Prólogo

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"Follar la mente de una mujer es un vicio refinado para los entendidos; todos los demás se conforman con el cuerpo."
Charles Bukowski

El sudor bañaba su cuerpo mientras montaba la dura polla de Luke. Los jadeos salían de sus labios entreabiertos mientras sus caderas chocaban haciéndola ver estrellas. Llevaban toda la tarde así. Cada vez que se acercaban al orgasmo se separaban y acariciaban aumentando la tensión hasta el punto que ya era insoportable.
Quería su culminación y la tendría ahora. La boca de Luke se entretuvo besando y sorbiendo la dureza de sus pezones. La suave caricia cálida y mojada hizo que un rápido cosquilleo se extendiera por su coño, apretándose alrededor de él. Con un pequeño mordisco de sus dientes sintió que sus piernas temblaban, su corazón latía desbocado y todo su interior se sacudía en espasmos placenteros.
Gimió contra sus labios mientras un maravilloso orgasmo explotaba en su interior. Luke dio un par de fuertes embestidas más y soltó un gruñido como de triunfo. Como de macho animal cuando acaba de obtener su completa liberación. Sentirlo dentro de ella sacudiéndose y descargando toda su carga la hizo soltar un largo suspiro y sintió su cuerpo laxo, relajado, liberado de toda la tensión.
Cuando finalmente consiguió respirar se alejó de él. Sacó un cigarrillo y lo encendió. El aire con olor a sexo se impregnó del viciado olor a tabaco. Así era Dasha, despreocupada de su desnudez. Libre.
El cuerpo suave y cálido, el cabello oscuro cayéndole sobre los pechos y pegándose debido al sudor, las piernas abiertas porque no tenía nada que ocultarle al hombre que había estado entre ellas hacía solo un momento. La timidez no era parte de su ser.
Dio una larga calada al cigarrillo y soltó una perfecta bocanada de humo en forma circular.
— Esta vez estuvo muy bien. — dijo después de unos instantes posando la mirada en el fuerte pecho de Luke salpicado de vello rizado oscuro que se perdía entre sus piernas. El sexo, flácido descansaba sobre vientre. Aún le era difícil de creer la magia que habían hecho hacía solo unos minutos. ¿Qué magia? Mejor llamarlo supernova.
La boca de su amigo se estiró en una lánguida sonrisa. Los ojos pardos se concentraron en su desnudez. Por eso le gustaba tanto Luke: su aspecto maduro (barba recortada perfectamente, ojos leonados y la hermosa y delicada curva de sus labios eran la perfecta combinación de los altos pómulos y la cuadrada mandíbula) y completamente masculino se complementaban con su curvilínea suavidad femenina.
— Más que bien. Yo diría que te daría un diez. — dijo él quitándole el cigarrillo con olor a especies de entre los labios y poniéndolo en el cenicero que se encontraba en la mesita de noche. Con un rápido movimiento le dio un largo beso introduciendo la lengua dentro de la húmeda cavidad de la de ella.
Sus jugueteos parecían recordar al tan vívido acto sexual. Separándose, se levantó y comenzó a ponerse el bóxer sin apartar la mirada de entre las torneadas piernas de la mujer que se abrieron provocativas y sin vergüenza alguna los dedos de ella se perdieron en la cálida humedad rozando con un pulgar el ya espigado clítoris. Un escalofrío recorrió el cuerpo femenino. El del hombre se tensó.
— Debo irme. — dijo con la voz ronca de excitación mientras se colocaba la camisa sin siquiera mirar. Ella le lanzó una mirada seductora por debajo de los párpados caídos. Una mirada de entera satisfacción sexual. Sonrió apenas, estirando los dulces labios.
— Lo sé. Por eso lo hago. Para que no olvides el camino acá.
— Te aseguro que no lo haré. — gruñó él antes de dar una rápida vuelta y marcharse a largas zancadas tratando de obviar sus más primitivos instintos de marcarla como suya una vez más.
Por eso a Dasha le gustaba Luke. Porque él sabía que entré ellos no había nada más que sexo. Nada más que el placer que era posible darse el uno al otro. Nada de carantoñas después de follar ni esperanzas de un próximo compromiso que la incomodara. Todo con él era exactamente como ella lo deseaba. Debido a ello Luke era el amante que más le había durado. No el único, porque sabía que eso sería serle fiel a un solo hombre y lo convertiría en una relación, pero si con él que más se había entretenido en mucho tiempo.
Dasha también sabía que no era la única a la que Luke follaba. Al fin y al cabo era un puto stripper y sabía perfectamente como se lo montaban ellos en las despedidas de solteras. Se había acostado con varios de los compañeros de Luke y no precisamente para dormir.
Se puso de pie con gracia fluida. El espejo de cuerpo completo reflejó el pelo enmarañado por manos apasionadas, los labios rojos e hinchados por los besos, el cuerpo desnudo y satisfecho. Dasha caminó hacia el baño y se metió dentro de la ducha. Mientras el agua caliente recorría su cuerpo se vio a sí misma allí sola.
Y no le gustó.

La emocionante existencia de una adicta al sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora