La puerta del cuarto de Sara se cierra con fuerza, haciendo que el marco de mi ventana vibre con fuerza y yo solo cierro mis ojos, mientras me tapo aún más con mi sabana. Es pleno verano, pero puedo sentir un escalofrío recorrerme cuando escucho el primer grito y los lamentos.
Un pequeño golpe interrumpe mis pensamientos y siento a mi papá entrar a mi cuarto, sentarse en los pies de mi cama y suspirar. Puedo sentir su preocupación como si la sintiera yo misma, puedo ver su cara contraerse en un gesto de dolor, aun con la poca luz que entra desde la ventana.
— ¿Princesa? ¿Estás bien?
—Tengo miedo, papá —susurro, me muerdo el labio al sentir mis ojos llenarse de lágrimas; pero no las dejo caer, las contengo mirando el techo—. ¿Siempre es así?
Me mira sin entender, y yo me siento, dejando caer la sabana. Muevo mis dedos nerviosa, no sabiendo cómo expresar mis próximas palabras.
—Sara, siempre ha llorado de ese modo cuando termina con sus novios, como si le estuvieran arrancando el corazón... ¿siempre es así?
—No, Sofi, no siempre. Pero a veces lo es.
— ¿Me va a pasar a mí? ¿Me va a doler de ese modo?
Veo a papá pelear consigo mismo, buscando las palabras adecuadas. Me contraigo en mi misma cuando otro grito y un ruido que indica que algo se ha roto rompen el silencio de mi habitación. Seguido a eso, puedo escuchar los pasos tentativos de quien supongo es mamá dirigirse a la habitación de mi hermana mayor.
Respiro de forma entrecortada, siempre escucho lo que sucede en la casa. Porque mi cuarto queda en el corazón de la misma y eso es tanto como una ventaja, como una pesadilla.
—Tener tu corazón roto es diferente para todos, tienes que experimentarlo por ti misma, princesa.
— ¿Qué es un corazón roto, papá?
—Esa es una pregunta difícil. A ver... de un modo muy simple, puedo decirte que es un sentimiento feo. Pero todos de algún sufrimos en nuestras vidas, muchos logran superarlo, a otros les cuesta más... tener un corazón roto no es justo a veces.
—No suena bonito, papá. ¿Duele mucho?
—A veces sí, a veces no. Como dije, siempre es diferente.
—Pero no me has dicho qué es, papá —respondo bufando, él entrecierra sus ojos.
—Es cuando alguien que tú quieres, deja de quererte; muchas veces, esas personas no quieren herirte, no lo hacen a propósito.
— ¿Es por eso que Sara llora de este modo, papá?
—Sí, porque le duele y tiene que sacar ese dolor de algún modo.
— ¿Cómo lo describirías vos, papá? —La pregunta se me escapa por la curiosidad, pero a veces me olvido que eso podría traerme problemas—. Solo si quieres contarme.
—Mmmm, fue hace mucho tiempo. Tal vez cuando seas más grande te lo diré —contesta mirándome de costado, se levanta y me hace señas para que me acueste de forma correcta—. Eres muy pequeña para preocuparte por esto de todos modos, aun sigues siendo mi princesa.
—Lo seré siempre, papá. Pero quiero saber. —Hago un puchero con mis labios, eso lo hace reír—. Tengo casi 10, no soy pequeña.
—Lo eres, para esto sí.
—Bueno, pero prométeme que me lo dirás algún día.
—Lo haré, Sofi. Ahora a dormir —dice terminando de arroparme, deja un beso en mi frente—. Descansa, tratare de que no haya más ruido, ¿okey?
—Bueno, gracias papá. Te quiero.
—Y yo a ti, princesa.
Lo observo caminar hacia mi puerta y abrirla, antes de que la cierre dejo escapar un último comentario.
— ¿Tiene cura?
— ¿Qué tiene cura, Sofi? —Inclina su cabeza confundido.
—El corazón roto.
Sus labios hacen una pequeña sonrisa de costado, pero dentro de mí sé que sus ojos se empañan con una capa de tristeza. Me arrepiento de mi pregunta.
—No, Sofí —responde sin mirarme, cuando queda solo unos centímetros dice—. Porque no es una enfermedad; ahora duérmete, y sueña con los ángeles, ¿sí?
Quedándome a oscuras, escucho mi propia respiración; busco algún sonido que venga a afuera, pero solo hay un poco de murmullo que se esconde detrás del ruido del viento que choca contra la ventana.
Espero unos cinco minutos más, asegurándome que nadie prestara atención si escuchan movimiento en mi cuarto y salgo de mi cama. Prendo la luz del velador y busco mi cuaderno de anotaciones.
Muchos dirán que es un diario, y aunque se parece mucho, no es lo mismo. Yo anoto cosas y definiciones que voy aprendiendo, papá dice que eso me hacer una chica curiosa y mamá se ríe de mis ocurrencias.
Mordisqueo mis uñas mientras busco la última hoja, en donde relato qué es bioquímico y que me encantaría ser eso de grande. Agarro un lápiz negro y una goma, me siento con mis piernas cruzadas y escribo: ¿Qué es un corazón roto? ¿Enfermedad o síntoma?
Sonrió de costado cuando me doy cuenta que estoy usando la palabra síntoma, palabra nueva que aprendí el otro día cuando mamá tuvo gripe.
Y empiezo a escribir lo que me acuerdo de mi conversación con papá. Algo me dice que lo necesitare saber más adelante.
*******
Es cortito porque no son capítulos, son más recuerdos; cuanto más grande sea la Sofía de los recuerdos más largos serán.
Tal vez tenga en mente hacer un especial con Edison de narrador, para más adelante.
Nos leemos en el proximo cap que sabemos qué le paso a Sara.
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Cigarros para un corazón roto
ChickLit¿Cómo se puede curar un corazón roto? Pues, déjame decirte, que por años he creído que los cigarrillos curarían todas las heridas profundas. Siendo la hija menor perfecta, notas sobresalientes y una vida estable; siempre he vivido bajo la sombra caó...