VI. SOMETHING WRONG

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CAPÍTULO SEIS
SOMETHING WRONG WITH US

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DIANNE ESTABA DE PÉSIMO HUMOR, luego de haber estado casi media hora intentando convencer a Hermione de que ignorara lo que el pelirrojo idiota le había dicho

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DIANNE ESTABA DE PÉSIMO HUMOR, luego de haber estado casi media hora intentando convencer a Hermione de que ignorara lo que el pelirrojo idiota le había dicho. Pero ella se había negado en redondo, y había faltado a clase, según había escuchado los cuchicheos de Gryffindor. Era realmente grave; Hermione Granger jamás se perdía una clase.

El Gran Comedor estaba completamente lleno de decoraciones de Halloween. La comida tenía calabaza, todas, algo que era demasiado entusiasmado. Dianne lo habría disfrutado sino fuera porque odiaba dar su brazo a torcer. Y había tenido que rendirse con Granger, mientras sus ansias asesinas aumentaban.

—¿Qué te pasa? —le preguntó Draco a su hermana al verla casi matar con la mirada el pastel de calabaza que tenía en el plato—. Pareces enfadada.

—Muy sutil, Draco—bufó Blaise, negando con la cabeza.

—¿No te han dicho que nunca le digas a una chica que parece enfadada cuando lo está, Malfoy?—lo regañó Daphne, mientras le daba una mirada significativa.

—Dianne—la llamó Adrian, solo logrando que lo mirase de reojo—, ¿todo bien?

—Quitando que tengo ganas de asesinar a cierto pelirrojo de Gryffindor, sí, todo bien—esbozó una sonrisa falsa, mientras agarraba el tenedor y lo clavaba con fuerza en el pastel.

Todos en la mesa sintieron un escalofrío al ver aquello, por lo que, lentamente, Draco puso su mano sobre la de su hermana. Dianne alzó la mirada, hasta que los ojos grises de su hermano entraron en contacto con los suyos.

—Lo que no entiendo es porque está tan enfadada con Weasley—farfulló Pansy, mientras mordisqueaba de forma distraída un trozo de pan de calabaza—. Es decir, son Gryffindor, que se arreglen ellos.

—¡Pansy! —la regañaron Daphne y Blaise a la vez.

—Mantén la boca cerrada si vas a empeorarlo, Parkinson—la advirtió Draco con voz severa, aunque su mirada seguía en su hermana.

—Es que no lo entiendo...—musitó, algo incómoda.

Dianne giró lentamente la cabeza, hasta que su mirada verdosa dio con la oscura de la chica de melena negra. Esta sintió un escalofrío por toda la espalda.

—No pretendo que lo entiendas—señaló, casi como un cuchillo volando hacia la otra chica—. Me da igual si no entendéis lo que hago, simplemente os pido que mantengáis la maldita boca cerrada. Si defiendo a un Gryffindor, a un Hufflepuf, a un Ravenclaw o a quien rayos sea, mantened las bocazas cerradas —ahora su mirada pasaba por todos—.¿Está claro?

Dianne y la piedra filosofal¹ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora