— ¿Alguno tiene alguna pregunta? — dijo Alabama Enderson desde el podio que se había montado en el teatro de la universidad especialmente para esa conferencia.
Dasha estaba muy complacida consigo misma por haber reunido más de 200 alumnos de distintas carreras en el teatro para oír hablar a su amiga. Y es que a los universitarios solo debías mencionarle la palabra sexo y enseguida se alistan para cualquier cosa.
— Tú, guapa. — dijo su amiga señalando a una jovencita que no aparentaba más de 19 años. Debía de estar en el primer curso. La chica se puso de pie. — Tú nombre por favor.
— Chastity West. — respondió la muchacha.
— ¿De qué carrera eres, preciosa? No pareces de Psicología.
— No. — la chica río suavemente. — Artes Plásticas. Alfarería.
— Vean chicos además de guapa debe ser muy buena con las manos. — bromeó Alabama y se escucharon muchas risas en el auditorio. Dasha también rió. Ese era el estilo de su amiga. — ¿Cuál es tú pregunta?
— Yo quiero saber... ¿cualquier tipo de sexo que uno practique está bien? ¿O hay algunas reglas que uno debe seguir? — preguntó Chastity avergonzada. Hacer una pregunta sobre sexo con un nombre como el de ella[2] debía de ser realmente vergonzoso.
— Bueno... cada cual hace lo que desee pero yo creo que si sigues estos dos parámetros en el sexo nunca fallarás. Mientras sea consensuado y no haga daño a nadie no tiene por qué estar mal. Digan lo que digan es tu cuerpo y tú decides.
La chica dio las gracias y se sentó al lado de un joven bastante atractivo que le besó la cabeza. Dasha había escuchado las dos reglas de Alabama desde que la había conocido haría 5 años atrás. Que sea consensuado y no haga daño a nadie incluye muchas cosas y ellas las habían disfrutado todas. Alabama también lo había hecho a pesar de no tener lo que se dice una adolescencia feliz.
— ¿Última pregunta? — preguntó su amiga para dar por finalizado.
— Yo, por favor. — escuchó a una voz y cuando se puso de pie el alumno tembló de miedo. Era Christopher.
Cuando pasó la tarde con Luke quiso que el tiempo fuera solo de ellos y conseguir que su amigo la perdonara así que a pesar de que vio las llamadas perdidas del joven apagó el teléfono y se olvidó de llamarlo luego. Así que ahora Christopher debía de estar molesto y por la mirada de reojo que este le lanzó así era. Un auditorio lleno de estudiantes y profesores era el mejor lugar para revelar sus secretos. En la puerta del teatro podía ver a Everett lanzándole miradas ardientes de tanto en tanto. Tomó aire profundamente para tranquilizarse. No lo logró.
— Si, dime. — respondió su amiga sonriendo ampliamente. La respiración de Dasha se aceleró.
— ¿Qué usted piensa de las relaciones profesor-alumno? Como de acuerdo a sus reglas “que sea consensuado y no haga daño a nadie” estando en la universidad y siendo mayores de edad si encuentras a un profesor... o profesora atractivos ¿es correcto mantener una relación íntima con ella? — la pregunta de Christopher creó un halo de expectación en el teatro. Los profesores estaban en tensión y las sospechas comenzaron a rondar el aire.
Dasha tenía por seguro que en este momento todos sus compañeros de trabajo estaban comenzando a pensar si Christopher Perkins, heredero de una de las familias más destacadas, de la ciudad mantenía una relación ilícita con algún profesor y cuál de estos sería. Su amiga estaba nerviosa, lo que dijera ahora era crucial para mantener su asesoría a la universidad y los estudiantes presentes charlaban murmurando en voz baja sobre cuál sería la respuesta, el ambiente olía a excitación y las miraditas discretas que el descarado de Christopher le lanzaba cada pocos segundos la alteraban.
Su injustificada ignorancia a él lo habían molestado y mucho y esto la tenía al borde de perder la cordura. Hasta que finalmente Alabama habló.
— Exactamente. Dije eso. Pero debemos recordar que dañar a una persona tiene dos lados. No sólo es físico cuando le impones tus deseos sexuales sino también el personal. Si consigues ser expulsado o tu “amante” despedido también es un daño que inflige tu relación. Si afecta de cualquier manera a una persona, incluso a terceros no puede estar bien aunque te lo parezca. ¿He respondido a tu pregunta? — la sonrisa de Alabama esta vez era comedida. Un suspiro colectivo de alivio, decepción y nerviosismo llenó la sala y la sonrisa tensa de Christopher guardaba un trasfondo satisfecho cuando asintió en acuerdo.
Esta advertencia delante de todos de lo que podía suceder si ella dejaba de lado su acuerdo no se le pasó por alto a Dasha. En sus últimos encuentros con Christopher había olvidado el por qué estaba allí con él y se había internado en el ensueño de que sólo eran adultos disfrutando de sus cuerpos. Había empezado a relajarse en su presencia y esta llamada de atención pública la hizo poner los pies sobre la Tierra nuevamente y volver a alzar las barreras de protección contra él. A partir de ahora andaría con pies de plomo cerca de él. No quería hacer nada que pudiera acabar con el futuro de su hermano y su carrera por más que disfrutara lo generoso que era su alumno en la cama.
Cuando finalmente su amiga terminó la conferencia varios de los estudiantes y profesores se acercaron a ellas para hablarles y comentarles sobre la charla. Mientras un tumulto se marchaba Dasha vio por el rabillo del ojo como Christopher le envió un guiño por sobre el hombro de unos chicos y salió sin dejar de sonreír, complacido. Tan silenciosamente como pudo suspiró pero no se le escapó como la miraba su amiga que ahora tenía envuelto a su alrededor el brazo de su esposo Leroy, un afroamericano diez años menor que Alabama con la mejor polla del universo (todo comprobado por Dasha cuando jugaba con ellos). Estaba segura de que Alabama sospechaba algo. Sus años como psicóloga y terapeuta le habían otorgado muchísima experiencia, así mismo como el tiempo que fue prostituta en Las Vegas.
Dasha no se equivocaba. Veinte minutos después y luego de que Alabama se había besado hasta el cansancio con Leroy, restregado contra su pene (“Los preliminares; ya sabes.” le dijo con un guiño) y un apretón en el trasero su única amiga la invitó a tomar una copa. Dasha no se atrevió a negarse y mucho menos recordarle a Alabama que aún eran las 3 de la tarde, ya sabía la respuesta de su amiga, se la había repetido tantas veces que se la sabía de memoria. Así fue como terminaron tomando un Sex on the Beach y escuchando la última experiencia sexual de Alabama y Leroy en Brasil.
— ¿Así que… que te traes con ese chico? — empezó Alabama sin mirarla siquiera. Sus ojos estaban bien ubicados en el “paquete” del camarero. Ya a Dasha no le extrañaba eso. Bueno, bien, nunca lo hizo. Alabama y Leroy tenían sus propias reglas y eran felices de esa manera.
— Quería follarme. — se limitó a responder Dasha cruzando las piernas tratando de parecer indiferente.
— Y ya veo que lo hizo. Te la metió y lo disfrutaste. — esta vez su amiga había concentrado en ella todo el peso de su mirada y tener a aquellos ojos amatistas mirándola fijamente le quitaba todas las ganas de mentir.
Alabama era una mujer hermosa. Increíblemente hermosa sino fuera por la larga cicatriz que le recorría la mejilla izquierda, ahora un poco mejor luego de una cirugía pero aun así la piel anteriormente suave no se recuperaría. Alabama había nacido bajo el nombre de Lizbeth Thomas en una de las peores casas de los barrios más bajos y peligroso de Las Vegas. Siendo hija de una drogadicta y un presidiario Lizbeth fue vendida a la mafia para que trabajara como prostituta pagando las deudas de su madre. Alabama le había contado que allí abajo, en donde sólo se podía respirar desesperación, tabaco y sexo su nombre había sido Candy. En los bajos fondos Candy fue muy querida y aclamada por los hombres. Usada y vaciada hasta no dar más. También le contó cómo se había cansado de ello, nunca había profundizado en esa parte pero le dijo que no había podido más. Así que cogió un cuchillo y se rajó el rostro para que ningún hombre más la quisiese y huyó adoptando el nombre de Alabama Enderson y se creó así misma. Alabama por el estado en que volvió a renacer y Enderson por la familia que le dio un techo para guarecerse allí. Unos años después conoció en un pequeño pueblito de Texas a Leroy. Bastante joven e inocente para su edad lo tomó bajo su protección y le enseñó todo lo que sabía sobre el sexo. Se enamoraron y ambos se convirtieron en perfectos el uno para el otro. Así como Alabama se había convertido en una perfecta amiga para Dasha por eso decidió contárselo todo y empezó desde el principio.
— Mmm. — dijo Alabama reflexivamente después de escuchar toda la historia.
La expresión impenetrable de sus ojos puso nerviosa a Dasha. Tenía todas las esperanzas puestas en que su amiga supiera que hacer para ayudarla y cuando la vio con el rostro lleno de vacío todas estas esperanzas se esfumaron de un plumazo.
— ¿Entonces qué? ¿Qué debo hacer? Contarle a Adrik no es una opción. — preguntó Dasha luego de unos segundos de espera. El camarero guapo se acercó nuevamente, esta vez sin reacción por parte de Alabama y ambas pidieron unas copas más.
— Aunque respeto lo que quieres hacer no creo que ocultarle esto a Adrik sea nada bueno. — al ver el ceño fruncido de Dasha se encogió de hombros. — Dije que lo respetaba solo te estoy dando un consejo. Puedes tomarlo o desecharlo, lo que quieras, pero realmente creo que el debería estar enterado por si acaso. Esto me da mala espina, Dasha. Si le hablas de esto a Adrik él podría estar mejor preparado si las cosas se descontrolan.
— No. Definitivamente contarle a Adrik está fuera de los límites. Ya he hecho las suficientes cosas para decepcionarlo si le cuento esto seguro que se pondrá del lado de mamá en eso de que soy un desastre. Adrik es el único lazo familiar que me queda; no podría perderlo.
— Está bien, — se resignó Alabama. — pero te tengo que decir amiga que eres una tonta.
La mueca de molestia de Dasha no se hizo esperar. No quería oír más sobre su error pero eso no tenía nada que ver con el querer sino con el deber. No le gustaba que la sermonearan (¿a quién si?) pero debía hacerlo para poder evitar cometer de nuevo estos errores. Las comisuras de los labios de Alabama se levantaron indicando una diversión que rápidamente pasó a una seriedad absoluta.
— Lo siento Dasha pero tengo que decirlo. Eres tonta. Si no hubieras caído en su chantaje ¿Qué era lo peor que te podía pasar? Que en la universidad te pusieran algunos castigos reglamentarios igual que a Everett y si filtraba la foto sería imposible que se supiera con seguridad quien era porque según tu no estabas dando la cara a la puerta de la oficina. Hubieras pasado desapercibida pero ahora que ya te has acostado con él podría ser aún más serio. Las relaciones profesor-alumno están terminantemente prohibidas, tanto o más como los de psicóloga-paciente. Te lo digo por experiencia propia. Si el mundo se entera de esto, siendo quien es Christopher (tu ex cuñado y un rico heredero) podrías salir muy mal parada.
Dasha vio a los ojos a su amiga y vio cuanta sinceridad se filtraba por sus pupilas. Nuevamente en vez de arreglar un asunto lo había complicado más de lo que debía. ¡¡Dios, estaba perdida!! Alabama notando como se sentía Dasha le tomo la mano entre las suyas dándole un apretón de ánimo.
— No es hora de dejarse llevar por el pánico. Lo que debes hacer ahora es elaborar un plan y llevarlo a cabo. Y yo tengo una idea estupenda. — la sonrisa en su rostro fue maliciosa. — Hazme caso y tu culo estará a salvo.***
Cuando Dasha llego a su departamento el caro auto de Christopher y su chofer la esperaban. El hombre le dedico un ligero asentimiento y le entregó una nota. Al abrirla vio la pulcra y elegante letra de Christopher: “¿Qué te parece tener un almuerzo tardío conmigo ahora? C” y aunque no lo decía el “no estás en posición de negarte” estaba implícito. El atasco no los detuvo por mucho tiempo, antes de cuarenta minutos ya estaban llegando a el ático de Christopher.Al entrar a Dasha le extrañó no ver a su alumno esperándola en el salón, como usualmente lo hacía. Escuchó el sonido de la ducha y siguió por el pasillo en su busca. La puerta de la habitación de Christopher estaba abierta y un rastro de ropa en el suelo la guio hasta el baño. Christopher le daba la espalda (por cierto ¡que gloriosa espalda!) y Dasha se deleitó con la vista de su firme y musculoso trasero. Hacía años que había estudiado que las mujeres se fijaban más en los traseros que los mismos hombres, que no se quedaban muy atrás.El cabello de Christopher se pegaba a su cabeza en un estilo enmarañado y sexy de quien pasa mucho los dedos por él y sus manos se movían de forma rítmica por su abdomen. El movimiento era casi hipnótico y Dasha se preguntó adónde irían a parar esas manos. ¿Estaría Christopher a punto de masturbarse?
— ¿Quieres unírteme? — dijo él. Dasha saltó de la impresión. No se había dado cuenta de que él la había visto y ahora le lanzaba una sonrisa ladina por sobre su hombro.
Dasha no tardó mucho en conseguir una respuesta. Cuando su alumno se dio la vuelta pudo constatar con seguridad lo duro que estaba. Saboreó sus labios mientras imaginaba como sabría él en su boca. Su blusa desapareció rápidamente y la imagen de sus pechos hizo que Christopher rodera con sus dedos su polla y le diera un ligero apretón. Dasha se humedeció viendo como el miembro de él se engrosaba aún más. Ahora si estaba completamente duro. Ella terminó de desnudarse y se metió en la ducha con él. Sus labios no tardaron mucho en unirse y sus lenguas se enredaron. La verga dura de Christopher pulsaba contra su vientre, tentándola. Las rodillas de Dasha se doblaron y su boca quedó muy cerca del que sería su objetivo. Las pupilas de su alumno se agrandaron y oscurecieron. Ella lo miro por debajo de sus pestañas, coquetamente, y besó sutilmente la punta del pene que dio una sacudida. Los ojos de Christopher se cerraron.
— Chúpamela. — gruñó él.
“Si, señor” pensó Dasha satisfecha.Y eso hizo ella.
[2] Chastity en inglés significa castidad.
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La emocionante existencia de una adicta al sexo
Teen FictionDasha ama su condición de mujer. Dasha ama disfrutar de su cuerpo con absoluta libertad. Dasha ama el sexo. Mejor dicho... Es adicta a él. Dasha es sexóloga. Si, sexóloga porque sabía que ninguna otra carrera se le daría mejor que una que estuviese...