3 (Parte 1)

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A la mañana siguiente Dasha tenía al menos una cosa clara: Everett no sabía absolutamente nada sobre la amenaza de Christopher. Eso la alivió un poco. Así debía continuar. La noche anterior cuando llamó a su alumno el buzón de voz interrumpió el silencio nervioso en el que estaba.
Dasha le dejó un mensaje de voz y se acostó, a tratar de dormir. No tenía muchas esperanzas de que eso sucediera y tuvo toda la razón. Tardó horas en hacerlo, dando vueltas en la cama e imbuida en sus pensamientos, que brincaban sin control de un punto al otro. Cuando por fin lo logró, las pesadillas la atacaban impidiéndole descansar. El sonido de unos golpes en la puerta la sacó de sus cavilaciones. ¿Qué horas serían? 
Se levantó con un ligero crujido de huesos. El espejo que permanecía frente de la cama le devolvió la imagen ya esperada. Cabello oscuro enmarañado pareciendo un completo desastre, ojos brumosos, amplias y oscuras ojeras y rostro apesadumbrado. Con rapidez se colocó encima una ligera bata y caminó hacia la puerta mientras miraba la hora en su teléfono. 7: 40 am. 
¿Quién podría aparecer en su casa a esa hora? Mientras abría la puerta la notificación de un mensaje proveniente del contacto “Capullo” la alertó. Christopher había respondido a su llamada, pero antes de ver cuál era finalmente su respuesta, la cara mega sexy de Luke apareció frente a su rostro.
Los pardos ojos la recorrieron tomándose un tiempo en sus labios, en el cierre de la bata y en sus caderas. Dasha no podía creer que cualquier persona pudiera verse atractivo a esas horas de la mañana, pero extrañamente, Luke lo hacía.
En el pasado solo bastaba que Luke la mirara así para excitarla, pero hoy no se sentía de humor para hacerlo. Ni siquiera la excitante combinación de el ancho pecho de su amigo, cubierto apenas por una camiseta sin mangas húmeda por el sudor por la que se veía a través el ligero vello y los fuertes abdominales marcados, con un short corto deportivo que apretaba sus fuertes muslos y el ligero despeinado natural de su cabello que gritaba “acabo de tener sexo” la hicieron cambiar de opinión.
— ¿Puedo pasar? — preguntó él, gruesa la voz. Dasha se limitó a asentir y dar un paso atrás permitiéndole la entrada.
Los pasos suaves de Luke se detuvieron y como en un sueño sintió como este unía sus labios contra los de ella. La intensa suavidad ligada con su olor a hombre ejercitado y sudoroso (por más asqueroso que suene) la hicieron reaccionar devolviéndole con ansias el beso. Necesitaba más consuelo del que podía conseguir de ese beso, pero con este le bastaba y también lo agradecía.
La delicada provocación de la lengua de él para que abriera la boca, la excitó. Separó los labios deseando más, cuando él se separó lentamente mostrando una ligera sonrisa de lado. 
Aquello era lo más parecido a un saludo que nunca había esperado de Luke pero estaba conforme. El movimiento del perfecto trasero de él de camino a la cocina la hizo sacudir la cabeza, asombrada por cuanto le había hecho falta el contacto humano últimamente, y mucho más desde que su vida dependía de uno de los gilipollas más pagados de sí mismo de la alta sociedad. Sus ojos se abrieron con espanto al percatarse de algo.
Su aliento podría tumbar a un caballo y ¡¡¡Luke la había besado así!!! Aunque, considerando el aspecto de recién acabado de hacer ejercicios de él, seguramente eso le importaba poco, pero para ella era más que vergonzoso.
— Espera un segundo. — le dijo antes de salir pitando hacia el baño.
Cuando se aseguró que su aliento había tomado aroma mentolado y su cabello estaba debidamente recogido en un alto moño informal, se vistió con un pantalón viejo con los que practicaba yoga y una camiseta con mangas de Bastille y salió de su habitación. El delicioso olor del café se filtraba por toda la casa y el bacon recién frito provocó que su estómago sonara, atormentado por el hambre.
Luke le dio en silencio una taza de café mientras él tomaba de la suya. Dasha se sentó frente a la barra y lo miró, tratando de entender a que se debía ese extraño comportamiento suyo. Después de unos segundos de cavilaciones, él habló.
— Me extrañó que no fuera anoche al bar. — dio un largo trago. Con lentitud aclaró. — Los chicos estuvieron muy decepcionados.
Dasha pestañó un par de veces y pensó unos segundos, en profundidad, sobre lo que debía decirle a Luke. Si Dasha tenía un amigo masculino cercano, ese era Luke, y era muy probable que fuera el único que tuviera en toda su vida. Sus relaciones con hombres usualmente no pasaban de la cama, y que hubiera saltado de esta a una amistad decía cuán especial era su amigo.
Él nunca había mencionado tal cosa, pero Dasha sabía que si le contaba lo que había sucedido con Christopher, él sería capaz de encontrar a su alumno y pegarle un tiro. Luke había formado parte de los marines desde que se había convertido en mayor de edad, sus cicatrices lo comprobaban. 
— No me sentía bien. — ¡Por Dios! casi se había olvidado de Christopher. El beso de Luke la había idiotizado, necesitaba ver el maldito mensaje. 
— ¿Estás segura? Tú nunca te sientes mal.
— Eso es una tontería. — bufó ella, molesta.
— No me refería a como te sentías de salud. Me refiero a que tu nunca estás de un estado anímico malo cuando se trata de una fiesta. — la evaluó su amigo con la mirada.
El sonido de su teléfono puso los pelos de punta a Dasha. Ella se levantó aceleradamente y corrió a recoger el móvil que vibraba sin control en su cama. El apodo (muy bien ganado) de Christopher iluminaba la pantalla. No dudó y tomó la llamada.
— ¿Hola?
— No sé si sentirme decepcionado o enfadado porque no hubieras atendido a mi mensaje con prontitud. — dijo él con una calma pasmosa. — ¿Eso significa que no te interesa lo que podría hacerle a tu hermano un escándalo como este?
Sin dejarla contestar continuó:
» Imagínate Dasha la reacción de tu madre cuando se entere de todo esto. Puedo asegurar que no estará nada contenta. — rió burlón. — Adiós preciosa. Nos vemos más tarde.
Colgó la llamada y Dasha no pudo evitar sentarse, sin fuerzas, en la cama. La desesperación la recorría. Sabía a la perfección como reaccionaría su madre ante otro escándalo. Ella conocía cada uno de los matices de Larissa y sabía que el perdón ante un escándalo en el que se juzgaría su moral, y por tanto la de su familia, harían que fuera excluida de inmediato del núcleo familiar. Dasha no sabía si su hermano la respaldaría otra vez. Escondió la cabeza entre sus manos y soltó un suspiro exhausto.
Sin darse cuenta Luke entró en la habitación y se sentó a su lado en la cama.
— ¿Te sucede algo Dasha? — preguntó, realmente preocupado por ella.
— No, todo está bien solo me duele la cabeza. — respondió mientras apagaba el teléfono. No quería que su amigo (no solo de folladas) se enterara de su situación. Al menos hasta que ella averiguara que iba a hacer. En ese momento lo único que deseaba era que este se fuera para poder leer el mensaje que Christopher le había dejado e ir a su encuentro. Necesitaba averiguar que quería ese imbécil, aunque eso ya podía imaginárselo. Había visto cómo su alumno la miraba y también había llegado a la conclusión de que la razón para que él asistiera a sus clases era ella.
— ¿En serio? Sabes que puedes contar conmigo.
— No me sucede nada Luke. — ni siquiera lo miró. — No tenemos una relación así que no tengo que contarte mis intimidades. Pensé que eso nos había quedado claro desde el principio. — se levantó alejándose de él, más preocupada por su situación que por lo que le decía a Luke.
— Está bien. Como quieras. Creo que lo mejor será que me vaya. — respondió él inexpresivo. Ella sabía que le habían dolido sus palabras aunque puede que nunca lo dijera.
— Sí. Creo que es lo mejor.
Le dio ella la razón dándole la espalda y se fue al baño, cerrando la puerta tras sí. Pocos minutos después oyó la de su casa cerrarse suavemente. Tragó y cerró los ojos. Los volvió a abrir y buscó el mensaje:

“A las 10 y 30 en el Joy’s”

Solo decía eso y se sintió más vacía de lo que había estado nunca. “Ok” respondió y se dejó caer en el suelo desconsolada.

La emocionante existencia de una adicta al sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora