— Quítate las bragas y el sujetador. — dijo Christopher poniéndose de pie y caminando lentamente alrededor de ella como un leopardo cuando acorrala a su presa. Y Dasha definitivamente era su presa finalmente cazada.
Ella cumplió con su petición contoneándose suavemente para salir de sus bragas y liberando sus pechos del sujetador. Ahora estaba gloriosamente desnuda frente a él sin saber que más hacer, qué más le pediría él. Y aunque reticente, excitada.
¿Eso acaso la hacía una puta? No, la hacía una mujer con miles de años de instintos antes de ella. Eso tampoco significaba que se lo iba a poner del todo fácil. Las pupilas de Christopher se dilataron de deseo y sus ojos se oscurecieron. Con voz ronca dijo:
— Siéntate en el sillón y coloca las piernas sobre los reposabrazos. — la piel de Dasha brillaba debido a la iluminación mientras hacía lo que este le pedía y sonriendo para dentro de sí subió ambas piernas en el mismo reposabrazos. Haría lo que él le pedía pero tampoco se lo pondría tan fácil. La sonrisa de Christopher no fue disimulada. Fue muy abierta. — Una en cada.
Especificó. Dasha abrió ambas piernas y quedó totalmente descubierta para él. La timidez la recorrió. Estaba orgullosa de su cuerpo y de ser admirada pero que esas sensaciones vinieran de un amante que ella no había escogido (en todo caso era al contrario) la incomodaban.
Christopher soltó un suspiro y se arremangó la camisa hasta los codos acercándose a ella calmadamente.
— Eres tan hermosa como la Venus de Botticelli. — dijo él arrodillándose frente a ella. El cuerpo de Dasha tembló de la excitación y su vagina se lubricó con sus jugos. — Desde que te vi por primera vez quise tener el talento de ese pintor para plasmarte en un papel.
» La oscuridad de tu cabello, la dulce curva de tu oreja, — enredó las manos en su pelo y pasó con suma lentitud la lengua por el pabellón de la oreja y luego mordisqueó suavemente el lóbulo. — las líneas delicadas de tu rostro, la profundidad de tus ojos y el perfecto arqueamiento de tus cejas.
Christopher acarició con su nariz la mejilla de ella y pasó a rozar sus labios, provocándola. La respiración de Dasha se aceleró pero no dijo ni una palabra.
— No sabes cuánto me encanta tu boca. Cuantas cosas sucias he hecho con ella en mi mente. — lamió su labio inferior y luego lo puso entre sus dientes. — Definitivamente tengo que probar tu sabor.
Finalmente su boca asaltó la de ella. La lengua de él empujó entre sus labios hasta que ella le otorgó paso y gimió cuando la sintió juguetear con la suya. Fue un beso salvaje. Lleno de mordiscos y gemidos. Una clara imitación del sexo. La mano que Christopher sugerentemente había puesto sobre el muslo izquierdo de Dasha hacía que su pulgar rozara obscenamente su pubis sintiéndose caliente e irresistible. Como él deseaba sentirla alrededor de su polla. Como ella deseaba que la llenara.
Cuando el beso terminó Christopher siguió el recorrido por el cuerpo de ella como si estuviera trazando sus formas con un pincel en un lienzo. Primero la elegante columna que era su cuello. La recorrió con los dedos y luego repartió pequeños besos hasta sus hombros. Acarició el contorno exterior de sus pechos haciendo que ella jadeara suavemente por una caricia más profunda. Con su boca rindió pleitesía a sus pezones sorbiéndolos como lo haría un bebé y después mordisqueándolos salvajemente para finalmente calmar el dolor con el calor de su boca.
Dasha no sabía que sentir. No sabía si era correcto rendirse al placer que él le estaba prodigando o apartarse en un rincón oscuro de su mente y quedar absorta e imperturbable a las caricias de Christopher. Algo que no podría asegurar que funcionara del todo y que no terminara cayendo en la tentación de responder a su toque. Cuando la lengua de él se introdujo en la pequeña cavidad que era su ombligo, se estremeció. Escogía definitivamente la primera opción. Los humanos somos más débiles al enfrentar el pecado que cualquier otro ser viviente, se recordó, pues de solo pensar en el placer que podría recibir de él y el que ya estaba recibiendo la hacía desearlo mucho más de lo que esperaba o querría. Sus pechos luego de sus atenciones estaban placenteramente adoloridos y sus pezones tan duros como guijarros aún reclamaban atención y él sin duda, complacido, se las otorgó acariciándolos con los pulgares.
La boca, manos y lengua de Christopher continuaron su recorrido por las curvas de Dasha. Mordisqueó la cadera y besó la parte superior del monte de Venus ignorando deliberadamente el gemido que brotaba de entre los labios de ella. El olor de su excitación lo llamaba a poseerla, era tan embriagador que su pene ya duro se hinchó aún más provocándole dolor. El dolor más placentero que había experimentado en su vida y aunque terminara con un grave caso de bolas azules seguiría atormentándola. Aún no había terminado. Pasó su nariz por el cálido vértice entre sus muslos aspirando la excitación que era por él. Solo él.
Dasha no paraba de estremecerse al sentir la caliente respiración de él prácticamente sobre su clítoris hinchado. Estaba tan excitada. Podía sentir como su coño se apretaba sin nada que lo llenara para calmar su dolor y cuando repentinamente su alumno introdujo un dedo dentro de ella se arqueó mientras gritaba. La boca de él sonreía contra su muslo al saberse el hacedor de tan descontrolado orgasmo. ¿Cómo podía él aguantar las ganas de meter su polla dentro de ella cuando ella observaba que estaba más que dura, estrangulada dentro de sus pantalones? Como si Christopher le leyera la mente dijo:
— He esperado tanto por tenerte así que esperar un rato más ya no importa. — otro dedo se unió al primero en su interior y Dasha cerró los ojos extasiada montando la mano de él. Finalmente obtenía un poco de alivio aunque deseaba que lo que estuviera moviéndose en su interior fuera más grueso y largo.
La lengua de Christopher se unió a la diversión haciendo círculos alrededor del erecto clítoris mientras sus dedos trabajaban en su interior sin descanso. Cuando notó que sus dedos encontraban en la pared lateral de la vagina un punto delicado que instantáneamente la hizo chillar. Sonriendo para sus adentros Christopher introdujo un dedo más en su apretado interior y los curvó ligeramente para estimular la sensible zona masturbándola más rápidamente. Con su lengua dio suaves golpecitos al clítoris sin perder ni un segundo la vista de su rostro sonrojado y de sus pechos agitándose por la acelerada respiración.
Cuando la boca de Christopher atrapó entre sus labios el delicado montículo y lo succionó con fuerza Dasha explotó en un orgasmo estremecedor. Sus gemidos fueron in crescendo y se agarró fuertemente de los reposabrazos mientras sus paredes internas se apretaban alrededor de los dedos de él y sus dedos de los pies se encogían por el alucinante placer. Era como si su mente hubiese explotado y estaba desmadejada y relajada por el alucinante clímax. Sus párpados pesados se abrieron y vio la sonrisa engreída que él le brindaba y aquella mirada que usualmente los hombres ponían cuando sabían que habían hecho algo bien. De total orgullo masculino.
Entonces Christopher llevó sus dedos a la boca. Los dedos empapados de los fluidos de Dasha. Cerró los ojos y gimió de placer al probar su sabor. Era exactamente como lo había imaginado. Absolutamente exquisito. Pensó que la próxima vez que la tuviera en su cama iba a meter la lengua profundamente en su coño y sacar más de ese néctar de ella hasta volver a hacerla gritar como lo había hecho con sus dedos en su interior. Y ahora planeaba que ambos lo disfrutaran.
La culpa volvió reptando como una maldita serpiente traicionera al cuerpo de Dasha. No sé suponía que ella debía disfrutar esto. Estaba mal a niveles que ni siquiera llegaba a entender. Se sentía mal, sucia y... saciada. Y cuando la camisa de Christopher desapareció y él se puso de pie mostrando un cuerpo ejercitado de nadador comenzó nuevamente a excitarse. Así que cuando los pantalones y zapatos de él habían desaparecido y vio la muestra de su deseo contenido en el bóxer, ligeramente húmedos por el líquido pre seminal ya no le importó quien era él ni por qué estaba allí y le dio un fuerte apretón a su polla mirándolo fijamente a los ojos.
La cabeza de él giró como si estuviera en una maldita noria y gruñó cerrando los ojos. Quería estar malditamente enterrado en su vagina en el momento que se corriera pero parecía que no le iba a dar tiempo así que apretó los dientes para controlarse. Cuando finalmente su respiración se calmó un poco y podía asegurar que no iba correrse nada más tocarse se quitó el bóxer y sacó un condón de su cartera sin perderse ni un segundo la mirada llena de ardor que Dasha le dedicaba. Se arrodilló frente a ella en el asiento donde seguía totalmente descubierta para él y rosada como si todo le diese vergüenza y sintió que su verga se hinchaba aún más. Joder ya pensaba antes que eso era imposible ahora que era una completa tortura.
Dasha estaba nuevamente húmeda y ver como él se acariciaba a sí mismo la excitaba cada vez más hasta que creía que podía correrse de solo mirarlo.
— ¿Quieres mi polla Dasha? — preguntó él, un susurro caliente en su oído mientras no dejaba de acariciarse. — ¿Quieres que te folle Dasha? Dímelo o te torturaré hasta que lo supliques. — ronroneó excitado metiendo una mano entre las piernas de ella y pellizcándole el clítoris masturbándose a la vez.
El gemido que ella soltó lo tuvo a punto de correrse. Dasha se negaba a decirle cuanto lo deseaba. Sí, su cuerpo podría ser un traicionero y sí, su mente podría nublarse en esos momentos de pasión para que él hiciese lo que le placiera con ella pero de ninguna manera iba a aceptarlo en voz alta y por las ganas que tenía de follársela él podía pasar por alto una aceptación verbal.
— No hay problema. — rió el roncamente en su oído haciendo que todo su cuerpo vibrara. Con su polla acarició su entrada, tentándola y sintiéndola más que húmeda rodeó su clítoris. Ambos gimieron excitados. — Yo no tengo problemas para decirte que es lo que quiero. Quiero meterme tan profundamente en ti que solo puedas chillar y suplicar porque me mueva. Follarte. En todas partes y de todas las formas posibles. Que grites una y otra vez mi nombre y correrme dentro de ti marcándote como mía. Y cuando ya esté saciado de ti cumpliré mi trato y olvidaré lo dura que pusiste mi polla cuando te vi follar a ese gilipollas de Johnson.
Las palabras de Christopher la tenían jadeando. Era absurdo lo excitada que se encontraba después de dos orgasmos que la debían de tener exhausta y plácida. Y por más que se dijo que no iba a suplicar por él no estaba segura de no hacerlo.
— Ahora me pondrás el condón y te follaré contra el asiento. — Christopher mordisqueó su labio inferior y ella asintió extasiada.
Dasha abrió el empaque de aluminio con los dientes mirándolo directamente a los ojos. A Christopher le asombró lo caliente que lo puso eso. Y luego se lo puso acariciando su verga en el proceso. Mirándose a los ojos Christopher comenzó a empujar contra su entrada. Lentamente penetrando su interior. Cuando estuvo totalmente dentro gruñó de placer. Dasha mordió su labio disfrutando la invasión. Él se retiró con suavemente hasta estar casi completamente fuera y de una dura embestida se enterró nuevamente en ella.
Temblaron. Y así comenzó un baile de gemidos y jadeos mientras ambos se follaban. La boca de Christopher poseyó la de Dasha tragándose sus gemidos. Sus embestidas fueron acelerando cada vez más y su pelvis golpeaba deliciosamente la protuberancia del clítoris, cuando Dasha sintió como él pellizcaba sus pezones supo que estaba a punto de correrse. Christopher se sentía demasiado bien en su interior caliente y apretado y no quería que terminara tan pronto así que se detuvo de repente. Esto provocó un lloriqueo en ella. Él sonrió contra su cuello. Con un rápido y ágil movimiento se volteó, sentándose para que ella quedara a horcajadas sobre sí.
— Móntame Dasha. Folláme. — ronroneó él.
— Está bien. — suspiró ella y con pericia se introdujo la polla de él en su interior. Los ojos tan oscuros y entrecerrados de Christopher hicieron que de inmediato comenzara a mover sus caderas. Arriba, abajo, un pequeño círculo y apretón a su alrededor. Complacida vio como el gruñía de placer y alzaba las caderas en cada embestida. Esta posición hacía que él tocara algo en su interior que la tenía gimiendo y moviéndose más rápido.
La mano de Christopher se metió entre sus cuerpos y acarició el hinchado clítoris mientras se metía en la boca uno de sus pezones y lo chupaba salvajemente. Dasha cerró los ojos y se arqueó sobre él disfrutando inmensamente del placer que le ofrecía. La polla de Christopher se agrandó en su interior y se puso más dura si era posible. Dasha sabía que estaba a punto de correrse y en una dulce cacofonía de jadeos lo apretó fuertemente en su interior, ordeñándolo como si no lo quisiera dejar ir. Cuando su interior pulsó salvajemente alrededor de él ambos se corrieron gritando, para pesar de Dasha, sus nombres.***
Dasha había llegado a casa exhausta y saciada. No sabía que Christopher iba a ser tan bueno en la cama. O fuera de ella pensó irónicamente. Cuando fue hacia allá no tenía las esperanzas puestas en disfrutar ni un segundo con él. Incluso desde antes cuando estaba comprometida con Garret, Dasha nunca había sido muy cercana a Christopher. Pensó que él sería un puto egoísta buscando solamente su placer y casi abusando de ella. Todo lo contrario. Había disfrutado mucho y eso la ponía muy nerviosa.
Al fin y al cabo estaba de vuelta en casa después de dos orgasmos increíbles más (uno con la lengua de Christopher metida en su coño y otro con él poseyéndola por detrás y tocando pícaramente, como diría su mejor amiga Adele, su puerta trasera) ya pensaría más tarde si era bueno o malo disfrutar del sexo con su chantajista.
Saliendo del baño se colocó un albornoz y tomó su teléfono móvil entre sus manos, pensativa. Era la 1 de la madrugada y quizás ella no contestara pero llevaban tiempo sin hablar y necesitaba el consejo de su mejor amiga, Adele, en estos momentos.
Se encontraba de muy buen humor (no quería pensar el por qué) así que llamó con una sonrisa.
— Hola. — respondió Adele al teléfono. Su voz no sonaba precisamente alegre.
— ¿En dónde has estado? Hace tiempo que no hablamos. — dijo Dasha preocupada.
— No me has marcado, además he estado ocupada con muchas cosas, entre ellas la nueva sede de papá.
— ¿Tu padre abrirá una nueva sede? — preguntó a su amiga rodando los ojos. Los ricos siempre querían ser más ricos.
— Sí, sorprendente ¿No? Y adivina quién más entro al juego. — Su voz sonaba realmente nerviosa.
— No lo sé...
— Evan, mis primos y... Los BJ. — Dasha quedó boquiabierta. Ahora entendía el por qué el desánimo en la voz de Adele. Esta le había contado de su complicada relación con ellos.
— ¿Los BJ? ¿No sé odiaban a muerte ustedes y los Blasón?
— Sí lo sé, me pregunté lo mismo pero... — la voz de Adele dudó y estaba segura que le ocultaba algo importante.
— ¿Pero...?
— Está vez seré la vicepresidenta junto con Jason, Kendra será Jefe y Evan será presidente. — Si la relación de Adele era difícil con los BJ con Evan lo eran mucho más. ¿Qué estaría pensando su padre para obligarla a trabajar con él?
— ¿Evan no se había ido a Inglaterra?
— Al parecer volvió. — no sonaba feliz.
— Tú familia está verdaderamente loca, yo soy casi totalmente independiente. — dijo imprimiendo de un poco de alegría a su tono a ver si eso animaba a su amiga.
— De hecho, me sorprende que no me estés llamando en medio del acto. — dijo repentinamente Adele. La respiración de Dasha se detuvo. ¿Debería contarle a Adele lo que estaba pasando? Se dijo a sí misma que no. Su amiga tenía sus propios problemas para agregarle los de ella. Se limitó a decir:
— ¿Piensas que sería capaz de hacer eso amiga mía?
— ¿Acaso has superado tu trastorno? — la preocupación teñía su voz.
— Tienes razón. — Dasha rió desanimada. Quizás por eso era que después de que Christopher la chantajeara lo deseaba. Porque no podía negarse al sexo debido a su híper sexualidad. Ya se había atendido con una terapeuta, su amiga Alabama, pero aun así nada había cambiado y seguía necesitando el sexo para respirar. No tanto como antes de que conociera a Luke que la ayudaba con sus deseos, complaciéndolos pero si lo suficiente para sentirse atraída por un chantajista. Como sea luego lo pensaría.
— Como sea ¿Me llamaste por algo en específico?
— Solo quería saber si seguías respirando. — Su comentario hizo reír a Adele.
— No cambias Dasha.
— Y jamás lo haré, bueno, no pienso hacerlo por ahora.
— Te escuchas muy contenta ¿acaso acabas de tener relaciones con alguien?
— Quizás sí, quizás no, nunca lo sabrás, es algo que yo sé y que tú te estarás preguntando Dasha — rió Dasha.
— Siempre tan fría Dasha. — la regañó cariñosamente. — Bueno, te veo luego, voy directo a ver a mi padre a la sede en la torre D, tenemos junta de administración.
— A veces me dan ganas de robarte y llevarte conmigo a que vivas tu vida libre.
— Sabes que no podría ser así.
— Eres mayor de edad, puedes hacer lo que quieras. — Dasha gruñó enfadada y escuchó el suspiró cansado de Adele. Habían tenido esa plática desde hacía mucho.
— No lo haré y sabes bien porque, bueno de todos modos debo de irme, también haré una parada a mi propio negocio antes de partir hacía la sede. — La sonrisa de esta se notó en sus palabras.
— Eres una niña aún en ese negocio. – dijo para molestarla.
— ¡Oye! Eso no es cierto... — se escuchó la risa desenfadada de su amiga.
— Está bien, está bien, pero no retiro lo dicho... ¡Oye niña! Cuídate mucho, y no me ganes mi título — bromeo repentinamente.
— Cálmate, yo soy una Suggar, ellos tienen lo que quieren y yo igual.
— Bien, te veo luego. — se despidió.
— Sip, adiós.
— Adiós.
Cuando Dasha apoyó la cabeza en la cama estaba prácticamente dormida y antes de que el sueño la alcanzara pensó momentáneamente “ ¿Cómo era posible que Christopher supiera todo lo que le gustaba en la cama?” el pensamiento despareció y durmió plácidamente.
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La emocionante existencia de una adicta al sexo
Teen FictionDasha ama su condición de mujer. Dasha ama disfrutar de su cuerpo con absoluta libertad. Dasha ama el sexo. Mejor dicho... Es adicta a él. Dasha es sexóloga. Si, sexóloga porque sabía que ninguna otra carrera se le daría mejor que una que estuviese...