Instituto Elfman

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Me desperté a eso de las 9am, en la noche no pude dormir bien, estoy segura de que eran los nervios por conocer mi nuevo lugar, mi nueva vida.

Me di una ducha y bajé a desayunar, mi madre me preparó un café con unas tostadas. Me sentía algo enfadada con ella, porque no tuvo el valor de comunicarme que ya había arreglado todo sobre mi estadía en aquel internado hacía un tiempo, y terminé enterándome un día antes y por mi directora.

-¿No vas a comer nada?

-No tengo hambre mamá.

-¿Qué te pasa?

-Nada- le respondí lo más cortante posible.

Terminé mi café y subí a prepararme y a buscar mis cosas. Entré al baño a cepillar mis dientes y al salir mi madre estaba ahí, mirándome.

-Dime la verdad, ¿Qué sucede?

-Nada, estoy bien. Me duele un poco irme ya y tan solo haberme enterado ayer.- Me senté sobre mi cama con ella y me abrazó.

-Perdón, quise avisarte antes, pero no sabía cómo ibas a reaccionar. Es una nueva vida para vos y tenés muchas oportunidades. Confío en vos y te voy a extrañar.

El timbre sonó, bajé, abrí la puerta y había una mujer morena, que parecía muy simpática, ella me llevaría en su auto.

Mi madre me ayudó a bajar mi pesado bolso y dos cajas en las que llevaba libros y algunas revistas. Le di un abrazo, no sabía cuándo la volvería a ver.

Esta mujer se llamaba Laura, era una ayudante social. Nos pasamos todo el viaje hablando sobre mí y mis gustos musicales, sobre mis comidas favoritas y de cómo era yo, también me dio buenos consejos, yo odia mis actitudes frías. A veces me gustaría ser un poco más simpática, pero la simpatía no es lo mío.

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Cuando llegamos pude ver un edificio muy grande y una gran cantidad de chicos que salían de clases. Baje del auto y agarre mis cosas, pesaban mucho. Laura me saludó y se fue. Estaba sola en un enorme instituto, con mis cosas y sin saber a dónde ir. Me quede un largo rato mirando a todas las personas, chicos que tenían desde 14 a 18 años. Habían algunos chicos con ropa deportiva que llevaba las iniciales del instituto, algunas vestidas de porristas caminaban junto a ellos. Otro grupo de chicas estaban sentadas en el césped del jardín de la entrada, charlaban y reían todas juntas.

Decidí entrar, lo mejor era buscar a alguien que me ayudara a encontrar mi habitación.

Subiendo las escaleras hacia la entrada tropecé y me caí de rodillas, tirando mis cajas y quedando debajo de mi bolso. Una de mis cajas se abrió y todos mis libros quedaron en el piso. Algunas personas me miraban, pero nadie se acercaba, ya empezaba con un pie izquierdo, quedando como una tonta. Lo cierto es que estaba nerviosa, mis piernas y todo mi cuerpo temblaba, por eso caí.

Me di cuenta que una de mis rodillas sangraba, porque yo tenía puesto un short deportivo.

Mientras guardaba nuevamente mis libros, entre ellos, buscando a Alaska, el psicoanalista, bajo la misma estrella y after, sentí que alguien estaba atrás mío, después se arrodilló a mi lado y me ayudó a guardarlos.

-Así que te gusta leer- me dijo una voz tranquilizadora.

Solo asentí, pero luego pensé.. tengo que empezar una nueva vida, hacer amigos, empezar a ser un poquito más social, y decidí responderle.

-Sí, cuando estoy un poco aburrida.

Lo miré y me salió inconscientemente una sonrisa.

-Que linda sonrisa.

Me dijo y él también sonrió.

Ambos nos paramos y me dio su mano para estrecharla con la mía.

-Matt Damen, un gusto.

Era un chico alto, morocho de ojos verdes, y piel blanca. Algo musculoso. Era raro pero no estaba vestido como cualquier chico, estaba con una camisa y un pantalón, algo formal. Parecía tener unos 18 años. Era atractivo.

Estreche su mano diciendo. - Katherine Goulding- y mi tonta sonrisa volvió a aparecer.

Agarré mi bolso y Matt mis cajas, y me guió hacia la oficina del director.

El director era un hombre un poco anciano, pero muy simpático, o tal vez no, pero eso trataba de aparentar conmigo quizás por ser la nueva. Saludó a Matt, y luego a mí. Me dijo que mi habitación era la 105, me entregó la llave y le dijo a Matt que me acompañara.

Al llegar a mi habitación deje las cosas sobre una cama que estaba vacía, la otra parecía estar ocupada por mi compañera que aún no la conocía, Matt dejo las cajas y se estaba yendo. Pero antes le agradecí.

-No hay de qué. Estamos en el mismo piso, así que cuando necesites algo o si quieres que te muestre el edificio solo búscame en el cuarto 95.

Y se fue. Que extraño yo creía que los chicos estaban en otro piso que las mujeres...

Acomodé un poco mis cosas y me dormí una siesta.

Al despertar sentía hambre, en la escuela solo servían el desayuno, el almuerzo y la cena.

Moría de ganas de merendar pero tenía que ir a comprar algo.

Al levantarme vi a mi compañera comiendo unos cereales sobre su cama. Le sonreí tímidamente.

-Hola soy Skyler. Ven siéntate, seguro tienes hambre.

-Hola, me llamo Katherine.

Me senté junto a ella y me dio una bolsita con cereales, no estaba acostumbrada a comer eso, yo vivía comiendo galletitas, pero me gustaron.

-Al fin tengo una compañera. Espero que no te importe si te digo Kathe. Pareces algo tímida, no tengas problema conmigo, podemos ser grandes amigas.

Le conté mi historia y ella la suya.

Es una  chica deportista y buena alumna, cursábamos el mismo año, así que estaríamos juntas. No era una chica de muchas amigas y parecía estar muy feliz con mi llegada. Me había dejado la mitad del ropero libre para mi ropa, y lo mismo con la biblioteca donde deje mis libros.

Ya me había caído bien, era una de las primeras veces que una chica me caía bien apenas al conocerla.

Al terminar de merendar me dio una carta que tenía mi nombre, la leí mientras ella se fue a dar un baño.

El principio del fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora