XVI. TEMPER

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CAPÍTULO DIECISÉIS
Temperamento

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LOS EXÁMENES SE APROXIMABAN, y Dianne Malfoy casi agradecía su presencia en el calendario

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LOS EXÁMENES SE APROXIMABAN, y Dianne Malfoy casi agradecía su presencia en el calendario. Las lecciones que debía repasar hacían que los demás temas que flotaban en su mente se fueran alejando. Ella, Daphne y Blaise se quedaban trabajando hasta tarde en la madrugada, tratando de recordar todos los ingredientes de las complicadas pociones, aprendiendo de memoria hechizos y encantamientos y repitiendo hasta el aburrimiento todas las fechas de descubrimientos mágicos y rebeliones de los gnomos.

Se habían autoimpuesto un horario considerablemente estricto, pero los tres querían tener notas altas. Sus horarios para estudiar los alejaban de los demás Slytherin y eso los aliviaba enormemente. Aunque una parte de Dianne se entristecía por no pasar tiempo con su hermano, que este se juntara tanto con Pansy y los demás la ponía de los nervios. Así que, con los exámenes tan cerca, no podía aguantar a ninguno de los perros falderos de su hermano sin estallar como una bomba de relojería.

A veces coincidían en la biblioteca con los leones, sobre todo con Hermione. Ella se mostraba de lo más complacida con que hubiera más personas tan exigentes consigo mismas como ella. De hecho, a veces ella y Dianne se quedaban hasta que la bibliotecaria las echaba casi a patadas. ¿Y eso había afectado a su relación? Evidentemente. Hermione confiaba cada vez más en Dianne, y viceversa.

Una semana antes de que empezaran los exámenes, Harry apareció casi corriendo, mientras Hermione repasaba Astronomía con Ron, y los Slytherin hablaban de estrellas por hablar. El azabache contó de forma apresurada lo que le había escuchado a Quirrel; en esa ocasión no estaba Blaise y él confiaba en Daphne, pues Dianne lo hacía.

—¡Entonces Snape lo hizo! —exclamó Ron, lo más bajo que pudo—. Si Quirrell le dijo como romper su encantamiento anti-Fuerzas Oscuras…

—Pero todavía queda Fluffy—recordó Hermione.

—¿Realmente creéis que solo hay un perro enorme y un encantamiento protegiendo la piedra? —preguntó Daphne, algo sarcástica.

—Tal vez Snape descubrió como pasar ante Fluffly sin preguntarle a Hagrid—comentó Ron, mirando a los miles de libros que los rodeaban—. Seguro que por ahí hay un libro que dice como burlar a un perro gigante de tres cabezas. ¿Qué vamos a hacer, Harry?

La luz de la aventura brillaban en los ojos de Ron. Pero fue Hermione la que contestó antes que nadie.

—Ir a ver a Dumbledore. Eso es lo que debimos hacer desde hace tiempo. Si se nos ocurre algo a nosotros solos, con seguridad vamos a perder.

Dianne y la piedra filosofal¹ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora