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2 meses después
"Hermano, nunca había sentido tanta paz en toda mi vida."
Mensaje enviado a Adrik de Dasha

Golden Creek, Alaska era un pequeño pueblito de quizás 600 personas absolutamente encantador, donde amanecía aun siendo de noche y oscurecía con el sol en lo alto del cielo. Por no hablar de la nieve que cubría casi cada superficie de la ciudad. Dasha ya llevaba 2 meses viviendo allí y podía asegurar que se sentía como en su propio hogar. La pequeña cabaña a las afueras que Alabama y Leroy le habían prestado estaba lo suficientemente aislada para sentirse en paz y al tener dos cabañas vecinas nunca se sentía demasiado sola. Dasha había adoptado una rutina que adoraba.
Leía el Golden Creek News, el periódico local, donde sólo se hablaba de chismes y noticias de la localidad (con alivio Dasha se había dado cuenta de que Golden Creek era un sitio demasiado alejado para saber su historia con Christopher). Asistía al pequeño grupo que daba clases de yoga en el gimnasio del instituto local todos los sábados. Acostumbraba a sentarse en el pequeño porche para ver la aurora boreal. Cuando el tiempo lo permitía y la nieve no tapaba todo sitio posible cultivaba flores en la terraza. Había hecho amigos: Camryn y Rafe Fisherman sus vecinos de la izquierda (al de la cabaña de la derecha nunca lo había visto aunque sabía que tenía un perro y era el hermano mayor de Camryn), una encantadora pareja que esperaba su primer hijo.
Pero lo más importante de todo es que no faltaba ni una vez a las sesiones semanales que tenía con un psicólogo en Juneau aunque debiera asistir a ellas viajando en una avioneta. Todo pronosticaba que si seguía el tratamiento las visitas se reducirían a una vez por mes y se sentía orgullosa por ello.
Dasha se recogió el cabello en una apretada coleta y rió al leer el mensaje que su hermano le había mandado.
"Me encantaría verte como vas ahora. Envuelta como un tamal."
Le dio una rápida respuesta burlona y cerró la puerta trasera del auto donde acababa de guardar sus compras. Odiaba darle la razón a su hermano, pero realmente parecía un tamal de tan envuelta en abrigos que andaba.
Montándose en el auto pensó en lo agradecida que se sentía con su hermano por el apoyo que le había dado después de la destrucción de su anterior vida. Con su madre las cosas aún no se habían resuelto y Dasha no sabía si lograrían resolverse.
- ¡Hola vecina! - la saludó Camryn cuando Dasha se bajó del auto a la entrada de su casa.
La otra, una pequeña mujer de metro y medio y cabellos cobrizos, parecía que iba a explotar con su embarazo de gemelos.
- Hola ¿vas de salida? - le respondió sonriente Dasha abriendo su buzón y recogiendo el correo.
- Ah sí. Tuve un antojo de nueces y miel y no quiero molestar más a Rafe. El pobre a disminuido 10 kilos en lo que va de embarazo. - el rostro de pesar de Camryn se rompió en una alegre sonrisa. - Te juro que es como si estuviera robándoselas. El los pierde y yo los gano. Ya le dejé bien claro a Rafe que apenas suelte a estos parásitos, - se dio un suave golpecito en la barriga para dejar en claro a quien se refería. - saldré corriendo de vuelta para las clases de yoga y a hacer ejercicio. Es que yo, tan bajita como soy y además agregándole gorda pareceré una albóndiga.
- Ryn ¿sabes si Rafe podría ayudarme más tarde a picar leña? Es que ya me queda muy poca y adoro sentarme frente a la chimenea en las noches. - le preguntó Dasha divertida interrumpiendo el derrame sin fin que era la charla de Camryn.
- No te preocupes. Si andas muy apurada puedes tocar a la puerta de mi hermano y decirle que te mandé. Sé que parece que nunca está en casa, pero si le dices que es de parte mía seguro que lo hace. Por fuera parece un bloque de cemento, pero por dentro su corazón es un malvavisco. ¡Uyyy! - exclamó mirando el reloj de su muñeca antes de que Dasha pudiera objetar como interrumpir a un desconocido por leña estaba totalmente mal. - Debo marcharme ahora o no tendré tiempo para prepararme albóndigas luego. Hablar de ellas me dio hambre.
Camryn se despidió alegremente como el ciclón de confeti que era y Dasha no pudo evitar reír al pensar en la personalidad explosiva de su nueva amiga y cómo sería la de su hermano mayor. Entró a la casa y depositó las compras sobre la mesa, sacó un paquete de carne y lo puso a descongelar pensando en qué prepararía esta noche. Encendió su reproductor de música y puso algo instrumental para entretenerse mientras limpiaba el comedero de su nueva mascota: un hámster al que había llamado Pelusita.
Si unos meses atrás le hubieran preguntado si quería una mascota habría respondido rotundamente que no, pero al mudarse a Golden Creek, lejos de su hermano y sus pocos amigos había necesitado que alguien le hiciera compañía y no estaba segura de estar preparada para adoptar un perro así que en cambio, adoptó a Pelusita. Que resultó ser un macho.
Terminó su tarea y abrió las puertas dobles de cristal que daban a la terraza y se sentó a leer la correspondencia. Una sonrisa se extendió por su rostro sin poder evitarlo al encontrar una carta de Luke.
Poco después de su debacle y por consejo de su nuevo psicólogo tomó distancia de Luke y de su pasado íntimo que le recordaba constantemente como había sido ella. Hasta hacía un mes atrás no se había atrevido a hacer un acercamiento y lo hizo, para que de alguna manera fuera más personal, mediante una carta. Él le respondió y ella no pudo sentirse más feliz, pero ahora su corazón se apretó de tristeza por su pobre amigo al leer las primeras líneas de su carta.

La emocionante existencia de una adicta al sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora