14 (Parte I)

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Habían pasado tres días y Christopher no la había llamado pensaba Dasha mientras acomodaba el pastel de chocolate que había encargado para el cumpleaños de Luke en la mesa. Si bien se lo había cruzado por los pasillos de la universidad él solo le había dedicado una amable sonrisa y no se le había acercado en ningún momento.
Entre esa situación de desconocimiento que la ponía nerviosa y los arreglos para la fiesta de cumpleaños de Luke no había estado tranquila ni un momento. Por más que la molestaba e inquietaba la desaparición repentina de Christopher en su cama (y ya sea de paso en cualquier sitio) no podía fallarle a su amigo que se esperaba tener al menos una pequeña celebración.
Aunque ese no era el único problema... su libido estaba completamente desatado. Despertaba en las noches acalorada por sueños excitantes donde aparecía constantemente Christopher, mientras trabajaba se humedecía por cualquier recuerdo o imagen concerniente a él y de vez en cuando sin siquiera percatarse su mano se acercaba sigilosamente al sitio en que más falta le hacía ser llenado y no precisamente era la boca.
Ella había notado las señales y las pasó por alto porque estaba muy ocupada siendo jodida hasta el orgasmo por Christopher. Ahora debía lidiar con las consecuencias y no sabía que haría cuando un montón de hombres calientes entraran por esa puerta a festejar el cumpleaños de su compañero de trabajo y mucho menos cuando viera la sexy oscuridad que rodeaba a su ex consolador humano, apodo que lo había divertido mucho.
Se sobresaltó al oír el primer golpe en su puerta. No era momento de pensar, lo era de festejar. Se miró en el espejo analizando su maquillaje y sonrió con aprobación. Se veía muy bien, no tan hermosa como para quitar el hipo pero posiblemente lo suficientemente para que la miraran más de una vez. Con un suave contoneo caminó hacia la puerta.

Luke no dejaba de sonreír, reacción tan insólita en él que puso muy feliz a Dasha. La música salía de los altavoces invitando a todos a bailar. Ella no había podido evitar apartarse hasta la esquina más recóndita y ver como todos los amigos y compañeros de trabajo de Luke y sus acompañantes bailaban, tomaban y reían. Dio un largo trago a la cerveza que había llevado consigo a que le hiciera compañía y rió suavemente al ver los horribles pasos de baile de Caleb el mejor amigo ex soldado de Luke.
— ¿Te estás escondiendo? — dijo la voz de Luke en su oído.
Con rapidez Dasha giró la cabeza y vio que este estaba muy cerca de ella también con una botella de cerveza en la mano y una indescifrable expresión en el rostro. A Dasha muchas veces la frustraba que Luke le fuera tan difícil de leer. Y más cuando él muy desgraciado se veía tan atractivo como en ese momento con una camisa negra y manga larga que se le ajustaba al musculoso pecho y unos pantalones también oscuros parecía el chico malo aunque elegante de cualquier película.
— No me escondo. Me gusta observar. — asintió él aceptando reticente la respuesta de ella.
— Aún no te he agradecido por preparar todo esto. Siempre piensas en todo.
— ¿Y por el regalo no me agradecerás? — la  sonrisa de ella estaba llena de picardía.
Él no pudo negarle una sonrisa en respuesta a la de ella y Dasha no pudo evitar que el calor llenara su vientre. Deseaba tanto ser complacida y llenada que podía sentir como le sudaban las manos. La columna del cuello de Luke llamó su atención y aunque lo escuchaba hablar su mente estaba aislada por completo del presente recordando con lujos de detalles varias escenas protagonizadas por ambos. Quería besarlo justo allí donde la suave piel de su cuello se unía al tronco, mordisquear la manzana de Adán apenas sobresaliente y chupar la sensitiva piel de detrás de su oreja hasta sentirlo estremecer. Todo eso mientras el bombeaba dentro de ella sin parar.
Oyó a Luke decir su nombre y lo miró anonadada. Parpadeó un par de veces para tratar de alejar sus lascivos pensamientos y la calentura de su cuerpo y dijo finalmente:
— ¿Qué? ¿Podrías repetirlo?
— Estás muy despistada hoy. — con un elocuente gesto de su mano cambió de tema. — Decía que gracias por el traje de salvavidas sexy. Era el único que le faltaba a mi colección.
— Y no olvides los condones saborizados. — inclinó ella el cuerpo hacia él como el que cuenta un secreto. El pecho de Dasha sacudiéndose por la risa contenida.
— ¿Cómo podría olvidarlo? — la sonrisa de él fue amplia.
En ese momento empezó la canción Smells like teen spirit y ambos se miraron con sendas sonrisas sabedoras. La alegría llegando a sus ojos. Dasha nunca olvidaría la primera vez que salió con Luke como amigos (y algo más) y dudaba que él lo hiciera. Ambos sudorosos y con el olor almizcleño del sexo. Dasha sacudiendo sus caderas sobre Luke, rodeándolo con su calidez y humedad, al ritmo de Kurt Cobain en un mugroso garito que imitaba los 90's.
El almacén siempre es una buena opción para citas clandestina. Dasha lo sabía con seguridad porque mientras ambos gozaban de sus cuerpos otra pareja lo hacía frente a ellos. En definitiva, fue una noche memorable.
— ¿Bailamos? — preguntó él teniéndole su fuerte mano.
— Hagámoslo. — sin dudarlo aceptó.
Habían pocas cosas aparte del sexo que estaban en la lista de cosas favoritas de Dasha y una de ellas, sin ninguna duda, era bailar. Bailar era como los preliminares. Los bailarines se tentaban con sus cuerpos y sus movimientos abriendo camino a la seducción que daba paso al acto sexual en sí.
Los movimientos imitaban al sexo y muchos de ellos eran como practicarlo en seco. Bailar con Luke era como el acto que antecede al apareamiento animal. Se rozaban con sus cuerpos, se miraban intensamente, se sonreían con sensualidad y lo próximo que Dasha sabía es que tenía la lengua de Luke en su boca y la mano de ella tanteaba la bragueta de su pantalón donde ya podía apreciarse su dureza.
Miles de pensamientos e imágenes vívidas de ambos en diferentes ángulos y posiciones y ya se encontraba excitada. Entonces otra imagen aun más clara y molesta pero que no podía dejar de desear: Christopher.
— Lo siento tengo que hacer algo. — dijo apartándose de Luke y saliendo como alma que lleva el diablo de la habitación.

La emocionante existencia de una adicta al sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora