 

Eso si me interesaba. 

-¡Y bien!-. Dije sorprendida. 

-¡Joder Blue, tienes que verlo por ti misma!-. 

Al decir eso me volvió a tomar de la mano para guiarme a la puerta trasera de su casa que daba al jardín, una vez que pusimos un pie fuera de la casa y tocamos el jardín había al menos tres personas mas, el señor y la señora Olmos, una pareja mexicana que se había mudado hace tres años al vecindario y era una de las parejas más lindas de aquí ya que siempre saludaban a todo el mundo y era muy carismáticos, el señor olmos era una administrador de una de las empresas textileras de Londres y la señora Olmos era una linda ama de casa que hacía un...¿Cómo dijo que se llamaba? un pozole ¡Delicioso! la señora Olmos era muy buena amiga de Candace, la madre de Mikaela, pero no olvidemos que eran tres personas y el tercero en discordia ahí estaba, la señora Candace estaba hablando con él de forma animada, aquel hombre usaba unos lentes de solo oscuros ocultando sus ojos, su cabello negro perfectamente peinado hacía atrás, usaba unos jeans desgastados, tenis y una camisa holgada de color azul rey con los primeros botones desabotonados ¡Carajo! y era jodidamente alto ¡Muy alto! y fuerte, se ve que hacía mucho ejercicio. 

-Así como tu estas...así estuve cuando toco mi puerta-. Dijo Mikaela en un susurro cerca de mi oído. 

Mire a mi amiga y simplemente pude asentir con la cabeza, era un perfecto adonis. 

Caminamos las dos juntas hacía los adultos, salude a los señores Olmos que me saludaron de forma amable y carismática como siempre, pero cuando estaba a punto de saludar a ese hombre sentía como los nervios recorrían mi cuerpo ¿Por que estaba nerviosa? la señora Candace dejo de hablar con el hombre que tenia enfrente de ella para saludarme. 

-¡Blue! que alegría me da verte querida-. Dijo ella sonriente como siempre y se acerco a mi para darme un beso en la mejilla el cual fue correspondido. 

-Es un gusto también volver a verla-. Sonreí. 

Nos quedamos en silencio por unos segundos ya que el hombre ante nosotras no hablaba, eso me hizo sentir un poco incomoda y no sabía que hacer ya que nunca fui buena para los saludos. 

-¡Oh, lo siento! Blue, él es Blake Myers el nuevo vecino que se mundo en la esquina-. 

La forma en como la señora Candace había presentado al nuevo vecino me dio a entender que estaba completamente excitada de tener a un hombre como él en su casa y claro podría estar cine por ciento segura de que la madre de mi mejor amiga estaba haciendo todo lo posible para que él se fijara en ella y le diera una buena jornada de sexo, porque si, desde que los padres de mi amiga se divorciaron su mamá no había salido con nadie que fuera formal o al menos eso fue lo que me dijo Mikaela ya que solo menciono que salía con hombre, pero que ninguno era de su altura y no le despertaba la pasión y ahora que estoy viendo a este hombre enfrente de mi y que puedo decir que es el sueño hecho realidad de cualquier mujer entiendo de que este extasiada por él. 

Esture mi mano para dar el saludo. 

-Un gusto conocerle señor Myers, me llamo Blue-. Salude de forma amable. 

-El gusto es mío, Blue-. 

Su voz, su voz era tan sensual y a la vez tan rasposa que hizo que mi piel se pusiera de gallina al cien no...al mil. 


Fugitivo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora