Haber tratado a Luke como lo hizo no le gustó ni un poco. Se repitió mentalmente que había sido necesario. No podía arriesgarse a que Luke se entrometiera en sus asuntos con Christopher y ella estaba segura de que Luke lo haría, para defenderla.
De cualquier modo ella sabía que pronto se solucionaría sin ningún perjuicio para ella ni para su familia. Al fin y al cabo seguramente el chico solo querría follársela y que más daba si lo hacía. Ella nunca se negaba al sexo. Cuando Christopher obtuviera lo que quería la dejaría en paz. No había otros finales posibles. Aunque se trató de auto convencer de esta teoría las náuseas colmaron su vientre.
Tener la libertad de escoger a quien llevabas a tu cama no era lo mismo que alguien te coaccionara para ello. Escogió un vestuario bastante discreto deseando que esto lo disuadiera de su atractivo. Y sus labios usualmente color carmín pasaron a ser solamente retocados por un brillo incoloro.
Tomó sus llaves viendo que aún faltaban varios minutos para su cita así que se montó en el auto y se dedicó a dar un par de vueltas por la ciudad mientras pensaba y se tranquilizaba.
Había conocido a Luke tres años atrás en la despedida de soltera de una “amiga”. La presencia de Dasha allí había atraído la atención y los comentarios de todos. Si no fuera porque allí estaba presente la única amiga de su edad que poseía en el mundo, Adele Delacrox, no hubiese asistido. Luke había aparecido como un sexy enfermero y la había dejado deseosa y húmeda por él. Ella tampoco había podido obviar las miradas que este le lanzaba y así fue como terminaron teniendo sexo en el cuarto de la limpieza.
De lo que más tarde se enteraría fue de la reacción de la anciana abuela de la futura novia cuando había escuchado a Dasha halagando en gritos el tamaño de la polla de Luke. Adele no había parado de reír mientras le hacía la anécdota. Desde ese día ambos se habían hecho muy buenos amigos y ocasionalmente más que eso.
Así que lo que le había dicho a Luke y como había actuado, la torturaban, pero de solo pensar en su madre, tan moralista y correcta y en la decepción y la imagen de su hermano rotas por sus errores hicieron que la decisión estuviera completamente tomada.
Al llegar al lugar donde se encontraría con Christopher un guardia del tamaño de una montaña con la cabeza rapada llamado Isaiah la guió al interior de lo que parecía un club nocturno, ahora vacío y sucio por la actividad de la noche anterior. Inevitablemente su mirada se dirigió a la única figura que parecía presente en el lugar.
Christopher usaba una impoluta camisa blanca cubierta por una chaqueta de piel sintética negra y unos vaqueros azules. El cabello ligeramente despeinado y los ojos que la miraban con un brillo travieso la hicieron pensar que su alumno tenía un aire infantil. No le gustaba sentirse atraída por una persona que llegaba al punto de chantajearla y mucho menos estar a solas con él por lo que buscó con la mirada al hosco guardia y notó, para su decepción, que este había desaparecido silenciosamente.
— Hola Dasha. — dijo Christopher poniéndose de pie e invitándola a sentarse. Ella lo hizo a regañadientes. — Disculpa si te parezco muy confiado pero como ahora conozco mucho más de tu vida íntima de lo que querrías, se vería demasiado formal que te siguiera llamando señorita Styles.
La sonrisa cortés de él le puso los pelos de punta. Christopher no podía ocultar lo mucho que disfrutaba estar en esa posición. Tenerla para él.
— Vamos a lo que importa. ¿Qué quieres para mantener tu silencio? — dijo ella aun sabiendo la respuesta.
— ¿No te apetece tomar una copa conmigo antes de empezar los negocios? — preguntó él calmadamente mientras se servía una copa de algo que olía a borboun. Ella entrecerró los ojos mirándolo exasperada y él no dudo en soltar una suave risa entre dientes.
»Sí que eres impaciente Dasha y no sé si eso sea bueno para nuestras futuras relaciones. También sé que eres astuta. Lo suficiente para saber que te deseo. Que quiero estar dentro de ti.
Los ojos de él oscurecidos por el deseo eran algo digno de ver y Dasha no sabía cómo sentirse respecto a eso. Si odiarlo por chantajearla con algo que acabaría con su vida y la de su familia o desearlo por plantearlo de una forma tan cruda y excitante.
