¿Cómo se puede curar un corazón roto? Pues, déjame decirte, que por años he creído que los cigarrillos curarían todas las heridas profundas.
Siendo la hija menor perfecta, notas sobresalientes y una vida estable; siempre he vivido bajo la sombra caó...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¿Sabes que Edison y los chicos me van a matar por hacer esto?
— ¿Por qué? No cuestiono lo de Edison, pero si lo de los demás; si me estás ayudando, por qué se molestarían.
León se ríe, alzando una de sus comisuras y dándome una mirada divertida. Yo niego, esperando que me responda, poniendo mis pies descalzos en la consola adelante y abriendo un paquete de papas.
—Hay una regla implícita entre nosotros. Y es que, te vamos a apoyar siempre, pero no cuando estás escapando.
—Dije que hablare con él, no pienso solo dejarlo. Pero necesito distancia, ver la imagen general.
—Lo sé, por eso estoy manejando hacia Bahía Blanca, en el medio de la noche.
Asiento, ofreciendo una papa y él me guiña un ojo. Mirando mi ventanilla, no viendo casi nada, solo la poca luz de la luna y las luces de la ruta ayudando a ver el campo.
Suspiro, dejando que mis pensamientos vayan hacia mi novio. Y esas malditas fotos.
— ¿Cómo voy a competir con la madre de su hijo? —La pregunta se escapa de entre mis labios, León frunce el ceño y aprieta sus manos en el volante.
—No es una competencia, So. Él te quiere, y fue muy claro al decirnos que para él, eres la indicada. Y le creemos.
—Pero si ella quiere estar ahí para Ollie, no va a pasar mucho tiempo hasta que ella ocupe un lugar importante en su vida y en la de Edison, y después...
—Que ella quiera acercarse a Olliver es una cosa ajena a tu relación con ellos dos, piensa que sería positivo que quiera tener una relación sana con su hijo. Pero no creo que eso anule los sentimientos de Edison por ti, no es así como funciona.
Vuelvo a asentir, dejando el tema y tomando respiraciones profundas. Decido que lo mejor es tratar de dormir algo y luego, cuando bajemos en una estación de servicio, ver si tengo señal para llamar a Simón y tal vez a Edison.
— ¡Mierda! —El grito de León, con sus movimientos bruscos me despiertan—. La puta que lo parió, ¡Sofía sujétate! —Sus palabras no tienen sentido, pero mi mano derecha se agarra de la puerta y los volanteo de León se vuelven más bruscos, mi cuerpo se mueve con el auto.
— ¡León!
Su nombre sale como un grito ahogado, él busca mis ojos mientras por un momento el auto solo da vueltas hasta que se detiene. Y luego caemos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.