V. DEFENDING GRANGER

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CAPÍTULO CINCO
DEFENDIENDO A GRANGER

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A LA MAÑANA SIGUIENTE , la rubia seguía cavilando sobre que estaría cuidando el perro

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A LA MAÑANA SIGUIENTE , la rubia seguía cavilando sobre que estaría cuidando el perro. ¿Qué podría ser tan sumamente importante que necesitara tal vigilancia? Y a pesar de que su mente no dejaba de darle cien mil vueltas al asunto, su mueca reflejaba el mismo aburrimiento de siempre. Una parte de ella quería pillar a los Gryffindores de las túnicas e interrogarlos, pero seguramente sabían lo mismo que ella.

Una semana después de escuchar sobre aquel animal, un largo y delgado paquete entró en el Gran Comedor, siendo llevado por más de tres lechuzas. El paquete volaba hacia Harry, y tampoco había que ser muy listo para saber que había dentro. Era obvio que se trataba de una escoba. Entre él, Ronald y Hermione lo abrieron con rapidez.

—¿Es lo que creo que es? —preguntó Zabini al aire, sorprendido.

Antes de que alguien pudiera contestarle, en la mesa de Gryffindor se escucharon voces.

—¡Una Nimbus 2000! —chillaba Ronald, con los ojos abiertos como platos.

—¿Una Nimbus 2000? —repitió Daphne, sorprendida al escuchar aquella información—. ¿Cómo se supone que la familia de Potter se puede permitir esa escoba?

—No, la pregunta es ¿por qué un alumno de primer curso recibe una escoba? —corrigió Pansy, con las cejas fruncidas. Claramente estaba molesta—. Se supone que no podemos tener una y Dumbledore debería haber interceptado el paquete de la familia de Potter.

Pero Dianne estaba analizando a todo el Gran Comedor y se dio cuenta de un pequeño intercambio. Harry miraba con una sonrisa hacia la mesa de los profesores, y fue cuando vio como Minerva alzaba su copa de manera disimulada, mientras sonreía levemente.

—Potter es el nuevo buscador de Gryffindor —señaló con tono monótono, aunque seguía observando la pequeña comunicación no verbal —. Es normal que la gente de la casa de Gryffindor quiera que su incorporación tenga una escoba decente.

—Casi había olvidado ese pequeño detalle—gimió Pansy, dejando caer su cabeza contra la mesa.

—¿Pequeño? —repitió Draco Malfoy, sonando profundamente irritado—. Debería estar expulsado, no recompensado siendo jugador de Quidditch.

—Te recuerdo que tú también te subiste a la escoba cuando Madame Hooch dijo que nadie se subiera —intervino Zabini, jugueteando con el zumo de calabaza entre sus dedos. Ni se inmutó por la mirada envenenada que recibió—. Por esa regla de tres, tú también deberías estar expulsado.

Dianne y la piedra filosofal¹ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora