¿Cómo se puede curar un corazón roto? Pues, déjame decirte, que por años he creído que los cigarrillos curarían todas las heridas profundas.
Siendo la hija menor perfecta, notas sobresalientes y una vida estable; siempre he vivido bajo la sombra caó...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¿Este es tu modo de castigarte, princesa?
La voz de papá me hace hundir los hombros, mientras me acomodo mejor en el balcón frente a la tumba de León. Él deja unas flores al lado de las mías y se sienta a mi lado.
— ¿Cómo está Sara' ¿Y el bebé?
—Sara está bien, aún un poco sacudida, debido a todo. El bebé está bien, el doctor dijo que posiblemente ya le darán el alta entre esta y la otra semana. Ambos se quedaran en casa por ahora.
— ¿Invadirán tu espacio? ¿Cómo te sientes con eso?
—La casa siempre fue de los cinco; tu hermana, vos y los niños siempre fueron bienvenidos a quedarse —contesta mirándome de costado—; ¿has terminado con tus preguntas?
—Oh, puedo seguir si quieres —digo cruzándome mis brazos y las piernas.
— ¿Cómo has estado?
—Bien, hoy es el primer día que Ben me ha dejado ir a un lugar sin compañía. Aunque supongo que no del todo ya que te fue a contar como un loro.
—Solo está preocupado por ti, al igual que yo y Edison, Simón y Mariella también han expresado sus preocupaciones.
—Mmmmm... ¿y está es tu intervención?
—Sí, porque sé cómo te sientes. Jamás quise que volvieras a sentir lo que sentiste cuando tu mamá murió, sin un cierre, pero pensé que lo superarías a tu propio modo; Sara siempre me dijo que tu proceso es mucho más interno que el de otras personas, que sola ibas a superarlo. Claramente, necesitas sacar ese odio de algún modo.
—Porque Sara es una psicóloga, y sabe cómo me siento, ¿verdad?
—Sofía, escúchame, mírame —dice volteándose a verme, yo solo giro mi cabeza—. Tu hermana se siente tan culpable como vos, y ha tomado la decisión de demandar a Iván por violencia de género. Se ve que cuando vivieron juntos hubo peleas físicas que nunca quiso hablar con nosotros. Y también demandara a Roberto por acoso e intimidación.
—Y todo esto, se lo vengo diciendo hace años, papá; ¿qué tuvo que pasar para que moviera su culo? ¿Qué León muriera? Tal vez la próxima vez necesite que yo si muera para que vea lo que todos ya sabíamos.
Papá me observa, buscando signos de que estoy bromeando o teniendo uno de esos momentos de humor negro. Pero no ve nada, porque no estoy sintiendo nada.
Sus brazos me arrastran a su costado y me abraza.
—Nunca digas eso de nuevo. Te amo, princesa, y jamás...
Hundo mi cara en su cuello y me dejo envolver por la calidez de su abrazo. Papá siempre fue cariñoso conmigo cuando era una niña, pero con los años, nuestra relación se volvió menos demostrativa.
—No sé cómo terminar con el dolor —murmuro contra su abrigo. Él me aprieta más y yo le correspondo—. Siento como si no mereciera vivir, porque deje que esto le sucediera.