— Entonces ¿haces esto porque dije que no quería salir contigo? — preguntó ella mientras se sentaba cómodamente. Sabía jugar las cartas necesarias para que esa pesadilla terminara rápido y aunque sabía la respuesta a su pregunta él no tenía por qué ser consciente de ella.
- 8 de abril de 2015. Mi hermano Garret te dejó plantada en el altar por una señora mayor, por veinte años, que tú.
El recordatorio de uno de los peores sucesos de su vida la dejó en shock. Había tratado de evitar pensar siempre el por qué de su odio a Christopher Perkins, cosa que le había sido imposible. Era improbable no mirar su rostro y ver rasgos de su hermano Garret, el que se suponía iba a heredar todo el imperio de la familia Perkins.
Él hombre que la había dejado plantada en el altar. Se había auto convencido de que el motivo de su desagrado hacia su alumno era el carácter elitista que presumía frente a todos. De impecabilidad, solo por llevar ese apellido.
Cuando Dasha perdió a su padre se sumió en un mar de autodestrucción: drogas, sexo, alcohol... Todo lo que podía considerarse dañino había pasado por su cuerpo. Hasta que salió de casa y entró en la universidad en la que conoció a Garret. Con él había explorado los lados más salvajes del sexo y aunque este nunca se lo confesó sabía que de todas maneras no era lo que necesariamente él necesitaba.
Dos años después decidieron casarse. Nadie nunca los comprendería como ellos lo hacían, así que se fijaron las fechas y todo iba lo que se decía viento en popa.
La familia de Garret no la adoraba precisamente, pero el hecho de que su hermano mayor estaba ganando una gran fortuna en inversiones ayudaba. Todo sucedió un par de días antes de la boda. Dasha vio lo nervioso que andaba Garret y lo deseoso de este por conocer la tenue línea entre el placer y el dolor. Una línea que ha ella no le apetecía cruzar.
Ella aceptó, por él, aunque prefería técnicas más suaves que el BDSM para disfrutar del sexo. Allí fue donde se dio cuenta de que Garret no quería ser un dominante, sino un sumiso y que ella no estaba preparada para golpear a nadie. Él también se dio cuenta de ello, así que el día de la boda la dejó plantada en el altar con más de 400 invitados y una caja que había enviado especialmente para su familia que traía un claro mensaje de “Jodánse”.
La caja contenía todo artículo sexual posible y una carta para Dasha donde le explicaba como pocos meses atrás había conocido a Lucy Weasly, una cuarentona dominatrix que compaginaba con él en todos los sentidos. Por aquel entonces Dasha se sentía tan humillada por lo que había creído que era el amor que se dejó llevar por las corrientes del sexo y el disfrute que siempre habían sido su perdición.
Christopher, que era un poco más joven que ella, era solo un borrón en su memoria debido a su beca en un instituto de Suecia, por lo que apenas se habían visto un par de veces. Luego de ello, su familia desheredó al irresponsable Garret por hacerlos pasar una gran vergüenza y su actual alumno se había convertido en el heredero de todo. Dasha no había querido hablar más de ello desde entonces.
— No, no hago esto para vengarme porque me hayas rechazado. Sabía que yo no te agradaba y que al ser tu alumno la situación se complicaba un poco más. Pero al menos debía intentarlo. — continuó él. — Estoy cansado de esperar en el banquillo por ti Dasha. Estoy cansado de esperar mientras te acuestas con todo hombre en la Tierra que no soy yo.
— Así que lo que quieres es follarme. Tenerme como tu puta personal. Solo para ti. A cambio, claro, de que no hagas conocer al Consejo de la universidad como Everett y yo hemos utilizado sus instalaciones de formas poco éticas. — se apoyó ella en sus codos y lo miró intensamente.
Una chispa ardió en los ojos de él, casi tan rápido que fue difícil para Dasha identificarla. Y por ese mínimo segundo ella pensó que pudo haber sido furia. Entonces él la imitó.
— Exactamente, Dasha. A cambio de mi silencio te quiero a ti. Solo para mi. Repetidas veces.
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La emocionante existencia de una adicta al sexo
Teen FictionDasha ama su condición de mujer. Dasha ama disfrutar de su cuerpo con absoluta libertad. Dasha ama el sexo. Mejor dicho... Es adicta a él. Dasha es sexóloga. Si, sexóloga porque sabía que ninguna otra carrera se le daría mejor que una que estuviese...