Cap 33. Mi juego, mis reglas, nena

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- Buenos días, princesa- me dijo haciéndome pequeños chupetones en el cuello, y luego me besó en este- Voy a salir un momento, te voy a traer una sorpresa-
- ¿Más de las que ya descubrí estos días atrás con tu nueva faceta de castigador profesional?- reímos-
- Más aún. Pero, es un gesto bonito, no ardiente- me abrazó más fuerte- Te quiero, amor mío-
- Yo también te quiero, Bill- le dije, y lo miré- Mucho- sonrió, y me dejó un beso sobre los labios-
- Me da pena separarme de tí ahora que estamos tan bien acoplados-
- Eres un bombón empalagoso, cielo- le dije riendo-
- Pero, así es como te gusta-
- Exactamente- le devolví el beso de antes, y él sonrió de nuevo. Cuando se levantó, lo miré, el hombre perfecto. Su forma de ser y su cuerpo congenian tan bien con el mío que parece que nos conocemos desde hace un siglo- Eres tan guapo- me miró-
- Igual que tú, pequeña inmortal- volvió a gatear hasta mí, y me besó- Ahora vuelvo-
- Vale- le dije sonriendo, y él salió de la cabaña. Decidí levantarme y acabar con mi pereza, y me metí en la ducha con agua fría. Hacía mucha calor, y estaba sudada de anoche, así que estaba pegajosa-
- He vuelto, mi amor- escuché la puerta de abrirse y cerrarse-
- Hola, Billy. Es que estaba algo pegajosa, así que me metí a bañarme-
- ¿Billy?- me di cuenta que no era su voz-
- ¿Bill?-
- Tom- rió-
- ¡¿Qué?! ¡Vete fuera de aquí, ya! ¡Déjame en paz por lo menos en mi luna de miel!-
- Abre que te vea-
- ¡No!- le grité, y rápidamente tapé mi cuerpo como pude con el albornoz que colgué para después de mi ducha-
- ¡No me obligues!-
- ¡Déjame!- él abrió la ducha, y parecía furioso- ¡SUÉLTAME, MALDITO CERDO!-
- ¡A UN JUGADOR NO SE LE INSULTA, INSOLENTE!- me tiró al suelo-
- ¡Bill llegará, y te verá! ¡Vas a morir!- le grité en defensa, y él rió-
- Soy inmortal cariño- me cogió del cabello dándome un tirón-
- ¡ME HACES DAÑO!- me llevó así hasta la habitación, y me cogió a la fuerza de nuevo- Déjame en paz, Tom- le pedí llorando, y el se subió encima mía dándome un abrazo-
- Mi juego, mis reglas, nena- sonrió, y me ató las manos con el cinturón de su pantalón- Así te gustará más, y ya no podrás dejar de pedirme-
- ¡Que me sueltes!- me intenté soltar, pero era imposible, no paraba de agarrarme con fuerza. Las piernas me las atrapó con sus rodillas, y eso me hizo daño-
- ¿Suave o fuerte?-
- ¡DE NINGUNA MANERA!- le escupí-
- Oooh, mal hecho- me ató más fuerte las manos, ya me estaba haciendo sufrir-
- Tom, por favor. Déjame de una maldita vez. En tres años vas a abusar de mí cuatro veces-
- ¿Y? Eres mi juguete, y ayer me dio rabia que mi hermano fuese el que estuviera encima de tí, besándote y tocándote-
- ¡Tu hermano es mi marido!-
- ¡Me da igual!- me gritó también, y me agarró del cuello- Vuelve a hablarme así, y se te acabó todo-
- Para ya- justo cuando iba a hacerlo, la puerta de afuera se escuchó-

Bill
- ¡Hola, amor!- dije feliz entrando, y cerré la puerta- ¿Rowan?-
- Tom, por favor. Déjame de una maldita vez. En tres años vas a abusar de mí cuatro veces- la escuché, y noté que lloraba-
- ¿Y? Eres mi juguete, y ayer me dio rabia que mi hermano fuese el que estuviera encima de tí, besándote y tocándote- Tom las iba a pagar-
- ¡Tu hermano es mi marido!- le gritó ella-
- ¡Me da igual!- gritó él- Vuelve a hablarme así, y se te acabó todo-
- Para ya- rogó ella llorando aún, y la ira recorrió cada vena de mi cuerpo. Dejé lo que llevaba en las manos en la mesa de la salita, y me dirigí a la habitación-
- ¡TOM!- grité furioso, y ella me miró pidiendo ayuda- ¡ERES HOMBRE MUERTO!-
- ¡ELLA ES MÍA, IDIOTA!- me dijo, pero me tiré encima de él destrozandolo a puñetazos. Lo mataba, con mis propias manos, lo iba a matar-
- ¡VUELVE A TOCARLA, Y TE ARREPENTIRÁS! ¡SABES QUE TENGO LA FUERZA SUFICIENTE PARA PARTIRTE EL CUELLO!- dije apretando mis manos, pues estaban en su cuello- ¡DÉJALA EN PAZ, JODER! ¡COMO VUELVA A HABER OTRO INTENTO DE ABUSO, TE MATARÉ!- le di otro puñetazo, y lo dejé que se levamtara- ¡LÁRGATE, SUCIA RATA!-
- ¡ATACARÉ CUANDO MENOS LO ESPERES, HERMANITO!- dijo riendo, y desapareció. Cuando me calmé y ya todo mi demonio volvió a su lugar, la miré a ella, que temblaba hecha bolita en una esquina de la cama-
- Rowan- me acerqué a ella, y la abracé-
- Gracias- me dijo rompiendo a llorar de nuevo- Lo siento, lo siento, lo siento. De verdad que lo siento, Bill. No aguanto más esto-
- Tranquila, cielo- acaricié su cabello, y le até el albornoz cubriéndola mejor- Te está cortando la circulación-
- Me duele- cogí sus manos, y le quité el cinturón que las unía tirándolo al suelo. La volví a abrazar, y ahora se sentó en mis piernas abrazándome como un koala. Se iba relajando un poco más con cada bocanada de aire que cogía, hasta que la sentí calmada del todo- Lo siento mucho, me siento una sucia-
- No es tu culpa, cariño. No debes sentirte así- le di un beso en la frente, y la miré- ¿Te apetece despejarte un rato? Bueno, te he traído una cosita-
- ¿Sí?- asentí-
- Y después vamos a qué te dé el aire un poco- sonreí-
- Vale- junté la punta de nuestras narices, y le di un beso-
- Te quiero-
- Yo más- los dos nos volvimos a abrazar, y ella suspiró- Quédate tranquila, mi niña. Siempre te estaré protegiendo-
- Gracias, otra vez- sonreí, y la dejé que me abrazara-
- Ven- le dije cogiéndola como una bebé, y la llevé a la salita-
- ¡Billy!- sonrió- ¡Me encanta, que tierno!- cogió el peluche entre sus manos, y miró el desayuno- ¡Gracias, amor!-
- De nada, pequeña- me volvió a abrazar, y los dos desayunamos. Después de vestirnos salimos a pasear por la orilla de la playa, y de mientras hablábamos del futuro. Ambos queríamos tener una vida eterna juntos- Hace muy buena mañana-
- Sí- sonrió- Me encanta, Billy. Gracias por animarme siempre-
- Te cuido en la salud y en la enfermedad- la miré- Hasta que la muerte nos una-
- Que tierno eres- rió- Estás playas son increíbles-
- Sí- me salpicó agua de la orilla- ¿Sí?-
- Ajá. Ven a por mí si te atreves- la cogí como un saco de papas- ¡Bill, perdón! ¡Déjame!- dijo riendo, igual que yo-
- ¡De eso nada, monada!-
- ¡No, no!- me dejé caer en el agua, y ella también cayó, pues la tenía agarrada- ¡Ven aquí!-
- ¡No!- los dos corrimos por toda la orilla riendo, y nos caímos en la arena- Me atrapaste-
- ¡Sí!- se sentó encima mía- Te has llenado de arena-
- Igual que tú- suspiró sonriendo-
- ¿Y si nos quedamos así?- dijo terminando de echarse sobre mí, y nos abrazamos-
- Me encanta- puso su mejilla en mi cuello, y me empezó a besar ahí- Nena, nena-
- Lo sabía- me hizo un chupetón pequeñito, y se acomodó mejor. Ambos disfrutamos ese día a la sombra, así de acopladitos, y queriéndonos a más no poder. Prometí que la haría feliz, y eso haré. Y como Tom vuelva a interferir, lo voy a estrangular con mis propias manos-

Satanás en persona. (Bill Kaulitz-Tokio hotel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora