13. El reflejo de quien fui, parte 2.

87 7 12
                                    

Ambos nos sentamos en el patio, mirando a los dos perros que ha adoptado: Miska y Mía. Mis labios se curvan cuando recuerdo las palabras de papá diciendo que él no quería más mascotas luego de que mi último perro muriera antes de que me mudara.

— ¿De qué te ríes, princesa? —Giro mi cuello para poder verlo bien, él se ajusta su saco tejido de color crema.

—La ironía de que seas dueños de dos perras y yo, la niña de la casa amante de estos animales, viva en un departamento no apto para mascotas de cuatro patas.

Un repentino recuerdo de Mac, mi último perro pasa por mi mente. Su pelaje crema y marrón clarito era lo que más lo destacaba. Era el consentido de la casa. Mi compañero imparable, él único que entendía cómo me sentía.

—Después de que tu hermana y tú se fueran, decidí que era necesario para mi cordura tener compañía —contesta encogiéndose de hombros—; de todos modos, son grandes y las iban a matar si no las adoptaba. La mirada que me dieron fue suficiente para hacerlo.

— ¿Crees que mamá este orgullosa de nosotras? —Suelto de pronto y papá suspira. Me inclino para su lado en mi asiento y niego—. Disculpa, no debería haber preguntado tan brusco. Solo es que es extraño venir acá y no encontrarla.

—Ella ya estaba orgullosa de ambas, mucho antes de lo que paso. Los dos las amábamos por igual, tal vez es algo que Sara nunca entendió, pero jamás creímos que una tuviera más potencial que la otra.

Con el ceño fruncido saca una caja de cigarrillos de su camisa y yo ruedo mis ojos. Él me ofrece uno, aun cuando pienso en Edison, lo acepto.

—A veces me sorprende ver que fumas —dice soltando el aire despacio, el humo mezclándose mientras habla—; siempre me dije que no haría de mis hijas adictas a esta mierda.

—No soy adicta —respondo quejándome, él bufa—; es solo... costumbre. No es una necesidad.

— ¿No sientes la urgencia de fumar? ¿Entonces por qué mierda lo haces, princesa? Mataras tus pulmones a este ritmo.

— ¿Te acuerdas lo que me dijiste hace años? —Él niega—. Es una lástima, porque esa es la respuesta.

—Tan evasiva como siempre. Pero, en serio, deberías no fumar esta mierda.

—El muerto se ríe del degollado —susurro y él ríe, yo también. Suelto despacio el humo en un suspiro, él me mira con atención—. Cuando fumo siento que estoy levantando, por unos minutos, un peso de mis hombros. Es como si estuviera pagando una sentencia, y cada cigarrillo me acerca a ser libre de eso.

—Yo empecé a fumar por estrés —dice, tratando de sonar casual—; en algún momento se convirtió en una solución a...

—Tu corazón roto —digo, completando su oración. Él asiente y se relaja en su asiento.

—Tu madre me lo rompió muchas veces, creo que yo también lo hice. Lo extraño es que nunca nos engañamos ni mentimos, fue la omisión que nos hizo lastimarnos. Aunque siempre la ame y ella lo hizo a su manera.

— ¿Hubieras querido separarte?

—No, y no lo digo por ustedes. Es que, no consigo pensar en una vida solitaria sin tu madre. Ella me hizo muy feliz.

— ¿Piensas mucho en ella, papá?

—No tanto para que duela, pero lo suficiente para no olvidarla. Creo que son las pequeñas cosas que me hacen recordar y sonreír. Cuando pienso en cosas más generales, algunas memorias son dolorosas; porque ningún matrimonio es perfecto.

Sonrió de costado y dejo caer las cenizas del cigarrillo en el pasto. Cada tanto le doy una mirada al perfil de mi padre, cómo las marcas en su piel por el sol y la edad no ocultan su paz. Es como si hablar de ello no le causara nada, pero dice que sí.

— ¿Cómo logras ocultar tan bien lo que te pasa por adentro?

—Del mismo modo en que lo haces tú, princesa. Es una mala manía que pegaste de mí. Tu madre decía todo el tiempo que a veces eras como un robot que no procesaba las emociones del mismo modo —contesta mientras cambia de posición y ubica sus codos en sus rodillas. Se rasca la barbilla—. No es algo malo, nos ayuda a adaptarnos con facilidad a los cambios. Aunque tiene su precio. Mucha gente piensa erróneamente que no nos interesa porque no demostramos en el momento nuestros sentimientos.

—Yo no las oculto tan bien como tú, papá.

—Lo haces, pero a la vez lo perfeccionaste aún más. Puedes adaptarte y a la vez demostrar emoción, sin dejar que esta te consuma. Tu madre no podía hacer eso. ¿Te acuerdas de tu primera ruptura? Ben se encontraba destrozado y él fue quien rompió la relación; pero mientras estabas afligida, no dejaste que eso te tirara abajo. Lloraste en su momento, luego seguiste con tu vida.

—No creo que lo amara como pensaba. Fue mi primer amor, sabía que no era la gran cosa. No valía la pena el sufrimiento extremo.

— ¿Ves? Racionalizaste un momento que debería haber sido triste y doloroso. Sara, en tus zapatos, hubiera sido un desastre por un mes entero, o más.

—Ella lo hizo con su primer novio —digo recordando eso, pongo mis ojos en blanco a la vez que papá se ríe con fuerza; tanto que tose un poco. Hago una mueca—, fue horriblemente cursi y deprimente.

—Ah, eres tan parecida a mí que duele a veces.

—No puedes negarme que fue terrible, no podíamos sonreír porque empezaba a llorar. Relacionaba cualquier cosa con su ruptura, era como si quisiera que todos pasáramos por un funeral.

—Por eso tu mamá y hermana peleaban tanto, ellas eran demasiado parecidas, no querían reconocerlo.

—Sara jamás lo hará. Creo que si algún día lo hace, los ángeles lloran y el infierno se abrirá bajo nuestros pies.

Papá ríe tomándose del estómago al oír mi dramatismo y yo niego con la cabeza. Hablo en serio, mi hermana nunca admitirá que somos iguales a nuestros padres.

—Pero ser como ellas tampoco está mal —dice mirándome de reojo—; solo lo digo para que sepas que si algún día...

—Lo sé, aunque no lo necesito —contesto desestimando su mirada preocupada—; te quiero, papá.

—Y yo a ti, princesa. Mucho.

Ambos no decimos nada más, dejamos que oscurezca sobre nosotros y yo me dejo llevar por los recuerdos que no duelen.

Porque el reflejo de quien fui no puede lastimarme más de lo que yo lo dejo.

*****

cortito pero con bastante info.

dividí el capítulo porque quería que se sintiera la diferencia de mentalidad de Sofía.

espero que les guste.

pueden imaginarse a Sofía como quieran pero lo más cercano es esto en mi mente y ya tengo a quien se parece a Edison pero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

pueden imaginarse a Sofía como quieran pero lo más cercano es esto en mi mente y ya tengo a quien se parece a Edison pero... sorpresa para más adelante.

Cigarros para un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora