Christopher y el principio del fin

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— ¿Entiendes lo que te digo Christopher Roger Perkins? — le preguntó su padre, Roger, utilizando su voz más severa. Christopher pensó que el efecto se perdía al ver a su padre darle otro trago al séptimo vaso de whisky que había tomado en los últimos 20 minutos.
Revisó su teléfono por décima octava vez y vio que Dasha no había respondido su llamadas aun. Christopher tampoco creía que lo hiciera pronto y él lo entendía. Pero debía verla, debía explicarse. Tendría que convencerla para que lo perdonara, no importaba el método que utilizara... Lo necesitaba. Si su padre no lo hubiera encerrado en su oficina para hablar de cuán decepcionado se sentía y de culpar a su madre por el carácter de sus hijos él ya estaría fuera, buscando a Dasha hasta debajo de las piedras. Christopher tenía ganas de gritar.
— ¿Me has oído Christopher? — repitió su padre.
— No tengo ningún problema en mi sistema auditivo, padre. He oído cada una de tus palabras. ¿Puedo irme ahora? — preguntó Christopher tratando de mantenerse sereno. Él acostumbraba a arruinarlo todo cuando no tenía paciencia.
— No te hagas el listillo Christopher. No te pega.
— Pues pensabas lo contrario cuando me entregaste el mando de Perkins Arquitecture cuando estuviste a punto de terminar en la quiebra, padre.
La sonrisa de Christopher esta vez fue tan cortante como el filo de un cuchillo. Había asumido la presidencia en las sombras de Inmobiliarias Perkins cuando tenía 18 años y su padre se había endeudado hasta las cejas por sus malas decisiones teñidas por el alcohol. Nadie a excepción de sus padres lo había sabido y Christopher aun se sentía asqueado por verse obligado a dirigir el negocio y no sacar ni un beneficio de ello.
— Ahora si me disculpas, Roger, tengo algo muy importante que hacer. — púsose de pie Christopher ignorando olímpicamente el rostro rojo de la furia de su padre.
Debía ver a Dasha inmediatamente. Necesitaba tanto verla que creía que su corazón se detendría si tardaba más y ni la voz de su padre llamándolo a sus espaldas, ni el bullicio de los pasos siguiéndole de este le impedirían llevar a cabo sus deseos.
Al abrir la puerta se encontró con el rostro pálido de su madre. Christopher se horrorizó al fijarse por primera vez en cinco años de que esta parecía haber envejecido 10 años el día que su hermano huyó de su propia boda. Y ahora el golpe causado por el escándalo de Christopher no hacía nada por mejorar su imagen.
Los cabellos que de pequeño le habían parecido hilos de oro ahora habían perdido su brillo. Las comisuras de los ojos, a pesar de los estiramientos regulares que se hacía su madre con su médico favorito, se volvían a ver arrugadas y sus labios se curvaban hacia abajo en una mueca de descontento.
— Dime que ella te sedujo, Kit. — rogó ella tomando las manos de Christopher entre las suyas. Su hijo notó que las de ella temblaban. — Dime que fue ella la que te abdujo a hacer tal disparate. Esa chica siempre os a tenido a ti y a tu hermano encandilados desde el principio. No dudo ni un segundo que ella haya tenido esto planeado desde el principio para vengarse por el asunto de la boda. Yo...
— Madre. — la interrumpió Christopher con voz firme. — Nunca te he dicho una mentira. No me hagas empezar ahora.
— Pero...
— Siempre me has dicho que es mejor no saber algo que saberlo y causar más dolor. No digo que esté bien, pero no creo que ahora estés preparada para la respuesta sincera que tendría que darte. ¿Está bien?
Pamela asintió a regañadientes y dejó a su hijo alejarse con una sensación de malestar tan pesada como una piedra en el vientre. Su hijo decía que aquella chica no tenía nada que ver, pero ella estaba segura de que sus sucias manos estaban metidas hasta el fondo en el asunto. ¿Quizás debía hacer algo?
Al ver la mirada malhumorada de su esposo y sus ojos ardientes de odio se alejó tan rápido como pudo y apartó aquellos pensamientos de su cabeza.

Christopher había recibido un mensaje de Jared informándole que Dasha acababa de llegar a la universidad y que las cosas no pintaban bien para ella. Christopher sabía bien por qué y no pudo evitar una punzada de culpabilidad. Tomó las llaves de su auto y salió en él por la parte trasera de su casa que terminaba en una calle alternativa para prevenir la vista de periodistas. A Christopher no le importaba que acamparan en su patio delantero y lo acosaran por el teléfono familiar en este momento. Daba gracias que muy pocas personas tenían su teléfono personal.
Lo que más lo preocupaba en estos momentos era el anuncio público que estaba seguro que haría su padre y ver a Dasha tan pronto como pudiera.
Su teléfono sonó con un mensaje entrante y Christopher aprovechó el semáforo en rojo para detener su auto. Al ver la imagen que le había sido enviada por un número desconocido se congeló y el frío del miedo se extendió por su cuerpo.
El Joy's antes un edificio sencillo, pero elegante en una de las mejores secciones de la ciudad ahora se encontraba en ruinas. Los cristales rotos y las llamas lo consumían. El tono de llamada lo despertó de su estado de shock así como el sonido de los claxones en la calle.
Viendo el número telefónico de Isaiah, su jefe de seguridad en el Joy’s no dudó en tomarla y encender el altavoz a la par que cambiaba su rumbo, de la universidad a su club, aumentando considerablemente la velocidad.
— ¿Qué diablos sucedió Isaiah? — gruñó Christopher nervioso. Una pequeña pausa al otro lado de la línea le informó que no fue su empleado el que le había enviado la horrible imagen.
— Señor, llamaba para informarle del incendio. No tenía ni idea de que ya lo sabía.
— Recibí un imagen de un teléfono privado. ¿Están los bomberos allí? ¿Qué te han dicho? ¿Por qué no funcionaron nuestros detectores de humo? ¿Acaso fue provocado?
— Los bomberos llegaron quizás 15 minutos después. Yo venía para mi turno de esta mañana, comprobación rutinaria después de una larga noche, y me encontré todo el tumulto. No dicen gran cosa aparte de que los daños en la infraestructura son bastante graves. No tengo ni idea de por qué los detectores de humo no funcionaron. La semana pasada se llevaron a cabo las comprobaciones rutinarias y todo había estado perfecto y aunque nadie de aquí me dice nada concluyente todo parece indicar que sí, que fue provocado. Encontraron restos de gasolina en los escombros del primer piso, señor. — respondió a todas las preguntas Isaiah sin alarmarse por el interrogatorio furioso de su jefe.
— Voy para allá ahora mismo Isaiah. Algo me dice que quien quiera que me envió la imagen del incendio del Joy's puede haber estado tras ello. Me van a necesitar por allí ahora. Nos vemos.
Christopher colgó la llamada y se apresuró todo lo que pudo en dirección a su club. Los pensamientos dirigidos a Dasha puestos de lado, por el momento.
En su impulsividad había arriesgado lo único a lo que podía llamar suyo: el Joy's, un club en el que se aseguraba al cien por ciento la invisibilidad y la privacidad de sus clientes. Sus importantes, y peor aun, peligrosos clientes. Uno de ellos debió de haber identificado el entorno en la imagen que Christopher filtró y sintió amenazados sus secretos.
Tanto así para hacerle un llamado de atención a Christopher. Un llamado de atención que Christopher comprendía y no se atrevía a responder.

***

Entre apagar el fuego, el informe que le tuvo que dar a la policía y todos los asuntos que debió esclarecer Christopher se había hecho de noche.
Se había hecho de noche y aun no había visto a Dasha y eso lo estaba enloqueciendo. Así que apenas tuvo una oportunidad tomó su auto y se dirigió hacia el edificio en el que Dasha vivía.
Christopher había esperado muchas cosas. Había esperado que Dasha ni siquiera le abriese la puerta. Había esperado que el portero no lo dejara subir. Pero también tenía la esperanza de que ella abriera su puerta, aunque fuese para agredirlo e insultarlo. Al menos así el tendría la posibilidad de soltar algunas frases, de tratar de convencerla.
Pero ninguna de sus suposiciones fue acertada. Sus esperanzas terminaron en el basurero.
La puerta del departamento de Dasha sí se abrió. Pero no fue Dasha quien lo hizo. Sino aquel hombre que un día atrás había confundido con su amante para luego golpearse horrorizado al saber que era su hermano y que la había perdido por sus enfermizos celos.
— ¿Qué haces; tú, basura; aquí? — gruñó fríamente Adrik cerrando la puerta a sus espaldas. Impidiéndole a Christopher ver donde se encontraba Dasha.
— Vengo a ver a Dasha. — respondió Christopher sin amedrentarse.
— Lo mejor será que salgas de aquí ahora antes de que patée tu trasero de chantajista y que no te atrevas a buscar a mi hermana nunca más o descubrirás las consecuencias.
— Así que ya lo sabes.
— Lo sé todo, bastardo. — furioso Adrik empuñó el cuello de la camisa de Christopher y lo estampó contra la pared.
Los ojos de Christopher perdieron enfoque por unos segundos, pero cuando se recuperó tampoco trató de defenderse. No era de los que ponían la otra mejilla, pero su culpabilidad llegaba a niveles estratosféricos.
— No vuelvas a acercarte a mi hermana. No vuelvas ni siquiera a pensar su nombre muy alto en tu cabeza o te voy a partir la cara y voy a destruir tu vida. Ella ya no quiere nada de ti. La repugnas. Sino fuera porque ella me necesita ahora mismo no dudaría ni un segundo en matarte. Lárgate de aquí. — terminó diciendo Adrik y escupió a los pies de Christopher.
Con suavidad cerró la puerta. Entonces Christopher sintió que una puerta también se cerraba en su corazón.

Él no sabía cuanto tiempo llevaba conduciendo. Podían haber sido solo unos pocos minutos o largas horas que no le importaba. El vacío en su pecho era tan inmenso como un agujero negro, arrastrando dentro de sí cada uno de sus sentimientos y haciéndolos desaparecer.
Estaba tan cansado que sus ojos se le cerraban por minutos. Quería descansar. Quería que Dasha lo perdonara. Quería dar vuelta atrás y hacer lo correcto. Pedirle a Dasha salir como un chico normal, sin chantajes y manipulaciones, sin un pasado ruinoso entre ellos.
Solo quería...
Así que no vio cuando un auto se desviaba y se ponía frente al suyo. Todo lo que oyó fue el terrible impacto, sintió el dolor de su cuerpo romperse, olió y probó el sabor metálico de la sangre en su lengua y no vio nada.
Su último pensamiento fue para Dasha antes de unirse en la oscuridad. Su último pensamiento fue para lo que pudo haber sido y en realidad no fue.


*****
Hola aquí 😭 dejándome morir.
¿Y ustedes como se sienten?
1- ¿Sienten pena por Christopher?
2- ¿Son del grupo que cree que se lo merecía?
3- ¿Tienen sentimientos encontrados?
¿Christopher morirá o no?
Déjenme su comentario para saber que opinan ante este momento tan intenso.
Besitos 😘 nos vemos en el final.

La emocionante existencia de una adicta al sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora