Cap 33. De vuelta al infierno

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- Sabes que te amo, ¿verdad?- le dije a él cuando nos sentamos en la arena de la playa- Mucho, Billy- me miró-
- Cuenta las estrellas que hay en el cielo, y así sabrás cuánto te amo yo- me dijo haciéndome sonreír, y es verdad que esa noche habían muchas estrellas-
- Lo haces todo tan especial- los dos nos dimos un beso-
- No hay nadie, ¿no?- negué- Te quiero pedir una última cosa antes de irnos de aquí, amor mío-
- ¿Qué te pasa, Billy?- me cogió las manos, y estaba algo sonrojado-
- Me...me gustaría...- me miró un poco tímido- Me gustaría hacer algo-
- ¿El qué?- lo miré-
- Poder hacerte el amor en esta playa- el corazón pareció un potro salvaje- Quería que está luna de miel fuese especial, y espero haberlo conseguido. Te amo a tí también, cielo-
- Claro que podemos-
- ¿De verdad?- asentí- No habrá nadie-
- No, no hay nadie- los dos nos miramos algo sonrojados, a pesar de todo, aún teníamos vergüenza. Me volví a recostar en la toalla, y él se subió encima de mí- Eres perfecto- le dije, y acaricié su cabello-
- Igual que tú, entonces- los dos sonreímos, y nos dimos un beso. No había nadie, y su propuesto con esa forma de haberlo dicho me pareció la cosa más tierna que jamás escuché. Además, en esos momentos nuestros siempre me demuestra lo que me quiere, y me gusta cuando me dice cositas al oído cuando ya estamos totalmente tranquilos y a punto de irnos a dormir. Él es un chico tan mono-

***
- Fue genial- dijo él desde su toalla, y cogió mi mano-
- Lo sé, cariño- me dio un beso en ella, y me abrazó- Gracias por hacerlo especial-
- Si no fuera por tí, jamás lo haría- nos miramos- Quería que el final de la luna de miel fuese especial para ambos, y esa ocurrencia me gustó. No sabía si ibas a aceptar-
- Por supuesto que sí- sonreí- Me haces la mujer más feliz-
- Me gusta saber eso- bostezó- Estoy con un sueño encima-
- Vamos a dormir, anda- estos diez días pasaron tan rápidos. Los dos nos colocamos bien la ropa, sacudimos las toallas, y entramos en la cabaña. Última noche en las Bahamas, jo. Los dos nos sacudimos la arena un poco y, nada más terminar, nos echamos a dormir como dos bebés en la cama. Su agradable calorcito me ayudaba a dormir-
- ¿Quieres que hagamos segunda luna de miel?- nos reímos-
- Me encantaría, Billy. Ojalá pudiéramos-
- Todo es posible- me volvió a abrazar- Duerme bien y descansa, mañana salimos a las ocho de aquí al aeropuerto-
- Ya lo sé. Igualmente, Billy- en las Bahamas hacía calor, así que siempre hemos dormido en ropa interior los diez días. A mí me gustaba, su piel es muy calentita como ya dije-
- Te quiero, pequeña inmortal- sonreí, y ambos nos quedamos dormidos-

- ¡Buenos días, Billy!- dije poniéndome encima de él, y lo abracé- Luego soy yo la que llega tarde-
- Ya voy, ya voy- me dijo adormilado, y volvió a cerrar sus ojos-
- Arriba, dormilón. Tenemos cuarenta minutos para arreglarnos-
- Está bien- puso sus brazos alrededor de mi cintura y cubrió mi espalda con ellos- Da sueño-
- Duermes en el avión- le dije riendo- Venga, anda- los dos nos levantamos, nos duchamos, y nos preparamos las cosas para disfrutar el último segundo que estemos aquí. Fuimos a desayunar al restaurante donde cenábamos, y después, cogimos las maletas rumbo al aeropuerto. Estaba tan nerviosa, las alturas me daban yuyu- Esto está muy alto-
- Aún no hemos despegado- cerré los ojos al sentir que el avión subía- No mires, ven-
- Vale- me abracé a él. No es que sea miedosa, pero, una vez cogimos unas turbulencias brutales, y me asustaron mucho. Desde entonces ya no confío en los aviones. Ojalá todo vaya bien por casa. Siempre recordaré esto, estos diez días llenos de amor, de risas, y de momentos inolvidables-

Satanás en persona. (Bill Kaulitz-Tokio hotel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora