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—Te amo...te amo. ¡Te amo!— gritó ella cuando llegaron a el orgasmo una vez más, su espalda se arqueó en la cama en un gemido mudo mientras su cuerpo temblaba por tan increíbles venidas que él le daba—Meliodas — 

—Ellie— Ella volteó a verlo ante su llamado ronco y casi salta de el gozo al ver cómo los ojos negros de meliodas la miraban con un cariño profundo en el que le entregaba el alma, mientras acariciaba su mano —Te amo, lamento lo qué pasó la primera vez que visitaste nuestra casa — era una sinceridad profunda, era un vórtice negro que le prometía bienestar, era una caricia suave que le hacía distraerse de la cicatriz  que le quedó la apuñalada que le hicieron dos meses atrás — Los dos te amamos demasiado Ellie. No queremos perderte—

—Oh mi mel. Te amo tanto— aún temblando un poco se lanzó a abrazarlo disfrutando de como aquel de ojos negros correspondía con gusto y cerraba sus esferas con tranquilidad. Besó su frente dulcemente y se levantó de la cama dejándolo con el ceño fruncido 

—¿A donde vas?—

—Por agua—Si algo debían de aprender era que las ventanas siempre debían de estar cerradas, a menos que quisieran que aquella persona siguiera fotografiando el cuerpo desnudó de la albina 

Smooth criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora