XXI. THE END OF THE ADVENTURE

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CAPÍTULO VEINTIUNO
El fin de la aventura

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LA SEÑORA POMFREY ERA UNA mujer buena, pero realmente estricta

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LA SEÑORA POMFREY ERA UNA mujer buena, pero realmente estricta. Tanto, que estaba haciendo que la casi nula paciencia de la rubia Malfoy se fuera consumiendo con demasiada rapidez.

—Solo cinco minutos—suplicó Hermione.

—Ni hablar.

—Usted dejó entrar al profesor Dumbledore...

—Bueno, por supuesto, es el director y es muy diferente. Harry Potter necesita descansar.

—Madame Pomfrey—siseó Dianne, logrando la atención de sus amigos de y de la mujer—, no vamos a hacer que Harry Potter se levante de la cama y se ponga a bailar claqué. Simplemente estará acostado, descansando, como dice que necesita.

Los adolescentes observaron la guerra de miradas que tuvo lugar entre la trabajadora de la escuela y la descendiente de Malfoy- Black. Durante unos segundos, juraron ver un brillo neón en los ojos de la niña, pero se dijeron a sí mismos que había sido una ilusión óptica. La misma que había llegado a intimidar a la señora Pomfrey.

—Oh, está bien —suspiró—. Pero solo cinco minutos.

Daphne se apresuró a darle las gracias con una gran sonrisa, mientras Dianne alzaba su mentón, con un gesto de superioridad que hizo que Hermione pusiera los ojos en blanco. Sin embargo, no objetó nada, pues esta vez el aura de superioridad de su amiga les había ayudado a que los dejaran ver a Harry.

Blaise y Theo se quedaron fuera, alegando que montarían guardia para alejar a Draco o a cualquier Slytherin cotilla de la enfermería. Ronald se mostró pasmado hacia la ayuda de los dos serpientes, pero Hermione se lo agradeció con una brillante sonrisa que dejó a los tres chicos algo alelados. Daphne codeó a su amiga rubia al verlo, logrando que Dianne pusiera los ojos en blanco.

Entraron en la enfermería luego de eso. No fue demasiado difícil encontrar al azabache, pues era el único en sufrir un accidente durante la última semana de clases.

—¡Harry! —exclamó Hermione con felicidad por verlo de una sola pieza—. ¡Oh, Harry, estábamos seguros de que lo lograrías! Dumbledore estaba muy preocupado...

—El colegio entero solo habla de eso. —le contó Ron—. Pero, ¿Qué fue lo que pasó realmente?

Harry les contó todo lo que había sucedido en realidad: que no era Snape quien quería la piedra, sino el profesor Quirrell. Las Slytherin se sorprendieron mucho; si bien sabían que no era Snape, ya que las había atrapado fuera de sus camas —y tuvieron mucha suerte de que no los castigara ni nada por el estilo—, nunca se imaginaron que Quirrell pudiera estar detrás de todo aquello.

Dianne y la piedra filosofal¹ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora